Enlace Judío México.- Jerzy Bielecki y Cyla Cybulska se conocieron en el peor escenario posible: el infame campo de concentración de Auschwitz. Ambos eran polacos. Él era católico y ella judía.
ANA BELÉN GARCÍA FLORES
Mantuvieron una relación clandestina en un infierno donde sufrieron torturas y trabajo esclavo. Un lugar en el que más de un millón de personas fueron asesinadas por la barbarie nazi.
“Cyla era mi rayo de luz en la realidad del campamento”, explicó Jerzy sobre la extrema crueldad de su día a día. En un intento desesperado, el joven urdió un plan para escapar del exterminio y poner a salvo a su compañera.
La odisea de Jerzy y Cyla, junto a seis historias más de parejas fraguadas durante el Holocausto, han sido incluidas por la escritora y periodista Mónica G. Álvarez en “Amor y horror nazi” (Editorial Luciérnaga).
González Álvarez, autora de la exitosa Guardianas nazis. El lado femenino del mal, ha recuperado durante una larga investigación los relatos de supervivientes que salieron adelante en circunstancias extremas impulsados por la esperanza, la suerte y, por encima de todo, por el deseo de reencontrarse con la persona amada.
La escritora ha realizado entrevistas personales a algunas de las víctimas y sus familiares, y explica que además del coraje, todas las historias reflejan que “el amor era el principal mecanismo para poder sobrevivir”, señala sobre unos episodios reales cuyos protagonistas corrieron desigual suerte.
Este amor incondicional es que el guió a Paula y Klaus Stern. Un joven matrimonio judío que fue deportado a los campos de la muerte donde fueron separados.
“Sé que si no hubiera estado casada no hubiera sobrevivido. Era lo único que me daba fuerzas para continuar y verlo de nuevo. No sabía dónde realmente estaba él. Pero para mí Klaus tenía que estar vivo, él tenía que sobrevivir. Yo tenía que seguir por él y por mí”.
Es el testimonio a la autora de Paula, de 95 años, sobre su terrible experiencia. El matrimonio Stern ha impartido cientos de conferencias contando su calvario y Klaus, ya fallecido, ayudó a fundar el Centro de Educación sobre el Holocausto en Washington en una labor formativa incansable.
“Muchos les decían que olvidaran lo que les había pasado, pero ellos decían que había que contarlo al mundo para que no se volviera a repetir”, explica Mónica G. Álvarez sobre el activismo de este sobreviviente que permaneció más de dos años preso y testificó contra los nazis.
Una lucha por el recuerdo que cobra aún más significado en la actualidad, cuando las voces de los testigos se apagan por su avanzada edad. Testimonios del genocidio que segó la vida de seis millones de personas que volverán a escucharse este 27 de enero, Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
A pesar de las condiciones infrahumanas a la que estuvieron sometidos los reclusos, en una realidad marcada por palizas, enfermedades, inanición y muerte que también describe el libro, el amor se abrió camino en un entorno muy adverso.
Así lo ejemplifica el caso de David y Perla Szumiraj, protagonistas de una emotiva relación. Separados por una alambrada electrificada en Auschwitz, David se prendó de Perla a primera vista.
“Cuando la vio dijo que era la mujer más linda del mundo y eso que estaba con la cabeza rapada al cero y muy degradada con el pijama a rayas, pero vio algo en ella. A partir de ahí surgió una amistad y luego surgió el amor pero no se habían ni tocado”, recuerda la escritora a RTVE.es.
Lilly y Felice, el amor lésbico que desafió al nazismo
Entre los romances excepcionales recogidos en Amor y horror nazi, también se encuentra el de Elisabeth Wust, “Lilly”, y Felice Schragenheim, que desafiaron el racismo y la homofobia del III Reich.
Lilly era un ama de casa alemana casada con un oficial nazi en un matrimonio desgraciado, que descubrió en la semita Felice a su compañera de vida.
“Había una ley que prohibía los actos sexuales entre hombres, pero no de las mujeres, por lo que técnicamente era legal que dos mujeres estuvieran juntas. Las mujeres sólo eran consideradas por los nazis para satisfacer sus deseos sexuales y para tener hijos. Hitler las cosificaba al servicio del III Reich”, apunta la autora, que añade que Lilly ayudó y escondió a su pareja y a otras mujeres judías de la Gestapo.
El profundo amor que se profesaron quedó plasmado en numerosas cartas y poemas. En 1943, llegaron a redactar un contrato de matrimonio al que pertenece el siguiente fragmento cargado de ternura: “Te amaré sin medida (…) Lo que es mío es tuyo, siempre estaré ahí para ti”.
Lilly escribió sobre su relación en la biografía “Aimée & Jaguar: A Love Story, Berlin 1943” que posteriormente fue llevada al cine en 1999, en un filme que ganó el Oso de oro a la mejor actriz. Una forma de perpetuar el recuerdo del que fue el tiempo más feliz de su vida junto a Felice.
Fuente: cciu.org.u
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