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jueves 21 de noviembre de 2024

Así mató Hitler a su amada perra y a sus cachorros para “salvarles” de la barbarie comunista

Enlace Judío México.- A pesar de su falta de humanidad, Hitler guardaba un especial cariño a una hembra de pastor alemán con la que pasó sus últimos días de vida.

MANUEL P. VILLATORO

Adolf Hitler dispuso que más de seis millones de judíos fuesen asesinados de forma sistemática por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Bajo su dirección, permitió además tropelías como las cometidas por Sigmund Rascher (obsesionado con revivir a los muertos mediante sexo) o las perpetradas por las SS en Auschwitz. Sin embargo, este personaje demoníaco era también vegetariano, estaba obsesionado con la buena alimentación y, para asombro de muchos, amaba a los perros. De hecho, hasta el final de sus días estuvo acompañado en el búnker de la Cancillería por Blondi, una hembra de pastor alemán a la que mató junto a sus cachorros poco antes de suicidarse. Oficialmente, para probar en ella la ampolla de cianuro que iba a ingerir. Pero también para evitar que falleciera a manos de las tropas de Stalin.

La historia de Blondi navega en aguas turbulentas y suscita una serie de dudas. ¿Es posible que un personaje tan cruel como el mismísimo Adolf Hitler pueda amar a un perro? ¿Nos hace el cariño por los animales mejores personas? Todas estas cuestiones son las que se planteó el director español Hugo de la Riva en la que fue una de sus primeras obras: «Blondi». Un cortometraje de aproximadamente quince minutos en el que historia y ficción se fusionaron para dar a conocer una figura olvidada, la de perra del líder nazi. En su momento, el film le granjeó dos premios y empezar a hacer carrera en el mundo del cine bélico. Hoy, seis años después de su estreno, el alcazareño ha recorrido medio mundo con su trabajo (presentó uno de sus últimos cortos en la India) y se encuentra embarcado en el rodaje de «Sancho», una nueva forma de interpretar el clásico de Cervantes.

La verdad de Blondi

Para hallar el momento en que las vidas de Blondi y Hitler se unieron es necesario retroceder en el tiempo hasta 1941. Ese fue el año en que Martin Bormann (hombre de confianza del «Führer» por su capacidad para la contabilidad y, por entonces, director también del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán) le regaló al líder nazi algo que éste jamás olvidaría: un perro. Más concretamente, una hembra de pastor alemán que cautivó su corazón desde aquel instante. Sin dudarlo, el dictador bautizó al animal como Blondi («Rubita»).

Desde el momento en el que el «Führer» puso los ojos sobre su nuevo pastor alemán, sintió un gran amor hacia él. Y eso, curiosamente, era algo inusual entre Hitler y sus mascotas. «Sus gustos por los animales eran un tanto especiales, pues hallaba estúpidos a los caballos, antipáticos a los perros bulldog y bóxer, y evitaba acercarse a las tortugas, los pollos y los gamos. Odiaba a los gatos y, por lo general, la pequeñez de los canes que había tenido se contradecía con la grandeza de sus gustos. Luego sintió verdadera pasión por los perros pastores desde que, en 1921, le regalaron uno», explica el escritor Nerin E. Gun en su obra «Hitler y Eva. Un amor maldito».

Hitler disfrutó de una vida bastante plácida durante los siguientes años de la guerra junto a Blondi. Y es que, a pesar de estar dándose de mandobles contra la Unión Soviética en la denominada «Operación Barbarroja» y de que sus tropas del «Afrika Korps» andaban a fusilazo limpio contra los británicos en las tierras de los tuaregs, el «Führer» siempre hallaba un rato libre para tomarse un té junto a sus personas más allegadas en su residencia de Berghof o jugar con su perrita. Ubicada en los Alpes Bávaros y situada encima de un precioso risco, esta vivienda hacía las delicias de él y de su querida Eva Braun, a quien había conocido una tarde de 1929.

El «Führer», de carácter duro y quiquilloso, cambiaba drásticamente cuando pasaba el tiempo junto a sus dos seres más queridos: Eva y Blondi. El líder nazi, de hecho, era la muestra viva de que se podía querer más a un animal que a una persona, pues aquellos que le conocían decían que sentía auténtica debilidad por su perra. Con ella pasaba largos ratos en los que paseaban o jugaban en una pista de obstáculos creada especialmente para ella. Esta situación no debía gustar demasiado a su querida «Effie» (apodo con el que Hitler denominaba a su esposa), algo que la llevó –no se sabe si por intentar darle celos o no- a adquirir también dos perros.

«Por las mañanas, cuando la servidumbre se desperezaba, oíanse una serie de gruñidos. Eran “Negus” y “Stasi”, los dos perros negros de Eva. […] Lo cierto es que los terriers escoceses de Eva tenían un aspecto ridículo. Hitler prohibió la distribución de fotografías en las que apareciera con los dos canes, que eran además feroces y no podían soportar la presencia de Blondi. Por ello, no se permitía al perro [de Hitler] entrar en el salón cuando ellos estaban y debía permanecer en el dormitorio de Hitler o en la perrera», añade el experto.

Sin embargo, no eran pocas las ocasiones en las que el «Führer» -ese hombre que firmaba día tras día tácitamente la sentencia de muerte de miles de judíos- intentaba que Effie dejara pasar a la perra junto a ellos. «A veces, cuando por la noche el ambiente era particularmente placentero y Hitler había conseguido ablandar a Eva con el regalo de una joya o la promesa de otro viaje a Italia, le decía “Effie, ¿permites que el pobre Blondi venga con nosotros media hora?”. Eva, complaciente, le sonreía y hacía un gesto al ayuda de cámara, el cual cogía por las correas a los terribles “Stasi” y “Negus” e iba a encerrarlos en la habitación de su ama, volviendo luego con Blondi, que al fin podía tumbarse a los pies de su amo», completa Gun.

 

Bajo el cemento

Como cabía esperar, la relación entre Adolf Hitler y su pequeña Blondi no cambió cuando los aliados comenzaron a ganar terreno a las tropas de la esvástica y llegaron hasta las puertas de Berlín. Quizá solo una cosa: en lugar de pasar sus ratos muertos junto a la perrita en las cercanías de Berghof, el «Führer» lo hacía en el interior del Búnker de la Cancillería. Aunque estaban escondidos en este ataúd de hormigón por miedo a los bombazos soviéticos, el «Führer» solía disfrutar (cuando sus enemigos le daban tregua) de breves paseos junto a su perrita en las cercanías del gran edificio.

Bajo el hormigón, Hitler consiguió que Blondi se quedara embarazada del perro de un alto oficial presente en el Búnker. Apenas un mes después, «Rubita» parió una camada de pequeños pastores alemanes. «Blondi, la perra, dio por fin a luz […] cuatro cachorros. […] Hitler llamó Wolfie al más hermoso de los animalitos, y prometió los demás a sus amigos, incluyendo uno para Greti, su futura cuñada. La madre y los perritos estaban echados en una caja que fue colocada primeramente en los servicios, pero que luego Hitler hizo situar en un rincón de su dormitorio. Después, el “Führer” tenía casi todo el tiempo un cachorro sobre las rodillas, al que acariciaba interminablemente, como para disimular de este modo el temblor de sus manos», completa Gun.

El 29 de abril, el jolgorio ya había desaparecido y se había transformado en absoluta desesperación. Los rusos se hallaban a las puertas del mismísimo escondrijo del «Führer» y no quedaban suficientes tropas para obligar a sus blindados T-34 a retirarse. La infantería soviética, por su parte, avanzaba como una masa uniforme entre las calles de la ciudad -agujereada hasta la saciedad por culpa de las bombas- haciendo valer su superioridad numérica, sus fusiles Mosin Nagant y sus ametralladoras PPSH-41.

Mientras los soviéticos paladeaban la victoria, la situación era bien diferente en el Búnker de Hitler, lugar en el que el nazi ya había tomado la decisión de suicidarse junto a su mujer para evitar ser capturados por los rusos. Con todas las vejaciones cometidas por sus soldados en el frente soviético sabían que era mejor fallecer, pues las torturas sobre ellos serían insoportables si les capturaban. Su idea era acabar con su vida mediante una pastilla de cianuro, sin embargo, en aquellos momentos el líder ya no se fiaba de sus médicos y sospechaba que éstos podrían haber cambiado las cápsulas para provocarle un coma temporal. Eso sería peor que la muerte, pues le haría caer vivo en las manos de sus enemigos.

«Hitler se sentía acometido por las dudas. El veneno había sido proporcionado por Himmler, un traidor. Hitler hizo entonces que viniera el cirujano del Búnker, el cual propuso ensayar una de sus ampollas en la perrita Blondi. Hitler consintió, pero luego le acometió otra duda. El cirujano pertenecía a las SS. ¿Y si por orden de Himmler había sustituido las ampollas? Se mandó llamar a otro médico, el profesor Hasse, que introdujo el líquido en la boca de la perra alsaciana. Así murió Blondi, a la que Hitler quería más que a nada», completa el escritor en su obra.

Una vez fallecida su madre, Hitler dio orden a uno de sus guardias de que cogiera a los cachorritos y acabara con sus vidas. Con un disparo certero a cada uno se puso fin a esta nueva tarea. Un día después, el «Führer» terminó con su existencia junto a Eva Braun. Lo que pasó posteriormente con sus cuerpos (tanto los de los perros como los de sus dueños) es todavía un misterio, aunque la teoría más extendida afirma que fueron incinerados con gasolina. «Después de quemar los cuerpos enterraron los restos en un cráter abierto por una bomba. […] Otros hablan de una fosa común, asegurando que los SS mezclaron las cenizas de Eva y de Hitler con las de Blondi y Wolfi, que también habían sido quemados», finaliza Gun.

El cortometraje «Blondi» cuenta la historia de dos paracaidistas de la 101ª División Aerotransportada que logran, tras muchos esfuerzos, raptar a Blondi, la pastora alemana de Adolf Hitler. Sin embargo, durante el trayecto hacia su base no pueden evitar que el can muera. A partir de entonces, su obsesión es hallar un perro similar a la mascota del «Führer» para tratar de cobrar un rescate por él ¿Lo lograrán?

A pesar de haber sido estrenado en 2012, la historia de este cortometraje no puede estar más de actualidad. Para su rodaje, el director Hugo de la Riva contó con un vehículo similar al popular Jeep Willys (el caballo de batalla del ejército norteamericano en la Segunda Guerra Mundial), equipamiento y uniformes similar a los de la época, y una documentación histórica envidiable. Todos estos factores le permitieron obtener dos premios en el festival de cine de Castilla-La Mancha.

De la mano de Evasión Cine, Ciudad Real se transformó en el interior de la Francia de 1944 tras el Desembarco de Normandía. Una región repleta del mítico “bocage” en la que norteamericanos y germanos combatieron palmo a palmo. Los primeros, por abrir un segundo frente que rebajara la presión sobre la URSS y dirigirse hacia Berlín. Los segundos, con el objetivo de rechazar la invasión más imponente del siglo XX.

Hugo de la Riva: «La IIGM tiene un magnetismo que otras guerras no alcanzarán jamás»

1-¿Cómo comenzó su trayectoria en el mundo audiovisual?

Empecé estudiando artes porque quería dedicarme a ser restaurador. Lo que ocurre es que, durante esos años, vi el “making-of” de una película y me quedé encandilado. A partir de ese momento me reorienté hacia el mundo audiovisual. Por entonces ya me apasionaba el cine bélico, aunque no sabía por qué. Como quería seguir estudiando, al final me fui a Madrid, pero para hacer imagen. Allí me familiaricé más con los equipos, las cámaras, la iluminación… Poco después hice mi primer corto, aunque casi engañando a mis familiares y amigos. Estaba basado en la Guerra Civil y en él ya intenté introducir algún efecto especial que lo diferenciase del resto. Luego me empecé a empapar del mundo del cine.

2-¿Y su atracción por el cine bélico?

Bueno, en aquella época ya había sido estrenada hacía bastante “Salvar al soldado Ryan”, que para mi siempre fue un referente (de hecho, a día de hoy sigue siendo mi película favorita, la habré visto decenas de veces). Desde que empecé en el cine siempre tuve en la cabeza hacer mi propia “Salvar al Soldado Ryan”. Al menos, a un nivel que me pudiera permitir.

3-¿Cómo surgió la idea de hacer un corto sobre la historia de Blondi?

Indagando sobre la Segunda Guerra Mundial, pues en aquellos años veía un montón de documentales y películas, me crucé con la historia de Blondi. Empecé a documentarme y, cuanto más me acercaba a los hechos, más me obsesionó la idea. Al final decidí escribir el guión de un cortometraje sobre ella y me propuse rodarlo en la Mancha, mi tierra natal. Todo ello, a pesar de las dificultades. Por entonces, en 2011, tenía unos 26 años. Antes, no obstante, ya había hecho bastantes cortos.

Cuando me animé a rodar “Blondi”, lo primero que hice fue ahorrar porque sabía que me iba a costar. El cortometraje fue amateur, pero nos esforzamos muchísimo en que no lo pareciese. Le pusimos muchísimo empeño.

4-¿Por qué le llamó la atención la historia de Blondi?

Yo siempre he tenido perro en casa. Para mi siempre ha sido un aparte importante de la familia. Y cuando me crucé con esta historia me emocioné. No solo eso, sino que me causó cierto impacto. Hasta ese momento estaba convencido de que la gente con perro tenía potencial para ser mejor persona. Pero cuando vi que Hitler tenía uno, y que además le quería mucho, en mi cabeza hubo un choque de trenes. Así nació la historia del cortometraje, en el que planteo la posibilidad de qué haría el “Führer” si secuestrasen a Blondi.

5-También aparece representada la 101ª División Aerotransportada americana…

Sí. En aquellos años estaba entusiasmado con la Segunda Guerra Mundial y con la serie “Hermanos de sangre”, dedicada a la 101ª. Por eso los protagonistas son de esta unidad. Quería homenajear la serie. Mi idea era que el cortometraje tuviese realismo, aunque me tomé ciertas licencias históricas. Realmente sería muy complicado que una división que acababa de llegar a Europa tuviese la capacidad de infiltrarse tanto tras las líneas enemigas como para secuestrar al perro de Hitler, que estaba introducido en su núcleo familiar. Pero el cine deja esas rendijas que permiten contar historias llamativas.

6-Dispusieron de material tan curioso como un Jeep Willys ¿Cómo se hicieron con él?

Fue a través de un conocido al que también le entusiasmaba la Segunda Guerra Mundial y los coches. No es un Jeep exactamente igual a los que utilizaban los americanos. Es una versión española, por así decirlo, pero era lo bastante parecido como para que diese el pego. Además era funcional, así que decidimos aprovecharlo. Nos hacía falta que los protagonistas fueran en montados en un vehículo para el cortometraje.

También recreamos los uniformes que utilizaban los soldados de la 101ª División Aerotransportada y los de los alemanes. Pero, sin duda, de lo que más orgullosos estamos, y quizá lo que menos se aprecia en la historia, es un tendido telefónico de la época que levantamos a base de picar piedra. Y no es una frase hecha, realmente picamos la piedra e hicimos cemento para alzar un poste y poner unas jícaras de cristal como las que se utilizaban entonces. Además de un tendido y un cableado. Nos llevó bastante trabajo y hacía falta para la historia. Si algo demuestra todo el empeño que pusimos para que todo quedase enmarcado en la misma época, fue ese poste.

7-¿Dónde se enmarca esta historia? ¿En Normandía? ¿Cerca de Alemania?

Para mi lo ideal hubiese sido que la historia se desarrollase en las cercanías de Alemania porque, en el caso de que hubiese pasado, habría sucedido allí. Lo que pasa es que soy de la Mancha, y Alemania y la Mancha tienen muy poquito que ver. Al final, traté de buscar escenarios que se pudiesen adecuar al sur de Francia, que era lo más parecido. Podríamos decir que la trama se desarrolla durante algún viaje itinerante de Hitler tras el Desembarco de Normandía, aunque es cierto que sería bastante improbable que, en plena invasión, se diese una vuelta con su perro tranquilamente. Pero era la forma de acomodar el escenario a la trama.

8-¿Cómo sintetizaría la historia?

La idea es que dos soldados americanos secuestran al perro de Hitler. Además, intentamos sugerir la posibilidad de que el perro que Hitler tenía en el búnker no era Blondi, sino el del personaje de Simon. Como si le hubiesen conseguido dar el cambiazo. De ahí que el perro parezca algo asustado. A nivel más interior, ahondo en la pregunta de si querer a un animal te garantiza ser una buena persona (y viceversa). Yo era defensor de esta premisa, pero descubrí con esta historia que, a veces, es posible querer mucho a un animal y, sin embargo, tener muy poca humanidad con tus semejantes.

9-¿Hubo dificultades en el rodaje?

Hicimos un gran esfuerzo para que todo pareciese lo más real posible, y para ello había que rodar en inglés. Y eso, aunque yo no me manejo bien con él. No fue fácil porque tuvimos que trabajar con actores que eran nativos, y otros a los que no se les daba bien. Por otro lado, rodamos con una Canon 5D, que estaba en fase experimental. Hasta ese momento las DSLR (cámaras de foto que graban vídeos) eran algo casi anecdótico, pero con este modelo se consiguió una buena calidad. Apostamos por este material porque cualquier otro estaba fuera de nuestro alcance. Tuvimos que adaptarnos a él, pero nos dio un resultado muy bueno.

10-¿En qué punto se encuentra ahora el cine bélico?

Hubo unos años en los que se rodaron muchas películas y series. Recuerdo que algunas no demasiado buenas. Se hizo mucho copiando u homenajeando. Pero ahora mismo, aunque todavía se sigue filmando algo (van a estrenar una nueva película sobre Stalingrado) no nos encontramos en el punto más álgido de este tipo de cine. Aunque le ha pasado lo mismo al cine de zombis, que tomó el relevo de la Segunda Guerra Mundial en las salas. Todo es cíclico. Con todo, la Segunda Guerra Mundial siempre va a tener un magnetismo que otros contiendas no van a alcanzar jamás. Tiene una magia y un romanticismo especial gracias a la época, la estética… Nunca pasará de moda.

11-¿Está rodando algún corto histórico más?

Sí. Estamos preparando un cortometraje llamado “Sancho”: Es una reinterpretación del clásico de Miguel de Cervantes. En este caso, Sancho Panza es el protagonista de la historia porque es el auténtico héroe, el auténtico caballero. El planteamiento va a ser diferente, no van a luchar contra gigantes, van a luchar por volver a casa.

12-¿Qué ha pasado desde que se rodó Blondi?

Yo me veo con cierta distancia. Creo que era muy inocente. Con los años unos acaba siendo más práctico, pero sigo conservando esa ilusión por el mundo del cine y por sacar adelante cada proyecto. Además hemos podido crecer. Desde entonces hemos rodado dos cortometrajes. Uno de ellos se titula “Campeón”, está protagonizado por Alberto Amarilla, ha ganado alrededor de 15 premios, ha sido seleccionado más de 50 veces en todo el mundo, y se ha proyectado en el Instituto Cervantes de Nueva Delhi, en la India. El otro es “Tarde de pesca”, con Miguel Rellán, que ha sido presentado en Cannes. También hemos filmado en emplazamientos como Los Ángeles… Estamos muy orgullosos de nuestro trabajo. Tratamos de ser ambiciosos y creer en el potencial de las historias que contamos.

 

 

 

Fuente:abc.es

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