Enlace Judío México.- En marzo de 1946, David ben Gurión apareció ante el Comité Angloestadounidense de Investigación, un panel convocado para estudiar las condiciones en Palestina, el cual estaba entonces aún bajo control británico. El comité es poco recordado hoy; sus recomendaciones se volvieron discutibles con la resolución de partición de la ONU al año siguiente. Pero el testimonio sentido de Ben Gurión defendiendo la soberanía judía en la patria judía sigue siendo digno de leer.
JEFF JACOBY
En un párrafo memorable, el hombre que dos años más tarde se convertiría en el primer primer ministro de Israel se dirigió a la asombrosa longevidad del caso de amor de los judíos con Sión.
“Hace más de 300 años un barco de nombre Mayflower partió de Plymouth al Nuevo Mundo,” dijo Ben Gurion al comité. “Fue un gran acontecimiento en la historia estadounidense e inglesa. Me pregunto cuantos ingleses o cuantos estadounidenses saben exactamente la fecha en que el barco abandonó Plymouth, cuantas personas estaban en el barco, y cual era el tipo de pan que comió la gente cuando dejó Plymouth.”
Pocos estadounidenses, por supuesto, conocen algunas de esas minucias. Pero incontables judíos, continuó Ben Gurion, conocen los detalles de un viaje mucho más antiguo.
Hace más de 3,300 años los judíos abandonamos Egipto. Fue hace más de 3,000 años, pero todo judío en el mundo sabe exactamente la fecha en que partimos. Fue el 15 de nisán. El pan que comimos fue matzá. [Hasta este día] los judíos a lo largo del mundo el 15 de nisán comemos el mismo matzá — en Estados Unidos, en Rusia — y contamos la historia del exilio de Egipto. [Ellos] cuentan lo que sucedió, todos los sufrimientos que sucedieron a los judíos desde que fueron al exilio. Ellos terminan [su recuento con] estas dos oraciones: “Este año somos esclavos, el año próximo seremos libres. Este año estamos aquí; el año próximo estaremos en Sión, la tierra de Israel.”
El 15 de nisán retornó este fin de semana, y una vez más los judíos alrededor del mundo se sentaron para el séder de Pésaj. Nuevamente comieron matzá, el pan de la aflicción comido por los hebreos en Egipto. Nuevamente ellos saborearon hierbas amargas, un recordatorio de como Egipto amargó las vidas de los esclavos judíos. Nuevamente ellos leyeron el texto de la Hagadá (literalmente, la “narración”) — el texto antiguo que recuerda la historia del Éxodo y explica las costumbres del séder.
Los hebreos eran un clan de pastores cuando llegaron por primera vez a Egipto. Para la época en que se fueron, habían sido forjados en un cuerpo político. El Éxodo marcó el surgimiento en la historia de los judíos como una nación, así que Pésaj es el día de la independencia nacional del pueblo judío.
Las naciones tienen formas especiales de conmemorar su independencia. Los franceses conmemoran el Día de la Bastilla con un gran desfile militar. Los mexicanos recrean “El Grito,” el famoso “Grito de Independencia” de 1810. Los indúes celebran el nacimiento de su país con festivales de cometas y una bandera izada sobre el Fuerte Rojo en Delhi. Y Estados Unidos conmemora el 4 de Julio con “Pompa y desfile … hogueras e iluminaciones” — muy como recomendó John Adams en 1776.
¿Los judíos? Ellos reviven la liberación de sus ancestros de la esclavitud. Sin fuegos artificiales. Sin banderas. Por más de 3 milenios, los judíos han hecho una pausa cada primavera para empinarse en la historia de sus ancestros distantes y relatar la historia a sus hijos. Al hacerlo, ellos han renovado y preservado la identidad judía — y se las han arreglado, a diferencia de todo otro pueblo de la antigüedad, para sobrevivir a las arenas del tiempo.
El séder es la ceremonia más ampliamente observada en la vida judía. Aunque la Hagadá es larga y los rituales arcaicos, aunque lo preparativos preséder pueden ser exhaustivas, un estimado del 70% de los judíos estadounidenses asisten a un séder cada año. En Pésaj, decreta el Talmud, los judíos deben verse a sí mismos como si ellos personalmente fueron liberados de Egipto. ¿Cómo? A través de la recreación y recitados del séder — por sobre todo, a través de responder las preguntas de los niños.
Esa prioridad viene de la Biblia misma — de la hora épica justo antes que los israelitas fueran libres.
La historia es contada en el libro de Éxodo: Moisés reúne al pueblo y les dice que la liberación es inminente. Terminaron los años de brutalidad y esclavitud. En ese instante de júbilo y excitación, con los judíos aferrándose a cada palabra suya, ¿Qué dice Moisés?
“El podría haber hablado acerca de libertad, o el destino prometido,” escribe Jonathan Sacks, anterior Gran Rabino de Inglaterra. “Podría haber elegido hablar sobre el arduo viaje que se encontraba por delante, lo que Nelson Mandela llamó ‘el largo camino a la libertad.’ Cualquiera de estos habría sido el gran discurso de un gran líder.”
Pero Moisés no se enfoca en el momento. El en cambio habla del futuro y de los hijos e hijas aún por nacer. Explica la importancia de la memoria, y de mantenerla viva a través de la educación: “Y cuando sus hijos les pregunten, ‘¿Qué quieres decir por medio de este rito?’ ustedes dirán… Y ustedes explicarán a sus hijos sobre ese día, ‘Es debido a lo que el Señor hizo por mí cuando me liberé de Egipto.’ … Y cuando, en el tiempo por venir, sus hijos les pregunten, ‘¿Qué significa esto?’ ustedes le dirán…”
Pésaj está repleto de mensajes, pero en la larga extensión de la historia judía, este es el más esencial: La liberación no es suficiente. La libertad debe ser sostenida, y sólo la educación puede sostenerla. La pasión de los judíos por la memoria — por entregar su historia a sus hijos y nietos — es el secreto de la longevidad judía. Esa pasión es renovada en el séder cada año, en medio de matzá y hierbas amargas, con las preguntas de los hijos y las respuestas de los padres.
Jeff Jacoby es un columnista de The Boston Globe.
Fuente: The Patriot Post- Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.
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