Carta de una amiga venezolana

Enlace Judío México.- Querida Shulamit,

No creo que puedas entenderme pues tú te fuiste antes y no has visto nada de esto, y aunque lo intentaras, nunca podrías imaginártelo. Hay que estar aquí y vivirlo. Todo ha cambiado. Hasta el clima: un día sale el sol, luego uno de lluvia y enseguida la niebla, los vientos, y hay días de un frío inmenso.

SHULAMIT BEIGEL

Todo ha cambiado. Hasta las ideas.

No como mucho, solo lo necesario para poder seguir manteniéndome en pie. Hay días en que me siento tan débil que pienso que no voy a poder dar otro paso. Pero lo logro.

La verdad es que si no fuera por el hambre ya no podría seguir. Nos hemos acostumbrado a sobrevivir sólo con lo indispensable.

Últimamente hay personas que conociste que están tan delgadas que no las reconocerías. Algunos ya ni salen de su casa por vergüenza de que los vean así y los demás piensen que están enfermos.

Aunque no lo creas, es posible acostumbrarse a no comer. La situación es peor para los que luchan contra el hambre, pues pensar mucho en comer te lo hace todo más difícil. Se vuelven obsesionados con la comida. Algunos desde ya hace un tiempo los ves vagando por las calles, hurgando en los tachos de basura. No importa cuánto puedan conseguir, nunca será suficiente. Comen sin llenarse nunca, se abalanzan sobre la comida como un animal.

El desabastecimiento es frecuente aunque en el mercado negro se consigue casi todo pero a precios imposibles para la mayoría. La comida, que en un pasado nunca faltó en este país y que un día nos brindó placer, ahora no está. Los precios están en las nubes.

El hambre es una maldición y el estómago parece un agujero sin fondo.

Los que venden comida hacen buenos negocios. El fraude en esto está muy difundido y hay gente capaz de vender cualquier cosa con tal de obtener dinero.

La basura se ha convertido en un tremendo problema. No sé a qué se deba pero a veces tengo nauseas, mareos.

Los que no se han ido piensan que tarde o temprano esta situación acabará. Cuando la fe desaparece, cuando entiendes que ni siquiera te queda la esperanza de recuperar la esperanza, entonces empiezas a llenar tus espacios vacíos con sueños (comerme una arepa reina, una cachapa con queso de mano, un quesillo etc.) pequeñas fantasías que te ayuden a sobrevivir. La comida, por supuesto, es uno de los temas favoritos de conversación. No lo vas a creer pero la gente habla todo el tiempo de comida, describiendo algo que se les antojaría, sobre todo los postres, y van describiendo el sabor, el aroma, el color, hasta los más mínimos detalles. Tal vez así, olvidan el hambre.

Te escribo otro día, pues voy a Tovar a ver si encuentro algunos vegetales para aderezar la sopa.

Ana.

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