“En relación a su población judía, México es el mayor participante de la Marcha de la Vida en el mundo”: Moisés Punsky, Presidente

Enlace Judío México- Dicho por distintas personalidades de la Comunidad Judía de México, Moisés “Moishe” Punsky es la “Marcha de la Vida”, una organización que lleva a jóvenes y adultos a recorrer “los mismos senderos donde marcharon nuestros hermanos”, las víctimas del Holocausto nazi. Incluye visitas a campos de concentración, ghettos, cementerios judíos y culmina en Israel.

En esta entrevista, Moishe nos habla del concepto, el desarrollo y la historia de la Marcha de la Vida México; así como su opinión personal acerca de la controversial ley polaca relativa al Holocausto.

Enlace Judío: ¿Qué significa “Marcha de la Vida”?

Moisés Punsky: A partir de 1945, cuando los Aliados se acercaron hacia los campos de concentración, los alemanes tomaron la decisión de sacar a todos los prisioneros y llevárselos caminando hacia campos en Austria y Alemania. En el camino, muchos prisioneros murieron. Se les dio el nombre de “Marchas de la Muerte”. Nosotros con este proyecto vamos a caminar por los mismos senderos donde marcharon nuestros hermanos, pero de ahí vamos a la vida, vamos a Israel. Ése es el concepto del nombre “Marcha de la Vida”.

Primera Marcha,  en 1990. Moishe con su hija, Dalia Punsky (a su derecha) y el sobreviviente Micahel Gilead

EJ: ¿Cuántos años llevas en este proyecto?

MP: La “Marcha de la Vida” se inició en 1988. Por ahí de 1986, los polacos empezaron a dar visas a israelíes para ir a Polonia. De un grupo de ministros de la Knéset, Abraham Hirschon fue quien tuvo el concepto de traer a nuestra juventud y a nuestra gente en general a ver lo que ahí sucedió y después llevarlos a Israel.

Hizo una primera Marcha en 1988 en la que participaron exclusivamente gente de Israel y de EE.UU. Cuando llega el año de 1990, el Keren HaYesod Mundial celebraba los 70 años de su fundación y para celebrar se reunió con esta naciente organización, y promovió la Marcha de ese año. Llamó a todas las oficinas de Keren HaYesod en el mundo, ofreciendo participar en la marcha. En lo personal acababa de ser presidente de Keren HaYesod. Había yo estado en Polonia en 1988, y visitando aquellos lugares alguien dijo algo muy interesante, “Estamos observando la presencia de lo ausente”. Fuimos a todos los lugares donde se desarrolló la vida judía, donde sucedió la Shoá. A mí se me quedó muy grabado.

A la hora en que me dicen que Keren HaYesod participa en “Marcha de la Vida”, dije, “Esa ausencia ya no va a ser ausencia: vamos a estar presentes”. Tomamos el proyecto y la primera marcha fue en abril de 1990. Llevamos a 180 participantes.  Aunque pensamos en ese momento que no era correcto tomar a los chavos, subirlos a un avión y a ver qué pasaba con enfrentarse a todo eso. Por lo que decidimos realizar un proceso de preparación para que conocieran tanto de la Shoá como del establecimiento del Estado de Israel, y supieran a qué iban.

EJ: ¿Cómo fue esta primera Marcha?

MP: Fue una reacción extraordinaria de los chavos, tanto conmemorando la Shoá como participando después de eso en Yom HaAtzmaut en Israel. Regresando vimos que todos venían muy motivados y que entendieron el concepto de la Marcha. Lo que se busca es que cada uno adquiera una responsabilidad consigo mismo, su familia, comunidad, el pueblo judío, Israel y la humanidad en general. Vimos que sus valores se reforzaron, su tolerancia, compromiso, participación, etc. Y comenzaron a participar en diferentes comités: de juventud, del deportivo, de las comunidades, etc. Consideramos que, independientemente de lo que pasara con los grupos de Keren HaYesod, íbamos a continuar en México con el proyecto. Y desde entonces en México es un proyecto propio de Keren HaYesod.

EJ: ¿Cuántas Marchas llevan?

MP: Al principio era cada 2 años, después se instauró que fuera cada año. Nosotros decidimos que llevaríamos un año a jóvenes y un año a adultos, porque a medida que pasaba el tiempo, nuestro concepto de preparación se iba consolidando y aumentando. Y llegó un momento en el que no nos daba tiempo de preparar bien cada año a un grupo.

Por ejemplo, para la marcha del 2019 estamos trabajando desde noviembre de 2017. ¿Qué es lo que hacemos? Ya estamos haciendo una convocatoria para candidatos a madrijim. Nuestro concepto es llevar 2 madrijim por cada grupo y el melavé que nos designa la escuela, a la que también la elegimos. Estos madrijim deben cumplir con 2 bases principales: que hayan sido madrij en alguna ocasión en su vida; y dos, tener entre 30 y 40 años.

Hacemos una convocatoria y normalmente se nos presentan entre 90 y 100 candidatos. Ahorita ya hay registrados más de 50. Necesitamos 17 o 18 madrijim. Pasan por un proceso de evaluación muy profesional. Se mide el liderazgo, el trabajo en equipo, estar bajo presión, facilidad de comunicación con los janijim. Terminando todo el proceso, para fines de junio ya tenemos a los 18 candidatos que van ir a la Marcha de 2019.

A partir de la primera semana de agosto, empezamos a tener reuniones con ellos y los melavim que vienen de las escuelas. Manejamos en general 7 grupos. Es un grupo por escuela: de la Idishe, Tarbut, Maguen David, Atid, Monte Sinaí, y otro llamado Jayim, en la que juntamos a la Sefaradí, a la Yavne, y también a muchachos en nivel de preparatoria que no están en colegios judíos. Llevamos aparte un grupo de universitarios, que por alguna razón no fueron durante su preparatoria. De 18 a 24 años. Este es el séptimo grupo. Normalmente son como 100 u 80 los participantes universitarios, por lo que hacemos 2 grupos. Por ello necesitamos 18 madrijim.

También a partir de agosto tenemos con todo el staff una reunión semanal todos los lunes, y preparamos a los madrijim para que terminando Kipur, ya empiecen a trabajar con los janijim en las escuelas, donde se ven con ellos todos los martes. Ven historia, peulót, interactividad, etc. Tienen alrededor de 22 o 25 encuentros de dos horas cada uno. Hacemos aparte un seminario para todos los madrijim en diciembre. Y para todo el grupo en febrero. El seminario es en fin de semana fuera de la ciudad. Ahí los reunimos para que se conozcan, se integren y demás. En cuanto al staff, aparte de los madrijim, llevamos un psicólogo que nos apoya en cualquier situación difícil que se presente. Llevamos un doctor por si algo se requiere. Llevamos un rabino, no porque sea un viaje religioso, pero afortunadamente los que han ido con nosotros han sido muy abiertos, responden a la necesidad de los chavos religiosos y también transmiten su sentir a los no religiosos. Llevamos 2 personas para realizar video y fotografía.

¿Quién maneja ese staff? De los 18 madrijim del año anterior, elegimos a los 3 mejores: un presidente de la siguiente Marcha, y dos coordinadores de los madrijim y el staff. Todo nuestro equipo se va renovando cada año. Cada año recibimos gente con creatividad y dedicación increíble. Esto nos ha dado algo que es precioso y maravilloso, para que los chavos saquen la mejor experiencia de su viaje a Polonia e Israel. Todo el proceso lleva mucho tiempo, no lo podemos hacer cada año. Pero haciéndolo cada dos años, los estudiantes de prepa son de 2do y 3ro, por lo que abarcamos siempre a todos. Cuento con un comité extraordinario. Mi vicepresidente es Moy Garber, la directora es Alina Garber y el asesor es Saul Stepelsky.

Los candidatos empiezan desde marzo, con reuniones semanales hasta junio. Después de agosto, semanal, hasta la salida en abril. Los madrijim tienen sus actividades los lunes con el staff, los martes con los janijim. Y también se toman un tiempo entre los 3 madrijim de cada grupo en preparar la peulá de los janijim. Son entonces 3 veces a la semana, por quién sabe cuánto tiempo, más el viaje y hay una participación increíble de los madrijim.

Todos somos voluntarios. No hay quien reciba un sueldo. Quien tiene gastos, se le reponen. Los madrijim, de hecho, son convocados a que paguen una parte simbólica de la Marcha. Para nosotros ha sido una gran experiencia saber que en la Comunidad contamos con ese tipo de jóvenes y adultos que se entregan y dan todo lo que tienen.

EJ: ¿Cómo ven en Israel a este esfuerzo tan grande?

MP: En el comité internacional se manejan 20 y tantos países. No hay otro que haga lo que nosotros hacemos. Y lo sabe el comité internacional y el board. Soy miembro del board internacional. Se promovió que fuera presidente para América Latina. Lo que logramos es que en cada lugar de América Latina haya un responsable. Tenemos 2 reuniones anuales, tanto del board como en el comité organizador. Siempre insistimos los que participamos, en que desarrollen más su preparación. Hay gente que promueve y los junta en el aeropuerto, y ya. Pero aquí en México, los chavos van preparados, integrados y se conocen muy bien unos a otros. Ha sido un éxito. El board nos ha calificado año con año como el mejor participante de la Marcha. Eso nos tiene muy orgullosos.

EJ: ¿En cuanto a cantidad de participantes, en qué lugar se posicionan?

MP: En proporción al número de judíos que hay en México, tenemos la mayor participación. En el 2015, también fue un grupo de 55 adultos jóvenes, aparte de nuestro grupo de jóvenes que era de 385. Fue casi el 1% de la Comunidad en un año. Hasta la fecha llevamos, incluyendo a los que salen abril, casi 5500 participantes. Casi un 13% de la Comunidad ha participado en la “Marcha de la Vida”.

No hay otro lugar igual. De Canadá por ejemplo van con unas 600 personas, pero ahí hay 200 mil judíos. En EE.UU., por alguna razón, no han sabido cómo promoverlo y pueden llegar 500 o 600 o 700 personas, pero con los millones de judíos que hay ahí no es significativo. Nosotros reunimos también en nuestros grupos, sobre todo en adultos, gente mexicana que vive en San Diego o Miami. Hace unos años se nos unió un grupo de Venezuela y de Colombia.

Moishe y su nieto en Treblinka. La piedra representa el pueblo de Grajewo, donde nació su madre

EJ: ¿Hay alguna experiencia que te marcó, que quisieras platicarnos?

MP: Desde luego la primera Marcha, por el impacto de conocer todos estos lugares. Alguien me preguntó alguna vez, “Con tantas Marchas a las que has ido ¿qué te llama la atención?”. A veces ya ni entro a las barracas, dejo que la gente entre, pero lo que a mi me llena es verlos, escuchar sus comentarios, ver sus expresiones, ver el efecto que todo esto logra en la gente. Creo que con esto estamos contribuyendo un poquito para reforzar la identidad judía.  Hay gente que dice, “Tengo que hacer algo”, y ahí tienes dos chavas que hicieron el Museo Memoria y Tolerancia. Primero se dedicaron a recabar fondos para apoyar a sobrevivientes y luego con el museo.

Es tanta la relación con la gente. No puedo marcar algo muy especial. En lo personal, llegamos a Lodz, donde, aparte del panteón que es impresionante, y el gueto, está la estación del tren tal y como era en aquella época. Hay una máquina de ferrocarril y un vagón. Yo nunca me había subido a un vagón. De esto ya hace quizá 8 años. Me subí al vagón y me transporté a otro mundo, me sentí en el vagón, moviéndose y atascado de gente. No me pude mover hasta que alguien llegó y me sacó, casi cargándome. Fue uno de los momentos más impactantes en lo que respecta a mi.

La vez que estuve en la primera Marcha, en mi visita a Varsovia visite la calle de Mila. Mi madre vivía en un shtetl en Polonia, un tío la iba a traer a México, pero mi abuela enfermó (murió en 1934), por lo que mi mamá se fue a vivir con unos primos a Varsovia y vivía en la calle de Mila 21. No tenía nada que ver en aquél entonces Mila 18, pero estar ahí para mi fue impactante que cualquier otra cosa, estar en el lugar en el que mi madre vivió en Varsovia.

La gente se te acerca, te dice lo que siente. Ha sido tanto y tantos me han impactado, que no te puedo hablar específicamente de una persona.

En el Orinoco, el barco que la llevó a México,  la madre de Moishe, Bela, es electa reina

EJ: ¿Cómo se salvó tu mamá?

MP: En 1935, un tío que vivía en México la trajo a México en un barco español, en el que incluso en una fiesta realizada ahí, fue escogida como la “reina del barco”. Se casó en 1936 con mi padre, originario de Lituania, acá en México.

EJ: ¿Qué te decía tu mamá sobre sus experiencias?

MP: No hablaba mucho. Yo nací en 1942, pero tengo recuerdos de mi madre en la casa donde vivíamos cuando llegaba el cartero y traía alguna carta donde el tío le decía que la prima murió. Una hermana de mi mamá no quiso salir de Polonia y toda la familia murió en Auschwitz. Yo veía a mi mamá cómo se soltaba a llorar cuando leía esas cartas y me impactaba. No comentaba mucho. Antes de 1946 o 1947 no había comunicación, hasta que se lograron encontrar unos con otros. Todas esas cartas de avisos de fallecimientos llegaron por esos años y yo estaba chiquito, pero se me quedaban muy grabadas.

EJ: ¿Crees que esta historia familiar te ha influido en este proyecto?

MP: No sé cuánto me ha influido. En la Idishe, donde yo estudié, cada año se hacía una conmemoración de la Shoá. Junto al asta bandera hacíamos guardia todo el día y siempre había un evento sobre la Shoá, y a mí,  por alguna razón me entraba mucho. Recuerdo los libros que teníamos con fotos en blanco y negro. La primera vez que yo llegué a esos lugares y vi que hay pasto verde y flores amarillas, y las casas son café, etc, dije, “No puede ser”. Me impactó mucho.

EJ: ¿Cuándo comenzó tu vocación sionista?

MP: Para empezar, lo adquirí en casa seguramente. Mi papá era un sionista en serio. Fui primero a los scouts israelitas de México, cuando se crearon, los Tzofim. Yo estuve en la primera kvutzá de los scouts. Y luego me mudé al Ijud HaBonim. Yo creo que ahí se reforzó todo lo que oía yo en casa. Mi padre a pesar de ser un estudioso del Tanaj y del Talmud, era antirreligioso. Pero siempre me decía, “De la Tanaj, de la Torá, y del Talmud lo que hay que aprender es la ética, la moral, tu comportamiento con los demás, tus responsabilidades. Y la religión que la maneje cada quien como quiera”.

Aparte mi hermana hizo aliyá en 1957, yo tenía 15 años. Tenía mucha comunicación con ella. Por razones de estudios salí del Ijud. ¡Me corrieron! En aquél entonces el año de Hajshará era de a de veras. Ibas a un kibutz y estabas en el majón de madrijim, sólo pertenecías a una tnúa y esta te mandaba.

Cumplí 18 años y tuve que ir de Hajshará, pero también mi padre me decía, “Mira Moshé, no sé qué va a pasar en México, pero si algún día nos corren ¿qué te vas a llevar? Llévate preparación y una profesión“. Me metió de 5 años a la primaria, la preparatoria eran 2 años. Yo a los 16 años entré a la UNAM a estudiar para ser ingeniero mecánico electricista y terminé de 21 años. Cuando tenía 18 años estaba terminando el segundo año de ingeniería y entonces tuve que salir de la Hajshará, porque la materia de topografía me obligaba a hacer prácticas en las vacaciones, y si no las hacía, aunque hubiera aprobado la materia, tenía que repetirla al año siguiente. Repetirla te quitaba la posibilidad de algunas materias del tercer año de ingeniería. Yo pedí que me esperaran un año, no me lo aceptaron y me dijeron, “bye, bye”. Pero siempre seguí en grupos sionistas. Nunca hice aliyá. Y yo creo que esto es parte de mi expresión y de mis sentimientos hacia Israel.

EJ: ¿Recuerdas cuando nació Israel?

MP: Tenía yo 6 años, iba en segundo de primaria. Fue todo un evento en la Idishe. Luego ahí decidieron que había que estudiar hebreo, y ahí fue donde un grupo de bundistas dijo, “no”. Se salieron por esto y formaron el “Nuevo Colegio Israelita de México”, que ya después también se volvería sionista.

EJ: ¿Piensas algún día hacer aliyá?

MP: No sé. Lo pensé muchas veces y nunca lo llevé a cabo. No sé si apoyo o no, pero estoy haciendo algo con lo que me siento que debo hacerlo. Siento que es parte de mi vida y parte de lo que mi vida puede dar. Y mientras pueda dar, sigo haciéndolo.

            1995. Participantes de la Marcha de la Vida México, en Jerusalén

EJ: Con la nueva ley de Polonia, muchas voces dijeron que habría que dejar de ir a la Marcha…

MP: Yo creo que dejar de ir a la Marcha puede ser una reacción momentánea, no sé si sea con bases sólidas. Yo no la considero con bases sólidas. La Historia debe seguir siendo la Historia y no callarnos. Callarnos en Polonia y luego hablar en Israel. Yo creo que no hay que callarnos allá. Estar allá y decir que no estamos de acuerdo con que los polacos no participaron. Esto no quiere decir que fue un movimiento polaco. Una cosa es la participación de los nazis y otra cosa es la participación polaca.

Y no es justificación a los polacos. Hay que considerar que cuando llegaron los nazis al poder, acabaron con toda la capa intelectual y pensante de Polonia, lo que se quedó fue la gente sin carreras, sin conocimientos y fue tierra fértil para todo lo que los nazis instituyeron ahí. Sí participaron muchos polacos. No quiere decir que voy a culpar de todo a los polacos, pero sí los culpo por ejemplo de la matanza en Jedwabne. Sí los culpo de un pogromo en Kielce en 1946. Sí los culpo en todos los pogromos de 1910, 1920. Sí los culpo. Eran antisemitas. No era sólo el sentimiento, sino que tomaron actitudes de matanzas y de venganza por todo lo que supuestamente habían hecho los judíos.

Yo no puedo decir, “Ya no voy a la Marcha, me voy a Israel y desde ahí voy a enseñarles”. Yo voy a ir a Polonia para que mi gente y los chavos que van vean lo que sucedió en Polonia. Que no es un campo polaco, eso es 100% seguro. Es un campo nazi establecido en Polonia. Pero que los polacos contribuyeron…no se puede borrar la Historia. Y si dejamos de no promover la Historia, entonces sí se va a borrar.

EJ: En tu experiencia, ¿los polacos eran o son antisemitas?

MP: En la primera Marcha, de la que los polacos sabían que íbamos, en las bardas y en muchos lados veíamos pintadas horcas de donde colgaban Maguen David. Hay calles que cruzan con el camino de la Marcha, de Auschwitz hacia Birkenau, y había de todo: gente que nos mentaba la madre, nos gritaba y nos ofendía; pero también había gente que nos daba su apoyo, con unos letreros que decían, “Somos polacos amigos de Israel y del Pueblo Judío”. Después de varias veces que esto sucedió, invitamos a estos polacos a participar en la Marcha. Y cada Marcha hay un grupo de polacos con su letrero en hebreo diciendo “Los apoyamos y somos amigos”, y te regalan cosas para que sepas que ahí están presentes.

Hace 5 años cuando el presidente anterior de Polonia estuvo en una conmemoración de Jedwabne, él pidió disculpas por los polacos que participaron en esa matanza. Pero el presidente actual dice, “No, no hicimos nada”. El estar presentes, como todas las cartas que emitió “March of The Living” es reforzar la Historia tal y como fue. Ni estamos acusando a los polacos de todo, ni estamos creyendo que los polacos no participaron en nada.

Había un sobreviviente, ya fallecido, que apoyaba mucho con becas para los chavos. Y nunca hablaba de sus experiencias. Alguna vez lo convencimos de que fuera a dar una plática a los participantes de la Marcha. Y les dijo señalándome a mí, “Y aunque este señor no va a estar de acuerdo conmigo, los polacos fueron 50 veces peores que los nazis”. Fue su experiencia propia.

Hablan de que hay en Yad Vashem entre 6 mil y 7 mil polacos como Justos Entre Las Naciones. Había un millón de judíos viviendo en Varsovia, el 30% de la población. Quiero pensar que había interacción entre ellos, había amistades, negocios, lo que fuera. ¿Que sólo 6 mil y pico hayan sido Justos? No quiero criticar, no quiero decir, pero no quiero olvidar tampoco la participación polaca.

Moishe enciende la antorcha de la Marcha, 1995

EJ: ¿Qué lección te han dejado tus años en la Marcha de la Vida?

MP: Como persona, admiración y reconocimiento a gran parte de la juventud de la Comunidad Judía de México. Sé que tenemos problemas de adicciones, de bebidas, de todo lo que quieras. Pero creo que es una juventud maravillosa que debe ser trabajada. Y que nosotros estamos haciendo todo lo posible porque haya un sentido diferente en la vida de todos nuestros muchachos. Su dedicación, su entrega, su creatividad. ¡Qué juventud tenemos! Es impresionante.

EJ: ¿Falta entonces que se haga algo por la juventud?

MP: Toda institución judía en México debe acercarse a la juventud. Cualquiera que sea su meta u objetivo, deben de acercarse a los jóvenes para que tengan un concepto de vida en el que están siendo parte, que pertenecen. Con la Marcha creo que estamos logrando mucho ese sentimiento de pertenencia.

A raíz de una convocatoria que está haciendo nuestro board queremos hacer una institución que se componga de los que hayan marchado, para empezar a hacer actividades con todos ellos. Ya tenemos un comité aquí que lo está manejando, y hay un comité internacional que tiene su primera reunión en abril en Nueva York, para darles seguimiento y reforzar todo aquello que recibieron durante este tiempo. Mi comité y yo estamos tratando de crear nuevos grupos de trabajo que ya no se dediquen a la Marcha como tal, sino al seguimiento.

Tenemos una palabra que usamos mucho. Cada vez que termina una Marcha, repito ciertas palabras que digo siempre: “La Marcha de la Vida hoy se termina, pero que cada quien siga con su Marcha”. Que todo lo que recibió en cuanto a valores, a participación, compromiso, etc., que siga con ello en la vida. La Marcha continúa.

El nombre de una asociación civil que tenemos se llama La Marcha Continúa A.C. Así es que eso va a continuar. También para darle la fuerza y conocer toda la realidad. Durante la Marcha en Polonia nos acompañan historiadores. Un historiador por cada autobús. Son doctores prácticamente todos en Historia judía contemporánea. Muchos de Yad Vashem, de la Universidad Hebrea, etc. Acompañan a cada grupo durante todo el recorrido, a veces uno todo el tiempo con el mismo grupo y a veces van rotando para que escuchen opiniones diferentes. Eso también le da mucha consistencia porque pensar en el guía polaco, es más bien un guía de turistas. Ya saben que no necesitamos guías polacos buenos porque llevamos los nuestros judíos que conocen la Historia judía, que en cada lugar hablan, platican, explican. Gente muy humana.

Por eso los hemos elegido a estos historiadores, para darle un aspecto de vida. Hay quienes te dicen, “Aquí mataron a 35 mil, y aquí entraron tantos a las cámaras de gas”. Pero nosotros le damos un concepto diferente a todas esas muertes. No fueron 6 millones: fue uno, y otro, y otro, y otro. Cada uno tenía su historia, sus sueños, su familia y todo fue truncado. Le damos un aspecto mucho más humano que simplemente el aspecto de las cifras. Eso gracias a estos historiadores. En Israel igual, no tenemos lo que se concibe como un guía de turistas. Los llamamos Morei Derej, maestros del camino. Gente que también conoce mucho de la Historia. Y creo que hace diferente en este sentido nuestro viaje a otro tipo de viajes de turismo.

En Polonia tratamos de ver lo más posible concentrar primero lo que fue la vida judía en Polonia y luego todo el proceso de degradación: los guetos, los campos de concentración y los de exterminio. Y en Israel también conmemoramos a los muertos en Yom HaZikarón, pero aquellos que murieron con un objetivo: crear y defender un Estado.

No sé si pude con todo esto hacerte sentir nuestra visión de todo el proyecto. En Israel, no es un viaje turístico. No vamos a Masada, ni al Mar Muerto o a Eilat. Vamos a ver la actualidad de Israel. Vamos a Jebel Eshkol cerca de Gaza. Vemos la tecnología, la Historia. Nada que ver con un viaje turístico. Es un viaje para aprender y de identificación.

A continuación, algunos carteles de la Marcha de la Vida.

 

 

 

 

 

 

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