Enlace Judío México.- En este espacio editorial he realizado varios comentarios sobre la corrupción en México y el mundo. En esta Crónica menciono referencias personales que viví recientemente y, que al igual que una gran parte de la ciudadanía, ha colmado nuestra vida.
LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Hace un mes y medio regresaba con mi esposa vía aérea de Acapulco, en donde tuvimos que esperar varias horas porque el aeropuerto de la Ciudad de México estaba congestionado de despegues y arribos de vuelos. Llegamos alrededor de las 10 de la noche al aeropuerto de la Ciudad de México cansados por la espera en Acapulco. Me dirigí a comprar un boleto para que nos transportara a nuestro domicilio. Me llamó la atención que la tarifa era casi el doble de la normal y reclamé por este hecho, la persona que nos atendió dio una respuesta que por lo cansado que estaba no entendí. Nos dirigimos fuera del aeropuerto a la compañía a la que solicité el servicio; sin embargo, me enviaron a una tercera compañía. El hecho es que existe una colusión entre vendedores del servicio y los despachadores del mismo, para que el usuario aborde el vehículo de otra compañía, que resultó ser una camioneta grande que yo no solicité y cuyo costo era más elevado.
Por otra parte, el pasado fin de semana en la noche, el calentador de gas de mi casa empezó a lanzar flamas; llamé al plomero, que he utilizado en otras ocasiones, y me cobraba una cantidad estratosférica por repararlo; este plomero siempre ha abusado cuando repara desperfectos. Entonces mi esposa recurrió a una amiga que se dedica a remodelar casas; nos envió a una persona (maestro de obras), apagó el calentador y cerró el tanque de gas y nos dijo que habría que cambiar ambos; después de 20 años de uso pensé que era razonable reemplazarlos. Sucede que el plomero fue a pedir ambos aparatos a una empresa proveedora conocida, solo que hizo varias acciones inadecuadas, dijo que los aparatos tardarían varios días en ser entregados y por tanto él fue personalmente a recogerlos. El problema es que cuando fuimos a pagar nos comentaron que los aparatos se entregaban al día siguiente del pago; por lo demás, solicitó indebidamente las facturas a su nombre y nos cobró el transporte “inmediato” de los aparatos. Obviamente fui a la empresa comercializadora a refacturar la mercancía a mi nombre. El plomero no se inmuto cuando le reclamé amablemente por lo sucedido. Las conductas de este tipo, llámense fraudulentas y/o corrupción son habituales en nuestro entorno.
Un tercer caso de corrupción me lo comentó el neumólogo a quien visité por razones médicas recientemente; siempre que asisto con él platicamos brevemente sobre diferentes temas. El de la corrupción está candente. Me dijo que un amigo suyo tiene un terreno en la zona de la Delegación Tlalpan en el Sur de la Ciudad de México, su valor comercial es de 2 millones de pesos (alrededor de 100 mil dólares); decidió construir tres departamentos para venderlos o arrendarlos.
Presentó en la citada Delegación el proyecto para que lo autorizaran. Dos semanas después, funcionarios de la delegación lo citaron en la misma donde lo hicieran pasar a un cuarto pequeño y le solicitaron dejar el celular, reloj o cualquier aparato de grabación en una caja de plástico, obviamente para que no se pudiera gravar la entrevista. Claramente le pidieron 4 millones de pesos para otorgarle la autorización, el solicitante les dijo que no contaba con esa suma, comentándoles que lo pensaría. Dos semanas después lo citaron 4 personas de la Delegación para que fueran a comer a un restaurant, obviamente él tuvo que pagar el importe de la comida. Le volvieron a reiterar “la mordida” de 4 millones y le dijeron que más le valía “mocharse” (pagar) la cantidad asignada porque de todas maneras el partido Morena, quien gobierna en Tlalpan, iba a ganar las elecciones. Sobra comentar sobre el asunto que es una constante en la vida cotidiana de nuestra ciudad y, en general en todo el país. ¡Qué bonita familia!, como solía decir el cómico Pompín Iglesias, ya fallecido, en sus divertidos programas en la televisión.
Opera Semiramis
Después de varios sábados que no pude concurrir a la transmisión en vivo de los conciertos de ópera del Museo Metropolitano de Nueva York, el Met, fui con mi esposa hace 15 días a uno de los teatros del Centro Cultural Universitario en la Ciudad Universitaria, a escuchar y ver la Opera Semiramis; la música es de Grachino Rossini (1792-1868); el Libreto en italiano de Gaetano Rossi, basado en la tragedia Semirami de Voltaire; el estreno se realizó en el Teatro La Fenice de Venecia, el 3 de febrero de 1823. El reparto de primer nivel, destacó la voz y actuación de la soprano Ángela Meade. También participó el tenor mexicano Javier Camarena, de quien ya hice comentarios en otra Crónica y, a mi juicio, todavía “le falta” para alcanzar la calidad de Lidar Abdrazakov, bajo, y de Ryan Speedoo Greem, bajo barítono; como siempre, en estos eventos destaca la presencia de personas de la tercera edad y cuarta edad, indicativo de la apatía de nuestros jóvenes por el bell canto.
“Una de las mayores obras maestras de Rossini se presenta en el MET en pocas ocasiones; y esta vez, hacía 25 años que no se presentaba en su escenario, con sus sorprendentes exigencias vocales de intrépido bell canto y un espectacular reparto de especialistas belcantistas”.
De acuerdo al maestro Juan Arturo Brennan, periodista musical y experto en otros temas operísticos, Semiramis es el nombre griego de una reina asiria que fue muy famosa en sus tiempos, dando lugar después a muchas leyendas y fantasías, y de quien se dice que dejó monumentos con su efigie en tierras muy lejanas. Brennan señala que parece ser que el nombre original de esta reina fue Sammu-ramal, madre del rey Adad-Nirari III, quien reinó entre los años 810-782 A.C. y esposa del rey Shamshi-Adad V.
Por su parte, el historiador Diodoro Siculo relata que Semiramis nació de una diosa y que después de haberse casado con un oficial del ejército asirio, cautivó con su belleza al rey Nino, quien la hizo su esposa; poco después Nino murió, y ella asumió el poder y reinó por muchos años. La figura de Semiramis, tal como es conocida actualmente, es una mezcla indefinida de historia y fantasía.
Brennan considera el que Rossini haya elegido a un personaje como Semiramis como protagonista de una de sus óperas refleja una costumbre que estuvo muy en boga en el siglo XIX: la de elegir locaciones exóticas y remotas como escenario de la acción, para añadir un toque de color misterioso y fantástico. En el catálogo de Rossini hay varias óperas en las que se sigue esta costumbre. La italiana en Argel, Moisés, Maometto II, El sitio de Corinto. Es evidente que todo lo que tuviera que ver con el Oriente y con el África llamaba poderosamente la atención de los libretistas y los compositores decimonónicos.
En la actualidad, es bien conocido el hecho de que las óperas de Rossini no son interpretadas con mucha frecuencia, con excepción de títulos como El Barbero de Sevilla y La Cenicienta, muchas de sus oberturas han permanecido en el repertorio de concierto. La razón de esto puede ubicarse en el hecho de que Rossini fue un gran maestro de los efectos orquestales, logrando sabias combinaciones instrumentales y poderosas acumulaciones sonoras.
Cuando se estrenó Semiramide en el Teatro La Fenice tuvo un gran éxito; las críticas afirmaron que era su mejor obra, que de acuerdo a la tradición la compuso en sólo 33 días. El maestro Brennan considera que la obertura de Semiramide es probablemente la más compleja y elaborada de todas sus oberturas y, contra su costumbre, incluyó en ella temas que forman parte integral del desarrollo de la ópera. Es decir, que a diferencia de sus oberturas “de ocasión”, a veces recicladas, la de Semiramide es una obertura de verdad y, por cierto, contiene algunas de las más bellas melodías escritas por Rossini.
La jornada operística de Semiramide se inició a las 11:00 p.m. con una charla introductoria del maestro Gerardo Kleinburg. Su nivel de conocimiento sobre el tema sobrepasó mi capacidad de entendimiento. La transmisión del evento finalizó a las 15:30; con un intermedio en el que se realizaron entrevistas a los actores en vivo desde Nueva York.
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