Desde su tumba, el fiscal Alberto Nisman ha logrado lo que no pudo conseguir en vida: sentar a Cristina Fernández de Kirchner en el banquillo de los acusados por el presunto delito de encubrimiento a los sospechosos iraníes en el atentado a la mutual judía AMIA en 1994. El juez Claudio Bonadio, encargado de retomar la denuncia del fallecido fiscal, ha elevado este lunes a juicio oral la causa después de haber ordenado en diciembre la prisión preventiva para la ex mandataria argentina, que evitó su entrada en la cárcel gracias a su condición de senadora.
CÉSAR G. CALERO
Desde que Kirchner dejó el poder en diciembre de 2015, la Justicia comenzó a activar las causas en las que se la investigaba, la mayoría relacionadas con casos de presunta corrupción durante su mandato (2007-2015). La semana pasada, un juez elevó a juicio oral la causa sobre las irregularidades en las licitaciones de la obra pública en la década kirchnerista, con las que se enriqueció el empresario Lázaro Báez, hoy en prisión. Además, Kirchner tiene cita también con el banquillo de los acusados por una causa relacionada con una medida económica aprobada en el tramo final de su gobierno (la venta de dólares a futuro, que según la Justicia ocasionó pérdidas millonarias al erario).
Junto a Kirchner se sentarán próximamente en el banquillo varios de sus principales ex colaboradores, entre ellos Carlos Zannini, su ‘mano derecha’ en la Casa Rosada, y el ex canciller Héctor Timerman. En una razzia judicial sin precedentes, el juez Bonadio dictó a mediados de diciembre una orden de prisión preventiva contra todos los procesados en la causa. Kirchner eludió el fallo gracias a su aforamiento en el Congreso y Timerman quedó en prisión domiciliaria por su delicado estado de salud. En ese dictamen, el juez llegó a acusar también a Kirchner de “traición a la patria”, una imputación que fue desechada días más tarde por una instancia judicial superior.
La extraña muerte del fiscal
En su resolución, el magistrado acusa a Kirchner y otros once procesados por los delitos de “estorbo de un acto funcional, abuso de autoridad y encubrimiento agravado” tras la firma en 2013 de un memorándum de entendimiento con Irán que según la Fiscalía (y la denuncia de Nisman) otorgaba protección a los imputados iraníes en el peor atentado de la historia reciente argentina, el ataque a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que dejó un saldo de 85 muertos en 1994.
La ex mandataria ya había pedido la semana pasada acudir a juicio oral “de forma inmediata”. En un escrito presentado ante el juez, aseguró que en el juicio podrá demostrar la “arbitrariedad de la acusación”. Para el magistrado, durante el gobierno de Kirchner hubo un cambio de actitud de Argentina con respecto a Irán, y “comenzaron a gestarse una serie de negociaciones secretas y oficiales que mantuvieron funcionarios del poder ejecutivo nacional con representantes de la República Islámica de Irán, que culminaron en la suscripción del Memorando de Entendimiento”.
Esa era la tesis que mantenía Nisman en su denuncia original. El fiscal, que investigaba el atentado en la AMIA desde hacía una década, apareció muerto con un disparo en la cabeza en su piso de Buenos Aires en enero de 2015, unos días después de haber presentado la denuncia contra Kirchner y otros dirigentes kirchneristas. Nisman acusaba a la entonces presidenta de haber urdido una red de encubrimiento a través de un pacto con Irán que se resumiría en protección de los imputados a cambio de beneficios comerciales. El memorándum fue declarado inconstitucional y no llegó a entrar en vigor. Mientras la investigación por la extraña muerte de Nisman se empantanaba en la Justicia, el magistrado Daniel Rafecas archivaba la denuncia del fiscal poco después de su fallecimiento.
Tras la llegada al poder de Mauricio Macri en diciembre de 2015, la Justicia retomó la denuncia de Nisman y fue recolectando pruebas para procesar a Kirchner y sus ex altos cargos. Al mismo tiempo, se reactivó la investigación sobre la muerte del fiscal y se abandonó la hipótesis del suicidio para centrarse en la de homicidio. La muerte de Nisman, que influyó en la derrota del kirchnerismo en 2015, todavía sigue marcando la agenda de la ex presidenta.
Fuente: elperiodicodemexico.com
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