Enlace Judío México.- Pareciera que el universo se coordinó para exhibir la ingenuidad irracional de la izquierda israelí y de todos sus fans.
IRVING GATELL EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Apenas hace un par de días que Avi Gabbay, líder del Partido Laborista, hizo un comentario infumable, absurdo y preocupante. Dijo que si las negociaciones de paz con los palestinos no funcionan, Israel tendría que optar por una retirada unilateral de Samaria y Cisjordania.
Es increíble. Traducido al español coloquial, es lo mismo que “si las negociaciones de paz fracasan, Israel se tiene que rendir”.
Lo primero que tendría que explicarnos Avi Gabbay es a qué negociaciones de paz se refiere. Los palestinos llevan 25 años negándose sistemáticamente a cualquier negociación que lleve a acuerdos formales. Después de Oslo (1993) no han firmado ningún compromiso más. En vez de ello, no sólo han continuado con su actividad terrorista (por ejemplo, más de 12 mil cohetes disparados desde Gaza contra civiles israelíes, o los ataques con cuchillo en Cisjordania, pasando por la Segunda Intifada –2000 a 2005–, el episodio de violencia más sangriento entre israelíes y palestinos), sino que sus dos liderazgos políticos (Hamás y Al Fatah) han insistido en la incitación a la violencia. Se premia a los terroristas o a sus familiares con dinero. Se inculca a los niños que Israel no tiene que existir. Abbas ha dicho públicamente que el pacifismo palestino no está peleado con matar judíos.
Seamos honestos. Lo vengo insistiendo desde hace años: no existe un proceso de paz. Es una ilusión que sólo se compra la gente tonta o la gente malintencionada y judeófoba.
Lo terrible es comprobar que Gabbay, potencial Primer Ministro (aunque a estas alturas dudo mucho que realmente vaya a tener posibilidades), sea parte de este engaño ingenuo y torpe, tan arraigado en la izquierda israelí y la izquierda judía internacional.
Gabbay tiene miedo. Es otro de tantos judíos que se quedó atorado en el pasado anterior a 1948 y que sigue pensando que la carga de cuidarnos y valernos por nosotros mismos es demasiado pesada, y que por eso mejor hay que retroceder. No importa que la experiencia haya demostrado que esos retrocesos no sirven más que para fomentar la violencia palestina (ahí está la contundente experiencia en Gaza a partir de 2005).
Y es que hay que entender la lógica palestina. Regresemos a Gaza: cuando Ariel Sharón ordenó el retiro unilateral israelí en 2005, los palestinos de Gaza no reaccionaron diciendo que Israel había tenido un enorme gesto en favor de la paz. Reaccionaron con su estúpida propaganda de “derrotamos a los sionistas”, y la feroz llamada a “derrotarlos por completo”. Por eso convirtieron a Gaza en un enclave terrorista que, a partir de ese momento, se dedicó a disparar cohetes contra civiles desarmados.
Esa es la lógica palestina. Si Israel retrocede, la absurda irracionalidad de los políticos palestinos regresará al tonto discurso de “oye, los derrotamos…”, y animarán a su gente (fácilmente convencible en estos casos) a que se lancen a más agresiones, más atentados, más asesinatos. A ver si así logran derrotarnos por completo.
¿Cómo ponerles el alto? Si entendemos esa lógica perversa en la que se desenvuelven los palestinos, es obvio que sólo hay una solución objetiva y funcional: aplastarlos. Derrotarlos. Dejarlos sin opciones.
Y no. No soy fascista. Sólo soy pragmático. Sólo sigo insistiendo en que la realidad sólo se transforma cuando la entendemos y procedemos en coherencia a ella.
En el imaginario de Gabbay, sigue pesando esa obligación ancestral judía de ser buenos. Y eso, en abstracto, está bien. El Judaísmo ha sido una de las culturas más características en cuanto a valores morales. De hecho, en muchos sentidos podría decirse que fue el Judaísmo quien inventó el sentido moral de la vida, por lo menos en lo que respecta al mundo occidental.
Pero una cosa es ser moral y otra es ser miedoso, y casos como el de Gabbay demuestran que con mucha facilidad se puede llegar de una condición a la otra.
Pareciera que Gabbay quiere convencernos de algo así como “denles todas las ventajas posibles para que nos sigan atacando y asesinando; si logramos sobrevivir casi dos mil años así, ¿por qué no lo lograríamos otra vez?”
Esta mentalidad no se limita. Se expande, y asume que la única culpa de todo el problema es siempre e inequívocamente de Israel. Netanyahu es malo, se da por sentado. Sus “halcones” son gente de la que no puede salir nada bueno. Me he topado con cualquier cantidad de artículos donde todo el deterioro de la situación en la zona es culpa de “la derecha israelí” y de Trump, y en los que no hay ninguna referencia al sistemático discurso de violencia que mantienen los palestinos a todo nivel.
Es una visión retorcida y perversa del fenómeno. De fondo, nos dice que los palestinos son seres irracionales, prácticamente animales, incapaces de actuar por sí mismos y que sólo se limitan a reaccionar a los estímulos exteriores. Por ello, dada su condición animal, en su caso la violencia es lógica y hasta justificable.
Esa idea monstruosa se disfraza del consabido pretexto de que “están reaccionando contra la ocupación”. Ocupación que no existe, que no tiene sustento histórico ni legal.
No, no es cierto. Los palestinos son seres humanos viviendo una realidad muy compleja. En muchos sentidos, víctimas de la absurda política árabe de los años 50’s, 60’s, 70’s y 80’s. Y actualmente, completamente atorados en el discurso panarabista o islamista según el cual Israel no debe existir. Su violencia tiene vida propia. No es la reacción a ningún estímulo externo, sino la consecuencia lógica del ideario con el que han sido educados durante tres generaciones.
Lamentablemente, eso es lo que hace que como sociedad en general (y lo digo de este modo porque hay honrosas excepciones, pero siguen siendo sólo eso: excepciones) no estén listos para ser socios para la paz. Y si eso es una realidad a nivel de sociedad, lo es de manera más intensa a nivel de gobierno.
El terrorista que este día ha asesinado a un rabino de 29 años va a ser capturado o eliminado. La Autoridad Palestina luego le declarará mártir, y le dará un premio económico a su familia. Si hubiera logrado matar a muchas personas, seguro su nombre sería después el de algún parque o una escuela. También se dedicarán a chillar contra los Estados Unidos, exigiendo que se respete su derecho a una falsa y estúpida “memoria histórica” según la cual estos asesinos inhumanos son héroes.
Y mientras, Gabbay dice “retirémonos”. Y la izquierda que le hace coro vuelve a su plañidero mantra: “el culpable es Netanyahu, el malo es Trump”.
Qué bueno que hace mucho que no ganan elecciones. De verdad, el futuro de Israel estaría en un serio riesgo con este tipo de gente al frente del país.
Sus posicionamientos buenistas e ingenuos revelan que muchos son personas de sentimientos nobles, pero una nación no se dirige –y menos aún se defiende– solamente con eso. Además también hay que ser realista y tomar el control de las situaciones apremiantes, como esta.
Debo decir que Netanyahu y su gobierno no están exentos de culpa. Han cometido el mismo error, aunque en otro nivel. Han sido demasiado buenos también, incapaces de entender que la única y verdadera solución al conflicto es la derrota contundente de los palestinos. Como señalé hace un momento: dejarlos sin opciones. Llevarlos a la rendición total.
Paradójicamente, el gobierno de “halcones” israelíes ha sido demasiado amable con eso, y por eso el desgastante conflicto sigue.
Si la persecución militar y policíaca del asesino palestino no se salda contundentemente, y los palestinos no captan el mensaje claro de que con estos ataques ellos son los que más pierden, será cosa de tiempo para que venga otro ataque más.
Israel tiene que proceder a la captura o eliminación del terrorista, la destrucción de su casa, el destierro de sus familiares, e incluso a la anexión de más territorios de Samaria y Cisjordania.
No me vengan con que eso “sólo traerá más violencia”. Por favor. Reitero: la violencia palestina allí está, con vida propia, con agenda autónoma. No necesita estímulos. Sólo necesita tiempo.
O más bien: lo que realmente necesita –para llegar a su fin– es entender que van a perder. Y que mientras más insistan por esa ruta, van a perder más. Que con esa estrategia sólo hacen cada vez más imposible su iluso sueño de construir un Estado palestino sobre las ruinas de Israel.
¿Es la violencia la solución?
No. Por supuesto que no. Pero plantear la pregunta así es un error de enfoque. Hay una guerra, y el lenguaje de toda guerra es la violencia. La violencia no se debe plantear como estrategia, sino que se debe admitir como realidad. Más aún: como realidad impuesta por el proyecto palestino de destruir a Israel.
Lamentablemente, se debe actuar en coherencia con ello. Por eso, vale más un golpe contundente –aunque inevitablemente violento–, que seguir perpetuando esta situación.
Entonces, que Gabbay no nos venga con cuentos sobre un posible fracaso en las negociaciones de paz, porque no hay negociaciones de paz.
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