Enlace Judío México.- La política de Estados Unidos debe ser poner fin a la República Islámica antes de su 40° aniversario.
JOHN BOLTON
El Presidente Trump notificó el viernes que están pasando los días para el acuerdo de Barack Obama con Irán. Aunque los que propusieron el acuerdo también ganaron tiempo para buscar “correcciones,” esta es una opción desesperanzada. Ninguna corrección remediará el Waterloo diplomático que negoció Obama. Los demócratas rechazarán cualquier cosa que ponga en peligro su preciada estratagema internacional, y los europeos están más interesados en comerciar con Teherán que en un acuerdo más fuerte.
Hay un obstáculo aún más fundamental: Irán. Negociar con el Congreso y Europa no modificará los términos reales del acuerdo, el cual Irán (reforzado por Rusia y China) no tiene ningún interés en cambiar. Las inspecciones incrementadas, por ejemplo, son un no iniciador para Teherán. Obama dio a los ayatolas lo que ellos querían; y no lo devolverán.
Lo más importante, no hay ninguna evidencia que haya flaqueado la intención de Irán de obtener armas nucleares entregables. Ninguna de las “correcciones” propuestas cambiará esta realidad básica e indiscutible.
Pasar los próximos 120 días negociando con nosotros mismos dejará al Occidente atascado en estasis. Trump ve correctamente el acuerdo de Obama como una torpeza estratégica masiva, pero sus asesores lo han persuadido inexplicablemente de no retirarse. El otoño pasado, decidiendo si volver a imponer sanciones y descertificar el acuerdo en virtud de la legislación Corker-Cardin, la administración optó también por mantener abierta la puerta a “correcciones”—un punto en tercera oportunidad. Esperemos que la decisión del viernes no sea otro despeje.
El acuerdo con Irán se basa en un conocimiento inadecuado y bases fundamentalmente defectuosas. Obama desechó cualquier perspectiva de aprender los hechos básicos sobre las capacidades de Irán. Las disposiciones para la inspección internacional de presuntas plantas nucleares relacionadas con el ejército son absolutamente inadecuadas, y Estados Unidos probablemente ni siquiera está al tanto de todas las locaciones. Poco se sabe, al menos públicamente, sobre la cooperación iraní-norcoreana de largo tiempo en tecnología nuclear y de misiles balísticos. Es tonto menoscabar la amenaza de Teherán debido a las provocaciones de Pyongyang. Ellos son las dos caras de la misma moneda.
Algunos partidarios de “fortalecer” el acuerdo proponen eliminar sus disposiciones de expiración. Eso no lograría nada. La amenaza nuclear de Teherán, especialmente dada la conexión de Pyongyang, está aquí ahora, no a 10 años de distancia. Una idea bizarra es enmendar la ley Corker-Cardin para evitar el dolor de cabeza de la certificación cada 90 días. Teherán respaldaría esta propuesta, pero es como tomar aspirina para aliviar el dolor de una herida abierta en el pecho.
Poner lápiz labial sobre este acuerdo no lo arreglará. ¿Por qué los demócratas facilitarían las inclinaciones de Trump a retirarse por completo del acuerdo? Si él va a abrogarlo, ¿por qué ser cómplice agregando nuevas condiciones que Irán no logrará cumplir? El Sen. Ben. Cardin ha observado correctamente que el presidente ya tiene toda la autoridad que necesita.
Para evitar el peligro, algunos senadores han sugerido restringir la capacidad del presidente de retirarse del acuerdo sin aprobación del congreso. Esta locura es tan obviamente inconstitucional que justifica totalmente un veto de Trump.
Los europeos están siguiendo colectivamente un enfoque micawberesco de contar sus ingresos y esperar lo mejor. Ellos temen con razón que si la propiedad intelectual estadounidense cae nuevamente bajo las sanciones, tendrán prohibido vender a Teherán productos que contengan esa tecnología. La retirada de Estados Unidos es por lo tanto crucial para quebrar la adicción de Europa a las perspectivas comerciales iraníes.
El Secretario del Exterior de Reino Unido, Boris Johnson, ha preguntado en forma razonable cuál sería la política alternativa. Las recientes manifestaciones generalizadas de Irán contra los ayatolas ofrecen la respuesta. Los gobernantes de Teherán son mucho más impopulares que lo que se creía anteriormente. Como muchos regímenes autoritarios aparentemente inexpugnables, la fachada desmiente la realidad. La oposición de Irán necesita apoyo externo, material tanto como discursivo, para continuar su impulso. Sería trágico no apretar la presión económica reactivando todas las sanciones ahora bajo renuncia, y agregando más.
La política declarada de Estados Unidos debe ser terminar la Revolución Islámica de 1979 de Irán antes de su 40 aniversario. Los estados árabes permanecerían callados, pero darían la bienvenida a este enfoque y podrían incluso ayudar a financiarlo. Israel puede también permanecer callada pero presionar a las fuerzas de Irán, tanto como a sus clientes, en Líbano y Siria, a maximizar la angustia sobre los activos de seguridad de Irán.
Reconocer a un nuevo régimen iraní en el 2019 revertiría la vergüenza de ver a nuestros diplomáticos siendo mantenidos como rehenes durante 444 días. Los ex rehenes pueden cortar la cinta para abrir la nueva Embajada de Estados Unidos en Teherán.
*John Bolton es un miembro principal en el American Enterprise Institute.
Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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