Enlace Judío México.- Después de cuatro años, la crisis política, económica y social en Venezuela prosigue en el 2018 sin visos de solución. En el 2014, el primer año de la debacle, el PIB cayó 5.0%, en el 2015 el descenso fue de 5.0%, en el 2016 la contracción fue de 16.0% y para el 2017 se estima que el desplome fue de 16.0%. La inflación alcanzó 525.0% en 2016, 2700% el año pasado, estimándose que se disparará hasta niveles de 7000% en el 2018.
LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
El deterioro de la actividad económica en Venezuela se inició en el 2000 con el establecimiento de un sistema estatista del presidente Hugo Chávez (1999-2013); que ante los elevados precios del petróleo, que significa 96.0% de las divisas que recibe Venezuela, alentó la expansión del gasto público para apoyar programas sociales, con el objetivo de obtener votos. Asimismo, en el 2003 el gobierno estableció un anárquico control de cambios dominado por intereses creados y la corrupción; hoy día existe una tasa de cambio oficial y un dólar “negro” que las autoridades no reconocen, empero, no son pocos los miembros del régimen manchados por la especulación, muy especialmente, los funcionarios oficiales y miembros de las Fuerzas Armadas facultados para otorgar licencias de importación y administrar divisas de acuerdo a la paridad oficial, se supone que para atender las demandas de desarrollo nacional. Muchos de ellos obtienen jugosas ganancias con la reventa de productos y con negocios ilícitos usando la enorme brecha del diferencial cambiario.
Asimismo, la economía se ha visto afectada por la política de hostigamiento al sector privado y la expropiación de empresas que finalmente quedaron a la deriva y, a todo ello, se sumó la estrepitosa baja de los precios internacionales del crudo en el 2014.
Venezuela y sus diferentes gobiernos han dependido en buena medida del rumbo y la estabilidad de su petrolera estatal, Petróleos de Venezuela (PDVSA), fundada en 1975 durante el primer mandato de Carlo Andrés Pérez, misma que desde hace varios años experimenta una grave crisis institucional y financiera que ha golpeado al país y que en los últimos meses del 2017 se aceleró su ocaso; PDVSA garantizaba al gobierno su presencia en los mercados internacionales. La producción petrolera de Venezuela al final del 2017 fue de 1.9 millones de barriles diarios, el menor nivel en 25 años; las refinerías operaban al 50.0% de su capacidad instalada por falta de mantenimiento y de personal que fue despedido o que emigró.
Ante la desastrosa situación de PDVSA, a mediados de noviembre del año pasado las agencias calificadoras Fitch y Moody´s la declararon en suspensión de pagos. El presidente Nicolás Maduro realizó decenas de destituciones y detenciones y en la empresa y la cúpula de su filial en EUA Citago. El desmoronamiento PDVSA “va más allá del intento de Maduro de acaparar todo el poder y su temor a la traición, tiene que ver con la mala gestión de sus recursos, las redes clientelares y la corrupción”.
En la época del presidente Hugo Chávez, ex viceministros y prestanombres del gobierno cobraron más de 2,100 millones de euros en comisiones ilegales por intermediar para que compañías extranjeras consiguieran adjudicaciones de PDVSA; el pago de los sobornos se abonaron entre 2007 y 2012 en la Banca Privada de Andorra y circularon por una maraña de cuentas corrientes panameñas y de allí pasaron a paraísos fiscales.
Con el sustancial menor flujo de las divisas petroleras desde el final del 2014, el gobierno recortó drásticamente las importaciones para evitar un cese de pagos al exterior, ello provocó una severa escases de alimentos, medicinas y otros satisfactores básicos en los mercados locales. Desde el año pasado turbas de personas hambrientas hurgan en los basureros buscando algo de comer; el hambre ha obligado a cientos de venezolanos a saquear tiendas y camiones que transportan alimentos, y al igual que en las manifestaciones políticas, son reprimidos violentamente por la Guardia Nacional Bolivariana. La ex fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega, que en agosto de 2017 se vio precisada a huir de Venezuela por su oposición a las políticas de Maduro, ahora bajo la protección de Colombia, demandó a la Corte Penal Internacional una investigación por presuntos abusos y torturas cometidos por el gobierno de Venezuela. Luisa Ortega ha consignado que la policía y los militares mataron a 1767 personas en 2015, 4677 en 2016 y 1846 más fueron asesinados en el primer semestre de 2017.
De acuerdo al Observatorio Venezolano de la Conflictividad Social, en las dos primeras semanas del 2018 se registraron más de 100 casos de saqueo. La hambruna azota a Venezuela a tal grado que la Fundación Caritas ha señalado que 300 mil niños podrían morir por la escases de alimentos que se registra en toda Venezuela.
Venezuela ha buscado apoyo externo para palear el caótico entorno económico en que vive. Rusia, que busca competir contra EUA en su hegemonía en Latinoamérica, anunció en noviembre pasado su decisión de restructurar 3 mil millones de dólares del total de 8 mil millones que le adeuda Venezuela; el Acuerdo con Rusia le permitirá a Venezuela ampliar el plazo de pago en más de 10 años, en un marco de un proceso de reestructuración global de Venezuela con acreedores internacionales por un total de 140 mil millones de dólares. Desde la época de Hugo Chávez Venezuela se convertiría en un usual comprador de armas de Rusia, además de recibir regularmente asesoría militar. Por lo demás, Rusia tiene inversiones en Venezuela en los sectores de energía, minería, construcción y fabricación de aluminio, entre otros. Venezuela también busca una restructuración de sus pasivos con China a quien adeuda 28,000 millones de dólares.
Por otra parte, el gobierno de Maduro profundiza su relación con Irán, país que tiene bases militares en Venezuela, a su vez le proporciona uranio, básico para el programa nuclear de ese país.
El nombramiento de Tareck el Aissami como Viceministro de Venezuela, de 43 años, en enero del 2017, posible sucesor de Maduro, hace pensar que la represión se acentuará en Venezuela; Tareck, que se autodefine como chavista radical, ha sido muy exitoso como líder de la violencia y señalado por el Departamento del Tesoro de EUA por su papel para facilitar el tráfico de drogas. También ha sido acusado de haber ayudado a terroristas de Al Qaeda y de Hezbolá; con Tareck se ve muy difícil una salida negociada con la oposición para restaurar la paz y la democracia en Venezuela.
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