MORRIS STRAUCH PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO
Sydney Brenner cumple hoy 91 años. Nació el 13 de enero 1927 en Germiston, Sudáfrica, hijo de inmigrantes judíos de Europa del Este, de padre lituano y madre letona.
Su padre era reparador de calzado y vivían en la parte trasera de la zapatería; nunca aprendió a leer o escribir pero, habló ruso, yidish, inglés, y después afrikáans y zulú. Al revés que su padre, Sydney aprendió a leer a una edad temprana, y cursó el kínder en la escuela de una clienta de la reparadora de calzado, la señorita Walkinshaw. Brenner tenía shpilkes (1), estudiaba demasiado rápido, acabó los primeros tres años de primaria en un año, la primaria le tomó quattro años en total, y terminó el bachillerato en la Germiston High School al final de 1941, justo antes de cumplir los quince.
En ese entonces Sydney descubrió la Biblioteca Pública de Germiston, done se hizo adicto a la lectura y nació su interés por la química. Se graduó en bioquímica y descubrió que el pigmento de las flores cambia de colores cuando cambiaba el pH de la solución en la que se encontraban.
En 1942, a los quince años con una beca de 60 libras por año que le daba el Ayuntamiento de Germiston, Brenner podía ir a la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo para estudiar medicina. Llevando sándwiches para el almuerzo, se iba en bicicleta todas las mañanas a la estación de tren para ir a Johannesburgo, y luego caminaba hasta la Universidad. Su tío Harry le regaló un microscopio con el que hacía sus observaciones personales, y al año siguiente se mudó a la Facultad de Medicina, ahí comenzó a interesarse por la biología celular.
Como era más joven que su generación, le ofrecieron hacer un curso extra en ciencias, para que al graduarse tuviera 21 años y pudiera ejercer la medicina. En ese curso conoció a Joseph Gillman, un histólogo que lo invitó a hacer investigación, y con el cual empezó después a publicar sus trabajos científicos. Finalmente Brenner acabó haciendo una Maestría en Ciencias, en fisiología celular y citogenética y trabajando como técnico de laboratorio para mantenerse. Cuando retomó sus materias de medicina, ya no le interesaban tanto, menos cuando había rechazado una oferta para estudiar en Oxford para terminarlas. Al graduarse de medicina ya estaba convencido de dedicarse a la investigación, así que aplicó para hacer su doctorado con el profesor de fisicoquímica de la Universidad de Oxford C.N. Hinshelwood, autor del libro “Cinética Química de la Célula Bacteriana” que Brenner ya había leído. Hinshelwood lo aceptó y lo asignó a un proyecto de investigación sobre virus bacterianos -bacteriófagos – en 1952. Ese año, en el mes de diciembre, Brenner se casó en Londres con May Covitz, que ya tenía un hijo de un matrimonio anterior, ella también estaba haciendo su doctorado, en Psicología. Lo único que extrañaban en Inglaterra era el clima y la comida sudafricana.
YouTube: Sydney Brenner (Genetic Code, Worm Development) / Conversations in Genetics
Ya interesado en el ADN, Brenner y un amigo cristalógrafo y otro químico sabían que en Cambridge el biólogo Jim Watson y el físico Francis Crick estaban tratando de resolver la estructura del ADN. Cuando Francis y Jim dieron con la estructura correcta, Sydney y sus dos colegas fueron a Cambridge en abril del 1953 para verla y entender la complementación de bases nitrogenadas que se da en él. A partir de ahí Brenner se iluminó científicamente.
En una estancia en los Estados Unidos Brenner pudo discutir temas con Watson, y con el Grupo del Fago” –bacteriófago: Seymour Benzer, Max Delbrück y Salvador Luria, pioneros de la biología molecular. Después regresó a Sudáfrica donde estableció un laboratorio en el Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de Sudáfrica y desde donde colaboró para resolver el código genético.
Francis Crick le consiguió un puesto en el Laboratorio Cavendish de Cambridge en 1956, para continuar posteriormente en el Laboratorio de Biología Molecular MRC, el sucesor del Cavendish. Sydney escogió un pequeñísimo gusano de 1mm, Caenorhabditis elegans, con el que nadie había trabajado genética, ni biología del desarrollo hasta entonces. Sus células y órganos visibles al microscopio óptico y su rápido ciclo de vida, lo hicieron muy práctico como un nuevo modelo experimental, con el que Brenner comenzó a hacer análisis genético de la diferenciación y desarrollo de órganos, induciendo mutaciones genéticas específicas en su genoma con metanosulfonato de etilo EMS. Brenner descubrió la vinculación de diferentes mutaciones con genes específicos que afectan el desarrollo de órganos en C. elegans y publicó sus resultados en 1974. Este trabajo, más los de John Sulston de mapeó de linaje celular, y descubrimiento de la muerte celular programada –apoptosis- e identificación de un gen que participa en ésta, en el mismo nematodo, y los de Robert Horvitz, quien caracterizó genes clave en el control de la apoptosis, también con C. elegans, y la existencia de ellos en el ser humano, fueron reconocidos conjuntamente con el Premio Nobel de Fisiología-Medicina en el 2002.
Sydney Brenner y Francis Crick compartieron oficina durante 20 años en Cambridge, y en ella gestaron las ideas que los llevaron por separado a las aventuras de la formación del cerebro y de las actividades complejas del sistema nervioso.
¡Feliz cumpleaños!
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