Enlace Judío México – Rapero y jaredí quizá pueda sonar algo discordante, pero Nissim Baruch Black es todo un personaje que logra conjugar la música afroamericana y la religión tras una azarosa vida que lo llevó a vivir experiencias en el mundo de las drogas y la violencia.
Nissim Baruch Black creció en un vecindario difícil en la ciudad de Seattle y vendió drogas desde los 12 años, pero ahora vive en Jerusalén como un devoto jaredí que lee la Torá, sigue las reglamentaciones kosher y observa estrictamente el shabat.
Aun con ello, sus dotes de rapero las sigue aprovechando con la religión a cuestas. Por ahora trabaja en su álbum Gibbar (fuerte en hebreo) y se recientemente se presentó en el Times Square de Nueva York como parte de una gira mundial que finaliza en Londres el próximo año.
Su atuendo en el escenario es el que usa todos los días: sombrero negro y abrigo, camisa blanca, tzitzit y los infalibles peyot.
Pero el camino de Black hacia el judaísmo primero lo llevó a navegar por el islam y el cristianismo.
Creció en una familia de consumidores y narcotraficantes. “Fue una época muy agradable, pero las calles estaban en mi casa. Llegaba a casa de la escuela y había bolsas de basura llenas de drogas en la mesa, y hombres con armas. Hubo algunos momentos verdaderamente increíbles”, comenta al diario inglés The Guardian. Esto llevó, entre otras cosas, a que Black comenzara a consumir marihuana desde los 9 años y a ser narcomenudista a los 12 años.
Su padre abandonó a su madre cuando apenas tenía 2 años, por lo que fue criado por su ella y su padrastro, además de su abuelo materno. Este último era un musulmán devoto, “pero nunca detuvo su actividad criminal. Me llevaba a la mezquita para orar. Rezar fue muy reconfortante para mí. Si alguien me hubiera preguntado en ese momento, habría dicho que era musulmán“.
Pronto, su abuelo regresó a prisión y Black recayó en las drogas. “Durante todo el camino hasta la escuela secundaria, no hubo un día en que no fumara. Pero como todos los demás en la casa estaban drogados, nadie se daba cuenta”.
Black hizo su primera grabación musical a los 13 años. Ese mismo año, tuvo una mala experiencia con la marihuana. “Desperté en un parque, alucinando, y nunca más usé drogas. He estado limpio de drogas desde que tenía 13 años”.
Al año siguiente se convirtió al cristianismo después de asistir a un campamento de verano. Por primera vez en la vida de Black, “tuve relaciones sanas, no solo disfuncionales. Me sentía como el hogar que nunca tuve. Nunca llegué a ser un niño normal hasta que llegue a este lugar”.
Su carrera musical también progresó. Una compañía discográfica expresó interés en firmar con él un contrato. Pero debido a los requerimientos que la discográfica le pedía para su lírica y música, cosas que chocaban contra su fe cristiana, decidió abandonar esta faceta.
Después de que su madre murió de una sobredosis cuando todavía no alcazaba ni los 40 años, Black lanzó su propia etiqueta independiente. Fue en este punto que se produjo el enfrentamiento violento con un rival de la escena musical. Buscando un camino más espiritual para sobresalir de esa experiencia, se dirigió a su sinagoga local.
“Mientras más buscaba, más descubría que me faltaba autenticidad. En la raíz del cristianismo y el Islam, encontré el judaísmo. Tenía una ardiente pasión ardiente por unirme al pueblo judío“.
El proceso de conversión duró 30 meses y a lo largo del mismo Black sintió una “atracción espiritual hacia Israel“. Hace dos años, Black, su esposa y sus hijos decidieron comenzar una nueva vida en Mea Shearim, uno de los barrios jaredíes más famosos de Jerusalén.
Aunque las creencias y prácticas religiosas de la familia están en armonía con sus vecinos, de una manera muy visible se destacan por su color de piel de entre todas las demás familias jaredíes del barrio.
“No somos exactamente del mismo color, y estaba muy nervioso por eso. Pero las cosas están cambiando [en la comunidad jaredí]. Mis hijos han sido aceptados en la escuela, aunque son los únicos de color. Muy de vez en cuando, algún otro niño les grita kushi [el peyorativo para hombre de color en hebreo]”.
“Pero no puedo comenzar a decirte lo sorprendente y gratificante que es ver a estos ashkenazíes escuchando mi música. La gente incluso me pide que cante en los bar mitzvá“.
En cuanto a su opinión política, Black dice estar desconectado de los acontecimientos en el conflicto palestino-israelí y las últimas acciones de Donald Trump, debido a su vida jaredí que lo ha llevado a “no ver televisión durante 8 años”.
Pero eso sí, como músico, es muy crítico del movimiento BDS que pide a los artistas internacionales a que no se presenten en Israel. “Necesitamos acercarnos a la gente. Odio cuando la política se interpone en el camino”.
Fuente: The Guardian / Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico
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