Enlace Judío México.- La esperanza es la protagonista del reciente libro de la narradora Angelina Muñiz-Huberman (Hyères, Francia, 1936), Los esperandos: piratas judeoportugueses… y yo (publicado por Sefarad Editores).
MÓNICA MATEOS-VEGA
La esperanza representada no sólo a través del relato de la peripecias de los bucaneros del siglo XVI, sino al emanar de las historias y reflexiones de la propia vida de la autora, entrelazadas a lo largo de todo el texto.
La poeta y ensayista explica en entrevista con La Jornada que en aquella época se llamaba esperandos a los judíos, “pues a diferencia de los cristianos, ellos todavía esperan al Mesías; entonces, se les quedó la palabra como sustantivo, en lugar de usarla como gerundio.
“En el fondo, la idea del libro es que todos seguimos siendo esperandos, siempre estamos aguardando algo. La esperanza, no obstante, puede ser una condena, porque es también muy angustioso, no hay certeza de que lo que esperamos suceda, y puede que nunca ocurra. Los periodos de espera son muy difíciles.
“La palabra esperanza es inquietante, ambigua. Nos parece positiva, pero quién sabe, porque se refiere a un hecho que no ha fructificado, estamos a la expectativa. Al mismo tiempo es muy poderosa, tiene la fuerza para hacernos seguir adelante en la vida. Si atravesamos un mal periodo esperamos las buenas épocas.
La esperanza, por ello, es una palabra atractiva, porque es compleja, una de las más difíciles de la existencia humana.
En Los esperandos: piratas judeoportugueses… y yo se hilan relatos independientes, contados “no por un heroico o tremendo espadachín, sino por el cocinero de los piratas, que les hace la comida ritual judía; es un cocinero kosher, que también es escritor; se le quema la comida y tiene que inventar qué dar a los piratas que han ido a pelear.
Es un personaje curioso porque por la época en que vive resulta que conoce a Cervantes, a Shakespeare, a Sor Juana y les da ideas para algunas de sus escenas más famosas.
Muñiz-Huberman dice que a la par de ese toque de humor va contando la tragedia que vivieron los judíos que salieron de España expulsados por la Inquisición.
Además, el cocinero escritor va dejando hojas en blanco en sus relatos, las que voy llenando, encontrando asociaciones entre lo que él dice y aspectos de mi vida. No es un libro de historia, aunque tiene un trasfondo neohistórico que transgredo y me salto para llevar los relatos.
La escritora reconoce que muchas veces combina los escritos serios con los irónicos, pues nunca se apega a un género formal. Acaba de terminar una novela-cuento y se encuentra trabajando en poesía sobre temas místicos.
“No es que sea religiosa, pero es un tema que me atrae mucho: la posibilidad de pensar en lo sagrado, en lo divino. Tengo varios libros al respecto, como Morada interior; ahora trabajo una serie de textos basados en poemas medievales místicos judíos sobre los palacios, como imagen o metáfora de una construcción que aspira a establecer una relación entre el hombre y la divinidad.
“En este momento no me atrae la narrativa, sino la poesía y el ensayo, con la esperanza de encontrar un ritmo o no ritmo entre el pensamiento, la expresión y el tiempo, para saber qué pasa en la mente cuando llega de súbito la idea creativa, no sólo en un escritor, sino en cualquier artista.
“¿Por qué un pintor decide que aún le falta una pincelada? ¿Por qué termina un músico una partitura? ¿Por qué un bailarín decide que ya expresó con su cuerpo lo que tenía que expresar? ¿Por qué son procesos diferentes en cada artista?
“Son cuestiones que no tienen solución, pero hablar de eso y escribirlo es fascinante, porque le llega a cualquier lector, y en el fondo todo lector es un escritor.
Los escritores hablamos, claro, dejándolo por escrito, y hablar es el don humano por excelencia, que nos hace poder expresarnos con palabras que en sí, no son nada, pero que nos llevan a entendernos.
El libro Los esperandos: piratas judeoportugueses… y yo se encuentra a la venta en la librería de La Jornada, ubicada en avenida Cuauhtémoc 1236, entre Miguel Laurent y Municipio Libre, colonia Santa Cruz Atoyac, en la delegación Benito Juárez.
Fuente:jornada.unam.mx
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