Enlace Judío México.- Hablar de discapacidad significa hablar de un tema que de cierta forma aún es un tabú en la sociedad mexicana. Muchos podrán jactarse de ser open mind; sin embargo, cuando realmente se enfrentan al hecho de convivir con una persona que padece alguna discapacidad, la no sensibilización con el tema es evidente. Por un lado están los que la ven como una enfermedad y en otro extremo están los que muestran lástima, cuando simplemente es una condición de vida.
GEORGINA HERNÁNDEZ
Ante este panorama, en 2008 surgió la Fundación Inclúyeme de la mano de Enrique Grapa Markuschamer, quien desde la infancia se sensibilizó con el asunto, pues de los 8 a los 12 años no caminó por una enfermedad en el pie y a esto se le puede añadir que su hija Nurit, quien es su “motor de vida”, tiene discapacidad intelectual.
“Luego de 23 años de trabajar en Banamex, tener a mi cargo 18 mil personas y haber sido uno de los nueve líderes tecnológicos del mundo, sentí que ya había cubierto todas mis metas desde el punto de vista de la tecnología, pero tenía una deuda conmigo mismo y la sociedad: dedicarme a un interés personal, el tema de la discapacidad, pero de una forma distinta, algo que no hubiera y con lo cual pudiera completar servicios que no existían”.
AMBIENTE DISCAPACITANTE
“Los muchachos nacen con una limitación, pero el ambiente los discapacita porque deciden que no pueden trabajar ni vivir independientemente”.
Para Enrique, México se encuentra a la mitad del camino para lograr la meta en esta materia, de ahí que él haya no solo decidido alzar la voz con su fundación, sino que también se involucró en la grilla política y fue nombrado representante de las asociaciones civiles ante el Consejo Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad (Conadis) del Estado de México.
Su objetivo es poner en el foco de los diputados y senadores tres temas: cambio de la Ley General de la Inclusión de las Personas con Discapacidad, quitar el juicio de intersección y establecer la vida independiente.
“Los muchachos tienen derecho a vivir con quien quieran; sin embargo, en nuestro país aún se institucionalizan, o sea, los obligan a vivir en algún lado y eso es una violación grave a la Convención; y tampoco tienen derecho a decidir por sí mismos pues la ley mexicana no los reconoce ya que necesitan de un tutor que les quita la facultad de tomar decisiones en juicio”.
Y es aquí donde el director de Inclúyeme se enfrenta a una de sus mayores dificultades y más grandes retos en este camino: lograr la sincronización de visiones y la apertura de un diálogo que condense una dirección y un crecimiento.
“Mi mayor problema ha sido el coincidir con una visión para trabajar en equipo con los demás. Sin embargo, mi más importante as bajo la manga es que la discapacidad está por todos lados. Creo que México tiene un potencial enorme, pero requerimos líderes que se pongan de acuerdo, que digan para dónde, expliquen por qué y que todos jalemos para allá”.
SISTEMAS DE APOYO
“El problema real parte de la interacción entre estas personas y la sociedad”.
De acuerdo con la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, ésta es una condición de vida a la que le hace falta un sistema de apoyo o apoyos compensatorios para normalizarla.
Es en esta parte donde se crea el objetivo de Inclúyeme: enfocarse en la vida independiente y la inclusión laboral.
La ayuda está dirigida a personas con discapacidad intelectual en su vida adulta, una etapa en la que frecuentemente surge una especie de ruptura en la que las personas que están a cargo de ellos no saben qué hacer y en muchas ocasiones, “los tratan como niños eternos cuando no lo son”.
“Analizamos a cada uno de los muchachos en cuanto a las habilidades que tienen, las que no, las que podrían tener y no, para saber en qué trabajo incluirlos; y ponemos departamentos en donde ellos crean una familia de amigos y viven en igualdad de condiciones con los demás”.
Además, la fundación tiene alianza con al menos 30 organizaciones, a las cuales ayudan para que los chicos que éstas atienden puedan conseguir empleo. De esta forma han apoyado a 2 mil personas, ya que trabajan con alrededor de 50 empresas, a las cuales capacitan para sensibilizarlos en el tema.
“Las empresas no están preparadas desde sus políticas, por eso es lo primero que revisamos. Tienen miedo de hablar tanto de la discapacidad como de la capacidad y no se dan cuenta de que estos muchachos tienen capacidades e incluso, en muchos casos, mejores que nosotros”.
Pese a que el escenario se vislumbra complicado, para Enrique Grapa, 30 años podrían ser una buena cantidad de tiempo, para que México despertara y reconociera a las personas con discapacidad intelectual como mexicanos normales.
En Inclúyeme los planes son replicar el modelo en ciudades como Querétaro, Oaxaca, Córdoba, Guadalajara y Monterrey, pero a la sociedad le toca volverse más incluyente por el beneficio de todos y, al gobierno, tomar como responsabilidad el apoyo a estas personas.
Fuente:lideresmexicanos.com
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