Enlace Judío México.- Son buenos en lo que hacen. De hecho, muy buenos. Viven en permanente capacitación porque lo suyo es la ayuda humanitaria y las estrategias de rescate en zonas de desastre, y para ser rescatistas competentes, hay que estar en entrenamiento constante. Empezaron cinco amigos con ganas de ayudar a la gente en desgracia, y hoy involucran a unos 3 mil voluntarios que han cruzado el mundo en misiones diversas. Son judíos mexicanos, y orgullosos, afirman que está en su quehacer lo mejor de ambas culturas. Son un equipo, constituyen CADENA, el Comité de Ayuda a Desastres y Emergencias Nacionales, A.C.
BERTHA HERNÁNDEZ
Habla a Crónica Benjamín Laniado, director general de CADENA. La sede del comité está operada por jóvenes voluntarios, de ésos a los que participar en las misiones de ayuda humanitaria les ha cambiado la vida, porque lo que se vive en CADENA deja una marca permanente. Es el resultado del empeño mexicano con ADN judío.
“Nacimos hace 12 años, a raíz del huracán Stanley. En un impulso, completamente empírico, unos pocos amigos, con espíritu de ayudar, fuimos a Chiapas, llevando 200 toneladas de ayuda reunidas entre la comunidad judía. Todo fue muy espontáneo, pero en ese momento comenzamos a entender que hay necesidades, que en México hay muchísima gente marginada, en situación vulnerable, y que en situaciones de desastre, sus problemas se agudizan y su seguridad se pone en riesgo; entendimos que en nuestro país hay una gran necesidad de ayuda humanitaria”. Aquella experiencia se convertiría, muy pronto, en una organización de ayuda nacida en el seno de la comunidad judía mexicana.
“Después de esa experiencia en Chiapas, hace 12 años, entendimos que ayudar a la gente que padece estas situaciones es una labor que se tiene que hacer bien, con corazón y pasión, y de manera profesional. Esa convicción fue la que nos llevó a fundar CADENA”.
En 12 años de vida, CADENA acumula logros importante: ha realizado 211 misiones de ayuda humanitaria, en México y en otros países. Estima la asociación que estas misiones han beneficiado a más de 730 mil personas. Uno de sus rasgos distintivos es la transparencia: sus rendiciones de cuentas son públicas y eso les ha ganado la confianza de donadores importantes, tanto individuos como empresas. El origen, explica Laniado, es la idea judía de la ayuda a los semejantes. CADENA ha expandido ese principio de apoyo.
“Trabajamos un sistema de ayuda humanitaria que tiene dos dimensiones: uno práctico y otro que podríamos llamar filosófico. Lo práctico es ayudar. Punto. Pero como seres humanos tenemos la obligación de ayudar al prójimo. La novedad de CADENA, lo que venimos a innovar y a proponerle al mundo en general, es que el prójimo no sea nada más tu correligionario judío. Nosotros, en el judaísmo, hemos desarrollado el ejercicio de la ayuda por miles de años, porque tuvimos y tenemos siempre el reto de la supervivencia; porque somos una minoría de alcance mundial. Por eso hemos tenido siempre ese reto de ayuda mutua y ahora, a través de CADENA, lo ejercemos a nivel muy, muy profesional. Hoy día, somos buenos en esto.”
DE LA VIDA COMUNITARIA JUDÍA PARA EL MUNDO
En la vida de las comunidades judías funcionan fuertes mecanismos de ayuda mutua, “no solamente en términos materiales; implica también educación, cultura, vivir como queremos vivir”, detalla Benjamín Laniado. “Lo tenemos en nuestro ADN, lo hemos mamado desde la cuna desde hace miles de años. Lo que quisimos hacer con CADENA fue que ese prójimo al que podemos ayudar no sea únicamente mi correligionario inmediato: para nosotros, el prójimo es cualquier ser humano. Por eso, en estos 12 años de trabajo, hemos ido a todos los estados de la república y a otros países; llevamos alimento, pero también ayuda médica, psicológica, de muchos tipos. Se trata de incrementar la resiliencia de las comunidades más marginadas en temas de desastre y crisis humanitaria, guerras y conflictos. Acabamos de regresar de Chiapas, de Chenalhó, donde hay un conflicto social importante, pero también hemos estado en Siria y en el sur de Sudán”.
AYUDA, RESCATE Y RESILIENCIA
Laniado está convencido: si Cadena ha logrado funcionar, es porque su estrategia conjunta lo mejor del ser judío y del ser mexicano. “Tenemos un expertise milenario que se capitaliza, primero hacia México y luego hacia el mundo. Hemos estado en Haití, en África, en la India, en Chile, en Ecuador, en Perú, en Nepal. Hemos ido a lugares donde hay desastres y la gente muere: allí vamos a ayudar. Colaboramos desde los procesos de rescate, hasta la recuperación, porque atacamos todas las fases del proceso de resiliencia”
El engranaje que hace funcionar a CADENA tiene, en la palabra “resiliencia”, uno e sus motores principales: “tenemos un grupo de rescate; tenemos programas de prevención para ayudar a las comunidades a hacerse fuertes: transferimos las capacidades a las comunidades para que no necesiten a CADENA; qué es lo mas importante: asegurar su sobrevivencia a largo plazo”. Es prevención y es recuperación; es el camino para que se reconstruyan la vida de muchas personas.
Los años de trabajo constante generan reconocimientos e incrementan la capacidad de operación: CADENA recibió en 2014 el Premio Nacional de Protección Civil, y en octubre del año pasado estuvo entre las entidades reconocidas por el gobierno federal mexicano por la labor desarrollada en auxilio de las víctimas y damnificados por los sismos de septiembre de 2017. CADENA ha recibido reconocimientos de la ONU en materia de protección civil y son conocidos internacionalmente como promotores de la resiliencia.
DEL MÉXICO JUDÍO PARA EL MUNDO
CADENA tiene siete bases en todo el mundo. Las operan judíos mexicanos. “Somos made in México; México con ADN judío”, sonríe Laniado. La combinación, opina, es una de las claves de su éxito. “La identidad judeo-mexicana tiene una capacidad que es de lo mejor que hay en el mundo; tenemos ese sincretismo de culturas, y tomando lo mejor de cada una, surgió CADENA. Es un modelo que nace en la comunidad judía, pero con la mirada puesta en el mundo entero”.
La combinación, agrega es “dinamita pura”. “Con nuestra alegría, nuestro carisma y espontaneidad; con nuestra espontaneidad, ese buen ser humano que es el mexicano y con el bagaje judío de la ayuda mutua, más el network (la red) natural que tenemos en todas las comunidades judías del mundo, tenemos la posibilidad de impactar positivamente”.
Por eso, las sedes de CADENA en el extranjero se han establecido a partir de criterios muy precisos: que haya judíos mexicanos en el emplazamiento, dispuestos a colaborar; que las comunidades judías del sitio puedan y quieran apoyar las tareas. Un tercer requerimiento es que haya necesidades importantes, en materia de marginación o desastres naturales o generados por la acción humana, que atender.
MISIONES QUE CAMBIAN VIDAS
Las misiones internacionales de CADENA han llegado a Siria y a Nepal; a la zona más recóndita y marginada de África: “Junto con el estado de Israel hicimos la primera misión de ayuda humanitaria en Siria. “Políticamente, se necesitaba un componente extranjero que no fuese israelita. Nos llamaron a nosotros. Y fuimos, con nuestros pasaportes mexicanos, a llevar ayuda a 350 mil personas en un campo de refugiados en la frontera con Siria y Jordania. La ayuda humanitaria es lo más poderoso que hay para eliminar odios y antagonismos, para unir culturas. A los cinco días, éramos amigos de los sirios; tomábamos café juntos, ante la fogata, fumábamos narguila con ellos. Nos hicimos amigos, cuates. Claro, la guerra siguió, pero sabes que puede crearse esa conexión.”
Ahí es donde la parte mexicana de CADENA funciona, asegura Laniado. En Nepal, la intervención de los rescatistas judeo-mexicanos permitió salvar vidas. “Eran equipos que no se hablaban; franceses, nepalíes, noruegos, israelitas. Había mucho ego, mucha tensión. Llegamos nosotros, y con ese nuestro modo mexicano, la comunicación empezó a fluir”.
Sí, la vida cambia para quienes reciben la ayuda. Pero los voluntarios de CADENA encuentran en una misión, algo que les enseña a mirar el mundo de otra manera. “Además de ayudar se trata de educarnos a nosotros mismos para vivir ‘en modo de ayudar’. Ir a una misión puede ser dramático: los voluntarios regresan cambiadísimos: en 5 días el pensamiento de cualquier joven se transforma de una manera que no lograrías con ninguna maestría y ningún doctorado. No hay curso, ni necesidad de dar explicaciones: el encuentro con la necesidad humana y el ejercicio de ayudar es de una enorme fuerza formativa, porque hoy somos 3 mil voluntarios a nivel mundial que asumen el valor de la responsabilidad social y que luego serán empresarios, profesionales, médicos. Formamos líderes que hagan la diferencia”.
ORGULLOSAMENTE JUDíOS y MEXICANOS
Lo mejor de esta dualidad es el pan diario en CADENA. Cada voluntario que participa en una misión, obtiene un escudo bordado con el sitio y el año de la tarea realizada. Y en cada escudo está un poco de este producto judeo-mexicano que conjunta identidades. “Yo me siento tan judío como mexicano, tan mexicano como judío, y mi responsabilidad es tanto para mi comunidad como para mi país”, afirma Benjamín Laniado. “Pero ése es el primer círculo”. El siguientes es “me siento tan judío y tan mexicano como tan ser humano, sin límite de color, cultura o religión”. “De eso se trata: de no ser ajeno a cualquier necesidad humana que haya en el mundo”.
Fuente:cronica.com.mx
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