Siguiendo los pasos de las mujeres del Tanaj

Enlace Judío México.- Cada una de las grandes mujeres judías de la Biblia posee rasgos, fortalezas y capacidades únicos. También hay una trama común, una especie de tapiz especial de temas recurrentes, entrelazando a estas figuras ilustres de la historia judía.

Sará, la primera mujer judía, fue una excelente socia de Abraham en su misión de esparcir el monoteísmo ético por todo el mundo pagano. Después de muchos años de esterilidad, ella tomó a Hagar, la sirvienta, como madre sustituta para el hijo que ella esperaba que liderara a la nación judía. Sin embargo, Ishmael no resultó como Sará había planeado; él era un hombre salvaje. Eventualmente, cuando nació y creció Itzjak, Sará le exigió a Abraham que alejara a Ishmael y a Hagar. Abraham, el hombre de la bondad, se resistió a esa actitud aparentemente dura. Pero Dios estuvo de acuerdo con Sará y el Midrash confirma que ella tenía intenciones puras:

Sará vio a Ishmael construyendo altares y sacrificando animales a la idolatría. Dijo: “¡Si mi hijo Itzjak aprende de él, se profanará el Nombre del Cielo!”

Abraham dijo: “… ¿Cómo podríamos deshacernos de ella? ¿Qué dirá la gente de nosotros? ¡Habrá una profanación del Nombre de Dios!”

Sará dijo: “Si ambos hablamos sobre una profanación del Nombre de Dios, ¡entonces dejemos que Dios decida entre mis palabras y las tuyas!”

Dios estuvo de acuerdo con Sará, como está escrito (Génesis 21:12): “En todo lo que Sará te diga, escucha su voz” (Tosefta Sotá 5:7).

Al analizar la diferencia de opinión entre Abraham y Sará en este encuentro, emergen características claves de la primera matriarca:

El enfoque global

Sará vio los efectos a largo plazo de la influencia de Ishmael sobre Itzjak. Si Itzjak no desarrollaba la estatura y el comportamiento necesarios en un patriarca de la nación judía, no habría una nación judía. Que todo el mensaje de santidad en el mundo fuera atrofiado o abortado, sería una gran profanación del Nombre de Dios

Por otro lado, Abraham se enfocó en el presente: nuestros vecinos saben que tenemos una sirvienta egipcia y pensarán mal de nosotros si la echamos junto con su hijo. Pueden interpretar que eso significa que las personas santas son crueles; también eso es una profanación del Nombre de Dios.

Al comparar las opiniones, Sará tiene una visión increíblemente a largo plazo, comprendiendo la imagen global del destino judío y de la reparación del mundo.

Entendimiento de la naturaleza humana

Es interesante que pese a lo dura que parece Sará en su confrontación con Abraham, el Midrash acentúa también su capacidad diplomática para tener una discusión buena y pacífica. Ella no ataca la opinión de Abraham ni trata de probar que ella tiene la razón. En cambio, señala la similitud de las opiniones: “A ambos nos preocupa la profanación del Nombre de Dios”. Luego deja que Dios tome la decisión, aparentemente sin saber quién ganaría. Dios está de acuerdo con Sará, como está escrito: “En todo lo que Sará te diga, escucha su voz”.

Sará entendía mejor que Abraham cuál era el ambiente necesario para la educación de Itzjak. Ella también tuvo la habilidad de influir diplomáticamente sobre su marido para que él aceptara su punto de vista.

Rivká entiende en profundidad la personalidad de sus hijos

Rivká es otra mujer con un gran entendimiento de la naturaleza, las necesidades y el destino futuro de sus hijos.

Itzjak, el esposo de Rivká, favorecía a Esav como el siguiente eslabón en la cadena judía:

Itzjak amaba a Esav pues tenía la presa en su boca (Génesis 25:28)

Esav engañaba con palabras a su padre. Él le preguntaba: “¿Cómo se separa maaser de la sal y de la paja?” Entonces Itzjak pensaba que Esav era estricto en el cumplimiento de las mitzvot (Rashi).

Itzjak vio que a Esav le interesaban ciertos aspectos de la ley judía y, en base a eso, lo consideró recto. Sin embargo, Rivká vio la totalidad de la personalidad de sus hijos: “Y Rivká amaba a Iaakov” debido a que entendía su esencia, porque era capaz de ver toda la persona, sin dejarse engañar por factores externos.

Al igual que Sará, su predecesora, Rivká comprendió que para cumplir el destino judío a largo plazo era necesario actuar de inmediato. También sabía cómo influir sobre su marido para convencerlo que hiciera lo que ella sabía que era mejor. Su plan engañoso de vestir a Iaakov como si fuera Esav y robar las bendiciones, tuvo el objetivo de demostrarle a Itzjak que tal como él fue engañado al dar las bendiciones, también Esav lo había estado engañando todo el tiempo.

El entendimiento que tenía Rivká de la naturaleza humana, combinado con su visión global y a largo plazo, tuvo un impacto duradero en el destino judío.

El convincente argumento de Miriam

Miriam es otro ejemplo de una mujer judía que, al confrontar al sabio más grande de la generación, demostró poseer estas cualidades singulares.

Siendo pequeña, Miriam fue testigo de las terribles tragedias de la esclavitud egipcia y de la muerte de muchos niños judíos a causa del decreto del Faraón. Durante ese período trágico, Amram, su padre, había perdido las esperanzas de construir una nación. Para asegurar que no hubiera más niños judíos que sufrieran en este mundo, Amram se separó de Iojéved, su esposa. Entonces todos los hombres judíos siguieron en ejemplo.

Miriam le dijo: “Padre, tu decreto es peor que el del Faraón. Él sólo decretó la muerte de los niños, mientras que tú has decretado tanto en contra de los niños como de las niñas. Él sólo decretó en este mundo, mientras que tu decreto es en este mundo y en el Mundo Venidero. Él es malvado y es posible que sus decretos no se cumplan. ¡Pero tú eres recto y Dios seguramente permitirá que tu decreto se haga realidad!”

Amram se volvió a casar con su esposa y también el resto de los hombres volvieron a casarse con sus esposas. (Talmud Sotá 12b)

Por su mérito, de allí nació el grandioso Moshé. Vemos la visión de futuro y la confianza en sí misma que tuvo Miriam al hablar con su padre y convencerlo de abandonar lo que hubiera sido equivalente a un suicidio nacional. Miriam logró ver la imagen global más allá de los hechos presentes: ¡tenemos que construir una nación, un futuro, una misión! Ella no se quedó atrapada por la desesperación del presente, sino que se aferró a su visión y a su responsabilidad de mantener a la nación de cualquier forma posible.

Miriam también demostró un profundo entendimiento de la personalidad de su padre. Lo enfrentó con sabiduría, con una lista de tres razones racionales, y no con un reclamo emocional para que recuperara la fe y la esperanza. Y tuvo éxito.

Becerros y espías

¿Son sólo unos pocos individuos especiales quienes tienen la capacidad de entender profundamente la personalidad de los demás, una visión a largo plazo y la habilidad de ver más allá de los hechos y las cifras para enfocarse en una realidad más profunda y espiritual?

Estas cualidades elevadas existen también a nivel nacional. La Torá nos cuenta que grupos enteros de mujeres se elevaron por encima de las discusiones y no se involucraron en dos grandes pecados que cometieron los hombres judíos durante la travesía por el desierto.

El Becerro de Oro

Después de la entrega de la Torá, cuando Moshé tardó unas horas de más en volver después de estar 40 días en el Monte Sinaí, el pueblo judío le pidió a Aharón un sustituto, un líder tangible que tomara el lugar de Moshé. Basados en la lógica y en sus cálculos erróneos, ellos supusieron que Moshé había muerto. Para crear un líder sustituto, Aharón les dijo que le llevaran las joyas de sus esposas. Él esperaba que las mujeres (¡que aman sus joyas!) no estuvieran dispuestas a darlas de inmediato, y eso daría tiempo para que Moshé regresara. Sin embargo, los hombres estaban apurados y le llevaron sus propias joyas de oro. De esta manera tuvo lugar el trágico pecado del Becerro de Oro.

El Midrash nos cuenta que las mujeres se rehusaron categóricamente a dar sus joyas; no por una necesidad materialista, sino por el ridículo objetivo propuesto:

Aharón dijo: “Tomen los aretes de sus esposas, hijos e hijas y tráiganmelos” (Éxodo 32:2). Las mujeres oyeron y se rehusaron a darles a sus maridos las joyas, diciendo: “¿Quieren hacer un becerro sin poder para salvar? No los escucharemos”.

Dios las recompensó en este mundo dándoles el cumplimiento de Rosh Jódesh y en el Mundo Venidero para que tengan el mérito de renovarse como la luna nueva (Pirkei de Rabí Eliezer 45).

Por su profundo entendimiento y la capacidad de ver más allá de la lógica que engañó a los hombres, las mujeres judías fueron recompensadas con la mini festividad de Rosh Jódesh, la celebración de la luna nueva. Esto quizás se deba a la capacidad para ver más allá de la oscuridad inmediata del presente hacia un mañana más claro, así como la luna que después de su momento más oscuro revela una luz plateada y continúa creciendo e iluminándose hasta llegar a ser completamente visible.

El pecado de los espías

Poco después de ese evento, 12 espías fueron a explorar la Tierra de Israel. Ellos volvieron con un informe muy desalentador: la tierra estaba llena de gigantes y fortalezas que parecían inconquistables. Ellos estimaron que sería imposible conquistar la tierra y en consecuencia esa noche, el nueve del mes de av, el pueblo judío lloró. Como consecuencia debieron permanecer 40 años vagando por el desierto, murieron todos los hombres de entre 20 y 60 años y el nueve de av se convirtió en un día catastrófico durante toda la historia judía.

A partir de un pequeño indicio en el texto: “Nuestras esposas e hijas serán violados” (Números 14:3), los comentaristas deducen que sólo los hombres perdieron las esperanzas, pero no las mujeres. También aquí la inclinación natural de los hombres de ver la evidencia superficial y arribar a conclusiones lógicas terminó siendo engañosa y falsa. Por su parte, las mujeres se resistieron a la tentación de desesperarse. Ellas vieron más allá de la superficie, apreciaron la realidad de la ayuda Divina y la visión de un futuro en el que se cumpliría el plan maestro de Dios.

¿Quién tiene el mérito?

Sin embargo, en las referencias midráshicas y textuales falta algo con respecto a la abstención de las mujeres al no participar en estos grandes errores de la historia judía. Esas mujeres no reciben crédito directo por su entendimiento y por su visión. Sólo nos enteramos que las mujeres no estuvieron entre los pecadores a través de alusiones indirectas.

Podríamos pensar que los individuos merecen el reconocimiento y eso los ayuda a seguir creciendo, pero que no ocurre lo mismo cuando se trata de un grupo. De hecho, las mujeres judías fueron reconocidas de forma conjunta por continuar trayendo niños al mundo durante la difícil esclavitud egipcia. Lo mismo ocurrió en el caso de las hijas de Tzelofajad por querer asentarse en la Tierra de Israel y tener una porción en ella (ver Números cap. 27). ¿Por qué no reconocer también a todas las mujeres judías por permanecer firmes y evitar los dos famosos pecados del Becerro de Oro y de los espías?

Aparentemente la Torá sigue el famoso dicho judío de lefum tzar agra, de acuerdo con el esfuerzo es la recompensa. En otras palabras, no se da mérito por algo que es natural y no involucra mucha elección ni acción. En los casos del Becerro y de los espías, las mujeres judías exhibieron sus cualidades naturales y su habilidad de entendimiento y visión a largo plazo; de ver más allá de la superficie para llegar a una realidad más profunda. Pero no fueron más allá de esos límites naturales: no influyeron ni impactaron en quienes las rodeaban, no los convencieron para que no consideraran sólo el corto plazo y no perdieran la fe. Finalmente, las historias del Becerro y de los espías tuvieron un final trágico.

En contraste, Sará confrontó a su marido y le pidió diplomáticamente que presentara su desacuerdo ante Dios; Rivká implementó sutilmente un plan para que la bendición la recibiera el hijo correcto; Miriam destacó tres razones concisas y racionales por las que su padre estaba equivocado. Sin embargo, las mujeres en el desierto permanecieron calladas. No se escuchó indignación ni desacuerdo con las quejas públicas y la histeria. Si bien no fueron parte del problema, tampoco fueron parte de la solución.

El Midrash (Bereshit Rabá 19:9) cuenta sobre un matrimonio de personas rectas que no podía tener hijos. Eventualmente decidieron divorciarse e intentar volver a casarse con otras personas. La historia cuenta que ambos se casaron con personas malvadas. Al final, el hombre recto se volvió malvado y el hombre malvado se volvió recto. El Midrash dice que de aquí aprendemos “que todo depende de la mujer”.

Una mujer, con sus dones Divinos y, especialmente, con su dosis extra de entendimiento (biná), tiene una capacidad impresionante para impactar de manera positiva sobre su entorno. La medida en que aproveche ese entendimiento para influir sobre los demás, es la medida en que estará desarrollando su potencial y por eso merece reconocimiento y recompensa. Sin embargo, si meramente usa ese entendimiento que Dios le regaló para permanecer en el camino correcto, sin pensar en formas creativas y efectivas para influir sobre quienes la rodean… ¿Qué es lo que ha hecho para merecer algún reconocimiento?

Si las mujeres en el desierto hubieran organizado una gran rebelión, protestando contra las quejas y el llanto sin sentido… Si tan sólo se hubieran tomado el tiempo, cada una a su manera, para explicarles a los hombres de su familia por qué estaban equivocados… ¡Si tan sólo lo hubieran hecho!

El poder en nuestro interior

Las mujeres judías que analizamos en esta serie marcaron una gran diferencia, influyendo sobre su entorno y sobre la nación judía de una manera poderosa.

Rajel y Leá utilizaron sus rasgos respectivos de compasión, generosidad y el poder transformador de la plegaria para afectar el destino de sus esposos y de sus hijos.

Dina pudo impactar e influir sobre un hombre malvado, ¡sin decir ni una palabra!

Deborá usó su sabiduría sutil para influir sobre su marido y guiar a la nación judía para que regresara a Dios y a la Torá.

Rut brindó a la nación de Israel sus rasgos de modestia y humildad a pesar de venir de una cultura extraña, usando una forma especial de descaro para influir proactivamente sobre Boaz para que se casara con ella.

Ester usó su entendimiento del carácter humano para influir sobre Ajashverosh para que anulara su decreto y para pedirle a Mordejai la implementación de un plan para llevar a la nación judía de regreso hacia Dios.

Por lo tanto, esto es lo que distingue a la mujer judía grandiosa de la mujer común y cotidiana. Todas estas mujeres poseían una fortaleza y virtudes inmensas, que utilizaron para impactar sobre su generación y sobre las futuras generaciones (ya sea mediante la confrontación directa o con una sutil determinación). Todas encontraron los medios para hacer lo que sabían que era correcto.

En esto yace el verdadero poder de la mujer judía. En primer lugar, poseen las cualidades innatas femeninas de entendimiento profundo, visión a largo plazo y la capacidad de ver la realidad oculta detrás de la superficie. En segundo lugar, tienen la sabiduría y el coraje para actuar en base a su potencial. De esta manera, cada mujer judía, de forma grande o pequeña, puede cambiar realmente el destino judío.

Fuente: Aish latino

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