Maimónides: su vida y su legado

Enlace Judío México – En este fascinante video, aprendemos sobre la vida del sabio Maimónides, su vida errante y su enorme influencia en la vida moderna

Eran los comienzos del siglo XII, Europa llevaba ya un siglo de ser azotada por las cruzadas; cristianos y musulmanes se debatían poder y territorios, mientras que la diáspora judía se encontraba radicalmente dividida. Por un lado se desarrollaban las comunidades judías de regiones musulmanas, tales como Persia, Babilonia, Siria, Yemen, Nor África y la península ibérica; y por otro lado y en menor medida, se encontraban las comunidades judías de regiones cristianas que hoy son Francia, Alemania e Italia, y que durante el siglo XII, se encontraban sumergidas en un profundo oscurantismo. De este modo, mientras en la Europa cristiana abundaba las inquisiciones, las cruzadas, las supersticiones y la ignorancia, las ciudades musulmanas progresaban. En este mapa heterogéneo, Al Andalus brillaba, Córdoba era su centro político y cultural, y en sus calles convivían las tres religiones monoteístas en completa paz.

Fue en esta Córdoba memorable, en la que Moshe Ben Maimón pasó los primeros 13 años de su vida, hasta que este escenario de paz fue interrumpido por los almohades, fanáticos musulmanes que a su llegada a Córdoba en el año 1148, obligaron a todo tipo de habitantes a convertirse al Islam o a marcharse. La familia Maimónides decidió emigrar, sin saber que ese viaje era sólo el comienzo de una vida llena de peregrinaje. Se trataba de una persecución violenta y continua, una persecución que a su paso dejaba tanto academias como sinagogas transformadas en mezquitas.

Llegaron entonces a la ciudad de Lucena, luego a Almería, pero los almohades también llegaron a estas ciudades y la familia de Moshe se vio obligada a tener que escapar. La ausencia de un refugio seguro provocaba un miedo absoluto y múltiples viajes sin rumbo.

En este constante movimiento fue que Maimónides comenzó a escribir y a estudiar; tal vez el conflictivo contexto le hizo intuir que el conocimiento podría brindarle un mejor futuro. A su corta edad, llegó a escribir y a hablar en árabe y hebreo a la perfección.

En el año 1160 abandonó la península ibérica para dirigirse a Fez; ahí, en tierra marroquí, Moshe y su familia se vieron obligados a ocultar su identidad judía, hasta que el entonces Sultán reconoció a la honorable familia y les concedió un permiso especial: el privilegio consistió en otorgarles libertad para profesar su religión; esta concesión, le permitió a Moshe vivir relativamente tranquilo, tanto como intelectual, como en su condición de judío.

Cinco años después, Maimónides y su familia decidieron emprender el largo camino hacia un nuevo destino; esta vez, la meta era llegar a la tierra prometida. Para Moshe, era el anhelado Ertez Israel, no importaba que mil años antes los romanos lo llamaron Palestina.

Llegaron al puerto de Akko y todas las expectativas se desmoronaron, se dirigieron a Jerusalén y la encontraron dominada y tristemente deteriorada por las cruzadas, Maimónides simplemente decidió partir.

Después de un largo viaje llegaron a Egipto, la fama de Moshe había traspasado fronteras y fue muy bien recibido. La ciudad de Alejandría era glamorosa, con su moderno faro, con su vasta librería, con sus iglesias, sinagogas y mezquitas. Completamente influenciado por el saber griego, Egipto estaba comprometido con la ciencia y con el progreso. Entonces, Maimónides fue invitado a hablar en la academia de filosofía de Aristóteles, así como también fue invitado a desempeñarse como Rabino, pero el Rambam estaba convencido de que no debía obtener ganancias monetarias ni por servicios religiosos, ni por labores de enseñanza; así que a pesar del ofrecimiento y del gran recibimiento en Alejandría, Moshe escogió a Fustat para establecerse de forma permanente, llegó al viejo Cairo en el 1165, y fue en esta ciudad-puerto en la que publicó la inmensa mayoría de sus textos.

Era un oasis de paz, que repentinamente fue interrumpido por desastrosas tragedias: Durante un viaje de negocios, su hermano David naufragó, y cuando Maimónides recibió la noticia de su muerte, simplemente cayó en depresión. David era literato, escritor y comerciante de joyas, tenía con Moshe, su hermano mayor, una muy cercana relación. La tristeza colapsó a Moshe durante un año, pero la necesidad económica lo obligó a salir adelante, pues la familia de su fallecido hermano se encontraba totalmente desamparada. Maimónides decidió ejercer como médico. Fue inmediato que la gran cantidad de pacientes le provocaron exhaustivas jornadas. Después de 20 años de dedicar su vida a los enfermos de su entorno, fue llamado a la corte real, para fungir como el mismísimo médico del visir y del sultán, el rey fatimí Al-Adid.

Pero cuando parecía que Maimónides encontraba de nuevo estabilidad y tranquilidad, vivió otra gran tragedia familiar: la muerte de sus hijos, de su esposa y 6 meses después de su padre, le provocaron a Moshe un instintivo deseo por aislarse. En este tiempo en soledad, terminó su maravillosa obra: “Comentarios de la Mishná”.

Médico, escritor, Rabino, regente de la comunidad judía de Egipto y consejero del califa en asuntos administrativos; para ese entonces, Maimónides era tan erudito que algunos lo apodaban “el Aristóteles judío”.

El Rambam propuso en sus obras un pensamiento innovador, tanto, que fue duramente criticado por Rabinos contemporáneos. Cuando los judíos fueron expulsados de Francia en el año 1182, muchos Rabinos se dirigieron a lugares hispanos con el firme propósito de encaminar a los Rabinos sefaraditas “descarriados”. Y es que sin duda, pensamientos como el de Maimónides eran poco convencionales; uno de ellos era la ocurrencia de escribir en árabe sobre temas de judaísmo, sin duda, era un acto tan extraño como atrevido.

Sus obras son vastas, pero la influencia de estas obras lo es aún más:

En su “carta de conversión” mostró comprensión y consuelo a los judíos que se vieron obligados a convertirse al Islam bajo opresión. En sus “comentarios sobre la Mishná” logró un mayor entendimiento de tan complejo texto. En “Mishné Tora” plantea teorías sobre la creación, las profecías y su sentido filosófico y moralista, así como también se aventura a proponer el esencial motivo de los preceptos judíos. En su obra “puerta de la esperanza” brinda apoyo y consejo a la comunidad yemenita, que se encontraba sufriendo por la tiranía de su Sultán chiíta. La carta no sólo dio consuelo a la abatida sociedad, sino que además solucionó la opresión política que afectaba a los judíos yemenitas.

Sus obras en árabe se traducían al hebreo y al latín y sus obras en hebreo se traducían al latín y al árabe. Pero nombrar “La guía de los perplejos” es mencionar su obra más importante. Maimónides tuvo la oportunidad de escribir esta obra ya lejos de la preocupación económica. Su edad madura, su conocimiento y su talento por la literatura dieron como resultado un texto sabio, pero adelantado a su tiempo, en donde llama al cumplimiento de las mitzvot no por obligación, sino por el entendimiento y su consecuente genuina convicción.

“La guía de los perplejos” fue escrita en árabe, pero dicha obra merecía ser traducida, fue así como Maimónides le ofreció la tarea a su amigo traductor Samuel Ibn Tibbon, desafortunadamente Moshe ya nunca pudo ver la esperada traducción.

En sus últimos años el Rambam se dedicó a tratar de ayudar como médico en la dura plaga que azotó a Egipto en el 1201. Pero el tiempo no pasó en vano, y el cansancio finalmente llegó. Después de tantos años de servicio médico, Maimónides escribió:

“Yo vivo en Fustat y el Sultán en El Cairo, entre ambas localidades hay milla y media, debo hacer una visita al sultán todas las mañanas (…) regreso a Fustat después del medio día, hambriento. Aquí me espera un público numeroso, tanto de musulmanes como de judíos (…) me lavo y me dirijo a mis visitantes para pedirles que me perdonen una breve demora para comer algo. Luego me dedico a mis enfermos”.

Finalmente Moshe cayó abatido por la enfermedad y por el cansancio a sus 69 años. Murió en diciembre de 1204 y sus restos fueron transportados a la tierra prometida, a la ciudad de Tiberias.

Tras su muerte, sus seguidores no tardaron en escribir sobre su tumba: “Aquí yace lo mejor del género humano”. No se equivocaron, pues 800 años después de su muerte sus textos y su legado siguen siendo completamente contemporáneos.

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Nadia Cattan: