Enlace Judío México.- Con motivo del Día Internacional de la Mujer, entrevistamos días atrás a una enfermera israelí que ha desarrollado una emocionante amistad con una mujer siria de su misma edad, en circunstancias singulares.
ANA JEROZOLIMSKI
Smadar Ocampo (43), es la enfermera a cargo del departamento de Cirugía Infantil en el Centro Médico de la Galilea, el hospital de Naharía. Su trabajo la enfrenta constantemente a historias cargadas de emoción. Y el año pasado, vivió una muy singular por la que ahora, tiene una amiga en Siria.
Esta entrevista es sobre la singular relación entre dos mujeres unidas circunstancialmente con una guerra de por medio. Los rostros de los pacientes sirios aparecen disimulados ya que podrían correr peligro de muerte si sus autoridades saben que estuvieron en Israel.
Pregunta: Smadar, lo que me trae hoy a ti es la historia de tu singular relación con una mujer siria que llegó al hospital donde tú trabajas, para que fueran atendidos sus pequeños hijos. ¿Qué me puedes contar, ante todo, sobre ella y su trasfondo?
Respuesta: Mi amiga siria,llegó de la localidad de Dar´a con su hijito de 2 años a Israel por serios problemas renales de los que él sufría. En Siria no había posibilidad de darle ningún tratamiento apropiado. Debido a la falta de fuerzas especiales de salvamento en medio de la guerra en el país, ella misma se encargó de llegar a Israel.Llegó estando en su noveno mes de embarazo. En su casa quedó el esposo, que además está casado con otras dos mujeres, lo cual a ella le implicaba que al volver viera que su lugar en esa compleja situación se había alterado.
P: Como si no alcanzara con los horrores de la guerra…Smadar, ellos seguramente no eran los primeros sirios que conociste. Hace ya años que llegan a tu hospital.
R: Así es. Apenas me nombraron como la enfermera a cargo del departamento de cirugía infantil en el 2013, comenzaron a llegar niños sirios a nuestro departamento. Debo confesar que al principio tuve miedo, pensé para mis adentros cómo lograría atender a quienes llegan del lado enemigo. Pero apenas vi personalmente a los niños, apenas los miraba y los sentía tan desgraciados, tan temerosos, sabiendo que venían de una situación tan cruel en su país, mis miedos desaparecieron y en su lugar sentí un fuerte deseo de ayudarles lo más posible.
P: Siempre tienes que estar en contacto con los adultos que llegan con los niños. ¿Qué hubo de diferente esta vez, con quien hoy ves como tu amiga siria? ¿Por qué se dio así la relación con ella?
R: Algo nos acercó en especial. Ella vino con mucho temor por lo que le podría pasar en el país “enemigo”, pero lo central, que la decidió a intentar llegar, fue su preocupación por su hijo. Pensé cuán agotador habrá sido su viaje hasta que llegó a Israel, con ese vientre ya grande de 9 meses de embarazo. Actuó como una leona para salvar a su hijo.
P: Y te tocó el corazón… ¿Podían hablar, como amigas en una situación normal, sobre todo tipo de cosas, o todo era a la sombra de la guerra?
R: Hablamos mucho más allá del tema del tratamiento a su hijitos. Ella tiene mi misma edad. Me contó sobre su esposo y su esperanza de que no se olvide de ella y que no se enoje por haber pasado demasiado tiempo con su hijo en Israel. Me contó sobre la devastación en Siria y acerca de su temor de ver todo en ruinas al volver. Pero hablamos también de maquillaje y peinados. Me pidió que le lleve perfume y algo de maquillaje para poder sentirse nuevamente mujer. Todos los días me preguntaba por mi esposo y mis hijos.
P: Smadar… dijiste que ella estaba embarazada de 9 meses al llegar. ¿Dio a luz en Israel?
R: Así es. Tuvo una bebita aproximadamente un mes antes de dejar Israel. Cuando fui a visitarla en la sala de control del departamento de parturientas, le llevé un regalo para la bebita, tal cual se acostumbra entre amigas. Me pidió que le pregunte cómo se llama la hijita y cuando le pregunté me dijo “Ismadur, parecido a Smadar, por ti, porque te quiero”. Le agradecí, nos abrazamos y yo lloré. Fue muy emocionante.
DOS MUNDOS
P: Vuestros desafíos, el de tu amiga y el tuyo, son totalmente distintos. ¿Habia algún común denominador al respecto?
R: Nuestros mundos son tan distintos…Ella vive en un mundo en el que te tienes que mover de acuerdo al instinto de supervivencia, con preocupaciones y temores existenciales. Escuchándola a ella tuve claro cuan normal es mi mundo, un mundo moderno, en el que giramos en torno a los temas del trabajo, los niños, las necesidades materiales. Sentí que son mundos opuestos en forma extrema y que eso es lo que nos acercó tanto.
P: ¿Te comentaba algo al respecto?
R: Sí, decía que le gustaría poder vivir su vida tal como vio que se vive en Israel, libre, sin temor constante de perder su propia vida o la de un ser querido. Y yo, por mi parte, valoré su asombro y admiración por pequeños placeres de la vida diaria, como el maquillaje y un perfume. Ambas los veíamos como símbolo de femineidad y a ella eso le produjo una gran nostalgia. Evidentemente eran cosas en las que no se puede permitir ni pensar en Siria.
P: El acercamiento a la guerra en Siria a través de los heridos que llegan al hospital , y muy especialmente de tu amiga, ¿qué efecto causa en una ciudadana israelí como tú?
R: Para alguien como yo que eligió dedicarse a la enfermería para poder brindar y ayudar a otros-aunque a veces pienso que esta profesión nos elige a nosotros, no al revés- siempre está claro que detrás de cada nombre y número de cédula, hay un paciente con rostro, un ser humano con vida y familia. La cercanía a los pacientes sirios expuso en mí otro humanismo, que no conocía en mí misma. Hoy, toda foto que se publica de niños muertos en Siria, me estruje el corazón, me causa una tristeza distinta de la que uno siempre puede sentir cuando ve una imagen dura de guerra .Y siempre me digo que espero de todo corazón no ver nunca a alguno de mis pacientes entre los muertos.
P: ¿Tuvieron oportunidad de hablar sobre lo que ella pensaba que ocurría en Israel, sobre la diferencia entre lo que le habían inculcado y lo que vio en Israel?
R: Ya al comienzo me contó que pensaba que en Israel mata a los árabes. Eso es lo que le habían enseñado en su casa. Vino igual, porque necesitaba tratamiento para su hijo, pero tenía miedo. Aquí, según me dijo después, vio otra cosa, vio gente buena, vio sensibilidad y me dijo que contaría en Siria cómo la habían tratado.
Todos los pacientes sirios que son datos de alta y vuelven con sus familiares a Siria, salen de aquí agradecidos. Y yo les digo que las gracias son para Israel ante todo, les pido que nos recuerde siempre para bien. Cada vez que hay informes sobre la guerra en Siria, estoy tensa, temo ver a alguno de mis pacientes en la pantalla, sufriendo.
P: ¿Y cómo fue la despedida?
R: Un mes después, durante el cual la ayudamos, todo mi equipo y yo, con la bebita, nos separamos con lágrimas. Me dio una palmada en la mejilla y me dijo que me diera la vuelta, que le dolía demasiado verme y saber que nos estabamos despidiendo.
P: ¿Te parece que se volverán a ver?
R: Muchas veces los pacientes vuelven. Espero que también ella vuelva con su hijito.
P: ¿Tienen alguna forma de estar en contacto?
R: No tenemos cómo, ni tampoco tengo cómo averiguar sobre ella. Mi esperanza es que su hijo esté recuperándose y que Ismadur esté creciendo bien, no a la sombra de la guerra.
Fuente:cciu.org.uy
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