Enlace Judío México.- Moscú y Pekín están volviendo a poner al mundo en la geopolítica del siglo XX, pero Irán lo está retrasando aún más en el tiempo: a la era del imperialismo. Muchos aliados de los EE.UU., aunque rápidamente condenan el imperialismo en principio, lamentablemente están ansiosos por dejar de lado ese principio para acceder al mercado iraní.
PROF. HILLEL FRISCH
Después del colapso de la Unión Soviética, Francis Fukuyama, en un libro ampliamente publicitado, anunció el triunfo final de la democracia liberal y con ella la fuerte perspectiva de una larga paz democrática. Lo llamó, en un momento de arrogancia, el final de la historia.
Las guerras en los Balcanes (la primera que tuvo lugar en la Europa continental desde la Segunda Guerra Mundial) y las masacres étnicas y religiosas a gran escala que las acompañaron, seguidas por los ataques del 11 de septiembre en Nueva York y Washington DC, afectaron gravemente esta visión. Probablemente todo fue enterrado con el ascenso de Putin en 1999 y el regreso de la geopolítica en los márgenes de Europa en la guerra con Georgia en 2009, el asalto de Putin al este de Ucrania en 2014 y la audaz anexión de Crimea por parte de sus tropas ese mismo año.
Putin ha contribuido en gran medida a llevar al mundo de vuelta al siglo XX después de las ilusiones albergadas sobre lo que probablemente sería el siglo XXI. Lo mismo puede decirse de Pekín, ya que su política de compromiso pacífico dio paso a una afirmación de poder en los mares de China. Tanto Rusia como China han alarmado seriamente a sus vecinos y otros estados.
Parece, sin embargo, que el mundo podría retroceder más allá de un siglo. Está retrocediendo a la era del imperialismo, solo que esta vez el principal catalizador es oriente, no occidente; musulmán, no cristiano; chiíta, no (predominantemente) protestante; “radical”, no conservador.
La República Islámica de Irán, que ocupa el puesto 17 en términos de producción económica en el mundo, no es una gran potencia. Se encuentra en algún lugar alrededor del mismo puntaje en términos de contribuciones científicas (salvo las patentes, que en gran medida mantiene internamente para fines militares). Sin embargo, está demostrando casi a diario su alcance imperialista en Siria, Líbano, Yemen y Gaza, y está desarrollando capacidades balísticas para amenazar a Europa.
El lector puede estar desconcertado. ¿En qué se diferencia Irán de Rusia, China y Estados Unidos?
La respuesta radica en el enfoque, las capacidades y la responsabilidad. Las afirmaciones de poder de China y Rusia se centran en la tierra y los mares contiguos a sus fronteras. En relación con sus capacidades, la incursión reciente de Rusia en Siria es un asunto menor justificado en cierto sentido por el deseo de luchar contra jihadistas, muchos de los cuales provenían del Cáucaso, que son parte de la Federación Rusa.
Rusia también es un jugador en el gran juego de poder. Si EE.UU. se sintió obligado a luchar contra ISIS, Rusia tuvo que participar para controlar el poder estadounidense en el área. Las tres potencias, especialmente EE.UU. y China, tienen intereses lejanos que requieren una presencia en todo el mundo. El papel de los Estados Unidos en la preservación de la libertad de los mares, tan indispensable para el comercio mundial, es lo que genera tensiones entre China y EE.UU. y sus aliados. Estas potencias tienen la responsabilidad y las capacidades (esperamos) para resolver sus muchos problemas de contención.
Irán es diferente ya que es el único país que se enfoca en la intervención y participación política, militar y terrorista en áreas más allá de sus fronteras contiguas contra estados que no han atacado a la nación.
Israel, el estado que jura destruir, nunca quiso pelear con el Estado Islámico de Irán. No solo no está en la tradición judía decir a otros estados cómo deben ser gobernados, sino que un fuerte lobby dentro de Israel creyó durante muchos años que Irán renovaría los lazos para beneficio mutuo, como lo hizo en los días del Sha. Tan fuerte fue esta convicción de que Israel supuestamente vendió armas a Irán durante su guerra prolongada con Iraq.
Sin embargo, fue la República Islámica de Irán la que creó a Hezbolá en el lejano Líbano para luchar contra Israel y que hoy amenaza al estado judío con 100.000 misiles. Ha colocado sus sitios de lanzamiento en las casas de los pobladores y habitantes del pueblo libanés. Naturalmente, estos aldeanos, junto con la población civil israelí, corren un gran riesgo.
Antes de la guerra civil siria, el régimen de Assad, mientras estaba aliado con Irán, impuso limitaciones a la presencia militar iraní en Siria. Ahora que el régimen de Assad se ha debilitado, Irán está explotando la nueva dinámica para transformar a Siria en otro Líbano. Las milicias chiitas importadas bajo la guía y el mando revolucionarios iraníes crean sitios de misiles similares a los del Líbano. Se está incrementando la actividad terrorista y se están estableciendo fábricas de municiones y bases de avanzada dentro de Siria y a lo largo de la frontera del norte del Golán. Israel promete detener a Irán y probablemente esté detrás de los ataques aéreos “no identificados”, el más reciente fue uno masivo, para evitar que Irán logre su objetivo inmediato.
Aunque Arabia Saudita no es del todo inocente con respecto a Irán, apoyó enormemente la guerra de Saddam Hussein contra la nueva República Islámica junto con otros Estados del Golfo, como Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos. La esperanza del reino era que Saddam contuviera a Irán. No ha apoyado masivamente ni ha armado grupos proxy como lo ha hecho Irán en Líbano y Yemen.
Los saudíes fueron de hecho instrumentales en el acuerdo de Ta’if que puso fin a la guerra civil libanesa en 1989. El acuerdo disolvió a las milicias sunitas y drusas en el Líbano y permitió que solo Hezbolá siguiera siendo una milicia. Desde entonces, Hezbolá se ha convertido en la fuerza de combate más poderosa del Líbano, más fuerte incluso que el ejército.
Los sauditas sin duda lamentan mucho la concesión a Irán. Fue Hezbolá, la creación de Irán, que en 2005 asesinó al primer ministro sunita, respaldado por los saudíes, Rafik Hariri, y tres años más tarde asumió efectivamente el gobierno en una demostración masiva de fuerza armada en las calles de Beirut. Líbano se ha convertido efectivamente en el estado títere de Irán.
En lugar del triunfo de las visiones liberales de la globalización, que incluyen el desmembramiento de las potencias imperiales, estamos viendo el retorno del imperialismo en la forma de las violentas intervenciones extranjeras de Irán. Lamentablemente, muchos aliados de EE.UU. prefieren el interés material -la perspectiva de ganancias en el mercado iraní- por el principio que ellos mismos consagraron de poner fin al imperialismo.
El Prof. Hillel Frisch es profesor de estudios políticos y estudios de Medio Oriente en la Universidad Bar-Ilan y un investigador asociado principal en el Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos.
Fuente: The Times of Israel – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico
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