¿Qué es una aliá? y ¿cómo se hacen las lecturas públicas de la Torá?

Enlace Judío México – El elemento central del judaísmo, el objeto más sagrado que podemos tener, aquello que nos hace judíos como tal es la Torá. Antes de la Torá no éramos un pueblo, antes de la Torá no teníamos un objetivo conjunto y antes de la Torá no podíamos seguir a D-s con propiedad. Fue la Torá y Su ley quien nos unió como nación con una sola historia, un propósito espiritual y una práctica conjunta. De la Torá se desprenden todas las leyes y tradiciones judías, toda la filosofía que hemos preservado a lo largo de los años y es el elemento que nos sigue uniendo como comunidad. Por ello, a la Torá se le da un respeto que no se le da a nada más en el judaísmo. Y como es tan importante, es obligación leerla públicamente tres veces por semana. De esta forma nos aseguramos que todo judío sin importar su grado intelectual pueda acercarse a ella a través de escucharla.

Al honor de leerla y a los fragmentos en los que se divide para ser leída se les llama “aliá” quiere decir “elevarse”. La palabra aparece varias veces en la Torá; una de las más importantes es cuando José recoge los huesos de Jacobo en el Génesis y se dirige con ellos hacia la tierra de Israel, se dice que José con el pueblo se “eleva”. No se refiere a una elevación topográfica ya que físicamente Israel no se encuentra elevado, sino, nos dicen los rabinos, a una elevación espiritual. El ascenso a Israel representa un acercamiento a D-s, la elevación del hombre. Lo mismo ocurre con la lectura de la Torá, toma el nombre de “aliá” porque la persona que lee se acerca a D-s, se eleva.

¿Cuántas veces por semana se lee?

La Torá se lee en los servicios religiosos tres días a la semana. Los lunes, jueves y Shabat en la tarde se leen tres aliot (tres porciones) de al menos diez versos cada una; mientras que en Shabat durante la mañana se leen siete. Cada aliá se le otorga como honor a una persona distinta, los tres grupos de judíos que existen deben ser representados en las lecturas. De tal forma que la primer lectura se le otorga a un cohén, la segunda a un levita y las siguientes a judíos comunes.

Esta práctica empezó a realizarse desde las épocas de Moisés. En esos tiempos se instituyó que una vez al año debía completarse la lectura pública de la Torá y se dividió en 54 porciones que hasta la fecha semana con semana se leen en orden (hay semanas donde se leen dos porciones), asegurando así la lectura anual de la Torá. Moisés también estableció que la Torá debía ser leída en días sagrados, como las festividades y en Rosh Jodesh (inició del mes).

En cuanto a días que no eran sagrados se acostumbraba a leer tres versos de la Torá los lunes y jueves. Estas lecturas no tenían un peso tan significativo como hoy en día. No fue hasta las épocas de la Gran Asamblea en que Ezra el Escriba estableció que al menos treinta versos (tres aliot, lecturas, de 10 versos) debían ser leídos los lunes y los jueves.

En el Talmud se menciona que justo se escogieron estos días porque no pueden pasar más de tres días consecutivos sin que la Torá sea leída. Lunes y jueves cumplen perfectamente bien este propósito. Además cada uno de estos días tiene un significado especial, ya que lunes fue el día en que Moisés recibió las Segundas Tablas de la Ley y jueves el día en que bajó con ellas del Sinaí.

¿Cómo se hace la lectura?

La Torá se lee una vez que se ha recitado el rezo de la Amidá. Tras la repetición del jazán, se abre el arca del templo donde se guardan los rollos de Torá y el rollo correspondiente es llevado a una mesa elevada en el centro del recinto, la cual toma el nombre de “bimá”. El gabai, quien dirige el servicio, anuncia la lectura de la Torá y llama a la persona a leer de la misma. Anuncia su nombre en hebreo y el nombre de su padre antes de comenzar la lectura. La persona sube a la bimá (la mesa elevada) dice las bendiciones correspondientes y comienza la lectura.

En antaño todos los judíos eran capaces de leer correctamente de la Torá tanto el hebreo como las entonaciones debidas. Sin embargo, llegó un momento en que las personas que eran llamadas a la lectura se veían en aprieto al momento de la ceremonia. Para no avergonzarlos los templos asquenacíes tomaron la costumbre de designar a un solo lector, que saque de su obligación a quien debería leer y llamar a la persona únicamente para realizar las bendiciones sobre la lectura. La persona al escuchar su nombre sube a la bimá (mesa de lectura) junto con el lector, dice las bendiciones correspondientes y lee discretamente a su lado mientras el lector lee para todos.

A ¿quién se le da este honor?

El honor de la aliá puede dársele a todo hombre judío mayor a trece años. Sin embargo, como es un honor tan grande generalmente se otorga a una persona que se encuentra en una situación particular para honrarla. Por ejemplo se le da una aliá a aquel que está próximo a casarse, a un hombre que acaba de hacerle la circuncisión a su hijo, a un niño que acaba de cumplir la edad de Bar Mitzvá, a un hombre que acaba de perder a sus padres, o eventos por el estilo. Subir a la bimá es un gran honor, puesto que es el momento del servicio en el que se está más cerca de D-s.

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Sefora: Séfora es una mujer adulta con corazón de niña, cree fuertemente en que el único sentido del hombre es ético y como tal tiene una misión en la vida. Quiere recuperar una tradición perdida y agradece a Dios todos los días haber nacido como mujer. Le gustaría llegar a ser excelente ama de casa un día. Recuerda que la raíz de su nombre es hebrea (Tzipora) y quiere decir pájaro, símbolo de la libertad; para ella, el bien más preciado. Ve en el judaísmo una fuente de vida muy valiosa y se acerca a rabinos, escritores y personajes judíos para interpretar su mundo. Busca traducir palabras bellas para que más personas puedan encontrase en este mar.