Enlace Judío México.- Rusia e Irán han sido rivales geopolíticos durante siglos – pero durante el último par de años, el eje Moscú-Teherán ha crecido exponencialmente. Esto crea importantes dolores de cabeza para EE.UU. y otras potencias occidentales que están preocupadas por cuán lejos podría llegar esta cooperación. Las dos potencias comparten intereses comunes en el Cáucaso Sur y en el Medio Oriente, pero están cautas de la influencia creciente del otro en sus propios patios traseros.
EMIL AVDALIANI
Irán fue una potencia regional por siglos. Dinastías iraníes poderosas, tales como los aqueménidas y sasánidas en el período antiguo y los safávidas y los kayares en los siglos XVII y XVIII, aspiraron a asumir un rol principal en el Medio Oriente, el Cáucaso Sur, y otras partes. En las décadas luego de la Guerra Fría, sin embargo, cuando los países occidentales impusieron sanciones contra el programa nuclear de Teherán, Irán fue restringido de proyectar su influencia económica y política en el exterior.
Sin embargo, con las sanciones oficialmente levantadas a principios del 2016 y el rechazo de la administración Trump (a pesar de su discurso) a descartar el acuerdo nuclear con Irán por el momento, Teherán ahora ve lugares para proyectar su influencia económica y política desde el Mediterráneo al Cáucaso Sur y otras partes.
El golpe para Irán es que sus ambiciones geopolíticas se superponen con las de Rusia. Moscú tiene sus propios imperativos en el Cáucaso Sur, donde lucha para mantener a raya a la U.E. y Estados Unidos; y en Siria, donde los europeos y los estadounidenses tienen de igual manera intereses propios.
La lógica detrás de la cooperación actual entre Rusia e Irán abarca desde lo económico y militar a lo puramente geopolítico. Por ejemplo, ambos quieren iniciar o aumentar sus exportaciones de petróleo y gas al mercado europeo. Irán está particularmente bien posicionado para tomar una parte del mercado europeo del gas mientras la U.E. está preocupada por el predominio ruso en esa área. El gas iraní podría ser una muy buena herramienta con la cual aliviar los temores europeos, pero para exportar su gas, Teherán necesitará los puertos del Mar Negro, tales como Batumi y Poti en Georgia, y también ha expresado su voluntad de usar el Gasoducto Trans-Anatoliano y la Tubería Trans-Adriática.
Como resultado, Irán ha hecho progreso en establecerse sobre la costa del Mar Negro. A fines del 2016 se acordó que Teherán construiría plantas de reproducción de petróleo cerca de la ciudad del Mar Negro de Supsa, de Georgia, en aproximadamente 1,2 kilómetros cuadrados.
No obstante sigue habiendo importantes restricciones que enfrenta Irán en el Cáucaso Sur cuando Rusia y Turquía están bien representadas en la región, tanto militarmente como económicamente. Moscú, por ejemplo, ha obstruido exitosamente todos los intentos iraníes por establecer tuberías y ferrocarriles independientes hacia Armenia y Georgia.
Otra área de involucramiento para Irán en la esfera de influencia rusa podría ser el conflicto en ebullición de Nagorno-Karabaj. A principios de los ´90, el gobierno iraní hizo muchos intentos infructuosos por mediar en el conflicto. Como tanto Armenia como Azerbaiyán lindan con Irán, es natural esperar que Teherán intente jugar un rol mayor aquí. Sin embargo, Rusia, la cual es la potencia dominante en el proceso de resolución del conflicto, se opondrá a cualquier iniciativa iraní que amenace con disminuir el rol de Moscú.
A pesar de la rivalidad, Irán y Rusia pueden también cooperar
Aunque desde un punto de vista geopolítico las relaciones ruso-iraníes no están vacías de dificultades, hay terrenos para cooperación. El mapa de Eurasia proporciona una visión dentro de la base lógica detrás del deseo de la elite política rusa por una cooperación más estrecha con Teherán.
Los pensadores políticos rusos de la década de 1990 creían en gran medida que Irán y Turquía debieron haber sido los pilares de la futura influencia rusa en el Medio Oriente. Los llamados eurasianistas – los que creen que Rusia no está ni en Europa ni en Asia – sintieron que Moscú necesitaba a Teherán y Ankara si fuera a competir exitosamente con las potencias occidentales. El presidente ruso Vladimir Putin puso esas nociones a un lado oficialmente, pero no en la práctica. Es en el interés perenne de Rusia mantener a Irán al menos neutral, como lo fue tanto durante el período Romanov como del imperio soviético.
Ambos países están interesados en cooperar en obstruir la usurpación militar occidental en el Cáucaso Sur y el Medio Oriente. Ambos consideran la gran estrategia en evolución de EE.UU. en la masa terrestre eurasiática perjudicial para sus respectivos imperativos geopolíticos. Para Rusia, Estados Unidos viola el orden posterior a la Guerra Fría aumentando la presión militar sobre Moscú en el ex espacio soviético. Para Irán, Estados Unidos está tratando de limitar sus ambiciones nucleares tanto como su alcance geopolítico a través del Medio Oriente.
Este temor común a Estados Unidos podría ser considerado uno de los impulsores detrás de la estrecha cooperación ruso-iraní. Washington, después de todo, sí divulgó hace poco un nuevo documento de estrategia nacional enumerando importantes problemas a lo largo de Eurasia – e identificó a Moscú y a Teherán como muy problemáticos para sus intereses.
Un teatro de cooperación ruso-iraní está en Siria, donde ambos están interesados en detener la influencia occidental (principalmente estadounidense). Se ha escrito mucho sobre las medidas militares y económicas que han estado implementando Moscú y Teherán en Siria durante años – pero las diferencias tienden a aparecer entre aliados de guerra después que terminan las hostilidades. De hecho, ha habido ya pistas en los medios sobre desacuerdos entre Rusia e Irán sobre métodos, objetivos, y resultados de la guerra en Siria.
Aunque Moscú y Teherán cooperan, aborrecen las ambiciones geopolíticas del otro. Irán casi ha solidificado su alcance terrestre hasta el Mediterráneo, y Moscú podría bien estar preocupado que un Irán fuerte estará menos inclinado a seguir la iniciativa rusa.
A pesar del hecho que Rusia e Irán tienen diferencias políticas, las fuerzas geopolíticas continúan siendo lo suficientemente fuertes como para mantenerlos cooperando por el momento.
*Emil Avdaliani enseña historia y relaciones internacionales en la Universidad Estatal de Tbilisi y la Universidad Estatal de Ilia. Ha trabajado para distintas empresas consultoras internacionales y actualmente publica artículos enfocados en acontecimientos militares y políticos a lo largo del ex espacio soviético.
Fuente: The Begin-Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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