Enlace Judío México.- El ministro del Interior de Francia, Gerard Collomb, estaba visiblemente contento el 1 de enero. ¿Por qué? Porque no se había producido ningún atentado en Nochevieja. Collomb dio cálidamente las gracias a los 140.000 agentes de policía, soldados, bomberos y organizaciones de protección civil que se habían movilizado para impedir cualquier posible ataque terrorista. Para dar sólo un atisbo de la magnitud del despliegue de seguridad en Nochevieja, tengamos en cuenta que el ejército francés (sólo las fuerzas terrestres) se compone sólo de 117.000 soldados en activo.
YVES MAMOU
Todos los gobiernos franceses desde 2015 han negado que el islam está en guerra con Francia, pero el Ministerio del Interior movilizó no obstante una cantidad de personal de seguridad superior al número de soldados del ejército francés, para asegurar que la Nochevieja fuese un evento pacífico.
En un comunicado de prensa, el ministro Collomb dijo:
“Por la fuerte presencia policial, unida a la eficiencia de las medidas de protección, las fiestas de Nochevieja pudieron transcurrir pacíficamente para todos en Francia”.
Aunque no se produjo ningún ataque terrorista en Nochevieja, llamarlo una noche “pacífica” es, en el mejor de los casos, exagerado. Para seguir la “tradición” anual, se prendió fuego a 1.031 vehículos (frente a los 935 en 2016) en los suburbios de mayoría musulmana de muchas grandes ciudades.
Sólo en el área de París, se incendiaron 250 coches, y ocho policías y tres soldados de la Gendarmería fueron atacados y heridos. Un video, en el que aparecía una turba de “jóvenes” (el eufemismo empleado por los medios para referirse a los jóvenes africanos y árabes) que agredía salvajemente a una policía, se hizo viral en internet. La mujer había estado intentando dispersar a una multitud de “jóvenes” que atacaban una fiesta privada en el suburbio de Champigny de París.
En Estrasburgo, según Alliance, un sindicato de la policía, “cinco policías resultaron heridos de levedad, cuatro de ellos víctimas de fuegos artificiales que se habían utilizado como arma”. Además, 70 coches fueron prendidos fuego.
En todas las grandes ciudades, se quemaron decenas de coches, y en las áreas suburbanas la policía fue atacada por “jóvenes”.
Incluso en el centro de París, donde la policía era perfectamente visible, hubo “incidentes”. Según Le Fígaro, que filtró un informe confidencial del Ministerio de Interior, los ataques no cesaban:
“A las 20.50 horas, en la esquina de los Campos Elíseos con la calle Balzac, los gendarmes arrestaron a siete individuos que habían lanzado botellas vacías contra la multitud. No se pudo identificar a las víctimas. Los atacantes, migrantes ilegales de Afganistán, fueron puestos en detención administrativa”.
El informe también habla de un camarero del restaurante Le Fouquet en los Campos Elíseos que fue herido con un cuchillo cuando trataba de parar una pelea. Este informe confidencial estaba dedicado únicamente a la violencia cometida en el área de París. El ministro del Interior tenía sobre la mesa un informe mucho más extenso, que enumeraba la violencia perpetrada en toda Francia.
Todos estos acontecimientos —salvo los incendios de coches, que durante años ha sido desgraciadamente la tradición de “fuegos artificiales” de Nochevieja en las áreas suburbanas— no se limitan a la Nochevieja. Las agresiones y los delitos son el pan de cada día en los suburbios. El 2 de enero de 2018, dos policías que arriesgaron su vida para salvar a unos niños de morir en un apartamento en llamas en un suburbio de París, fueron atacados con piedras por una turba cuando salieron de entre las llamas con los niños en brazos.
En noviembre de 2017, el canal de radio Europe 1 difundió unos datos confidenciales sobre los ataques y los bomberos:
Las cifras del Observatorio Nacional de la Delincuencia, dadas a conocer por Europe 1 en exclusiva, revelan un aumento del 1,7% en las agresiones contra los bomberos en 2016. En 2016 fueron agredidos 2.280 bomberos, frente a los 1.939 en 2015. […] los bomberos se enfrentan a diario con situaciones cada vez más extremas. La zona de París, con 366 agresiones en 2016, es la región más afectada, después de Aquitania, al suroeste de Francia, donde hubo 406 agresiones. En consecuencia, se pide a la policía que vaya a determinadas zonas sólo para proteger a los bomberos.
Según Bruno Retailleau, diputado y presidente de la comisión parlamentaria sobre las fuerzas de seguridad: En 2016, la mitad de los gendarmes (que dependen del Ministerio de Defensa) fueron heridos por agresiones. En cuanto a la policía, las heridas causadas por armas a los agentes de policía en el terreno se dispararon un 60%.
Cinco meses después de que se aprobara una ley para suavizar las normas de autodefensa de la policía, el canal de noticias LCI reveló que el uso de armas de fuego entre la policía había sufrido un agudo incremento, incluidas las “intimidaciones y llamadas al orden” (donde los policías dispararon al aire o al suelo), que subió un 89%. Este tipo de arma de fuego está “justificada y es justificable”, señalaba el IGPN (el Departamento de Asuntos Internos) en una nota confidencial de julio de 2017, también hecha pública por LCI.
Se está librando una auténtica guerra silenciosa contra los bomberos y la policía. El 3 de enero de 2018, un titular de Le Parisien decía: “Cuando la policía no asusta a nadie”. El mismo día, Lydia Guirous, portavoz del partido de la oposición, Les Republicains, declaró:
En las áreas suburbanas, el Estado ha dejado de existir, y predomina la impunidad. La policía tiene miedo y se carece de medios [para responder]. Hay que acabar con esta sensación de impunidad”.
Como de costumbre, los políticos están minimizando el problema. El gobierno no considera que la proliferación de la violencia sea terrorismo. El 1 de enero de 2018, el ministro del Interior le quitaba hierro explicando que la violencia contra la policía y los bomberos era la consecuencia de una “injusticia social”. Tras congratularse por la “pacífica” Nochevieja, Collomb contó las mismas sandeces de siempre, en concreto, que los “jóvenes” musulmanes que llevan a cabo actividades destructivas y violentas no son delincuentes, sino víctimas de su “entorno”.
Creo que es necesario un cambio en esos vecindarios. Esos inmensos bloques de apartamentos en las áreas suburbanas representan un entorno inhumano que genera violencia. […] No creo que estos barrios puedan mantenerse así.
Como es habitual, el gobierno intentará comprar la paz con dinero. Mientras, los suicidios crecen entre los policías. En noviembre de 2017, en una sola semana, se suicidaron cinco policías en diferentes ciudades francesas. El 3 de diciembre de 2017, un policía se suicidó en la comisaría de Alençon, al sur de Francia. El 5 de diciembre de 2017, un agente de seguridad del Ministerio de Trabajo se suicidó en el aparcamiento de una gendarmería. Entre el 1 de enero de 2017 y el 1 de diciembre de 2017 se quitaron la vida 16 gendarmes. Fue un récord absoluto.
Fuente:es.gatestoneinstitute.org
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