Enlace Judío México.- La historia de la familia Lipper excita la imaginación • una joven cristiana se casó con un niño judío, y más tarde lo rescató de las penurias del gueto y para esconderlo en casa de sus padres • El reto: mantener en secreto, a pesar de que un mandato nazi se estableció en sus hogares • Hoy: El hijo deposita en su nombre la ofrenda floral a los Justos entre las Naciones
La madre es Justa entre las Naciones, el padre es judío sobreviviente del Holocausto y su hijo Moshé del Kibutz Dafna, quien el jueves por la noche, en la ceremonia de cierre del Día de la Memoria y la Valentía en el Kibutz Beit Lojamei Haguetaot, colocará una ofrenda floral en nombre de la madre, seis años después de su fallecimiento.
La historia comienza en 1917, cuando Bella nació en la ciudad ucraniana en una familia cristiana. Asistió a una escuela local, donde conoció a Arie (Lyubka) Lipper cuando ambos tenían 13 años. Luego, debido a la presión ejercida por las familias sobre la relación de pareja que se desarrollaba entre un niño judío y una joven cristiana, la pareja decidió trasladarse a la ciudad de Tzoman cuando estaba embarazada y allí también tuvieron su primer hijo. Después de la ocupación alemana y el establecimiento del gueto, León salió un día para visitar a su familia y no regresó. Bella, con lealtad y amor, lo visitaba con frecuencia y le llevaba comida y ropa. En uno de sus viajes le dijeron que en un par de días incendiarían el gueto y decidió hacer algo. Al día siguiente, logró sacar a Arie de contrabando y esconderlo en casa de sus padres. “Siempre me sorprendió la intrepidez de mi madre que no temía a los alemanes“, admite Moshé. “Cuando le pregunté una vez: ‘¿Qué, no sentías miedo? Después de todo, el centinela alemán podía dispararte en cualquier momento cuando escaparas del gueto’. Mamá respondió simplemente: ‘Tenía que salvarlo. No podía hacer otra cosa. Era mi esposo’ “.
Arie serró una de las tablas del piso y entró en el estrecho espacio debajo. Poco a poco, más personas se unieron al mismo escondite. En un momento dado, un comando estableció una sede alemana en la casa de sus padres, donde los hermanos de Bella cooperaban con ellos. Bella entendió que tenía que mantener a los hombres escondidos, no solo de los soldados, sino también de su propia familia. Por lo tanto, durante 19 meses escondió a siete personas hasta el día de la liberación, la mayoría de ellos de la familia de su marido. “Bella los puso en un pozo que originalmente estaba destinado a servir como refrigerador, y la altura del escondite era de unos 60 cm. Por la noche ella abría la tapa y otra persona salía a desentumecerse y caminar en su habitación“, comparte Ruty Lipper, la nuera. Entre las anécdotas que los dos evocan con una sonrisa, recuerdan la historia en la que uno de los soldados alemanes que se encontraban en la sede cortejaba a Bella. “Entró borracho a la habitación y empezó a meterse con mamá. No se dio cuenta de que papá estaba sentado a su lado en la cama. Ese fue su día para salvar los huesos. Mi madre lo golpeó en la cabeza con una botella de vodka y dijo: “Si vuelves a acercarte, te mataré“. El alemán se derrumbó y mi padre dijo: ‘Mañana estamos muertos’. La madre le aseguró que no se preocupara y sola arrastró al soldado borracho fuera de la casa a 200 metros de las vías del tren. Allí lo dejó después de verterle alcohol encima y rompió la botella a su lado. Por la mañana, cuando los soldados lo encontraron, entendieron que hubo un accidente de tren mientras estaba borracho“, dice Moshe.
Terminada la guerra, todos llegaron juntos al campamento de Badgestein DP, donde nació su segundo hijo, Moshe. Bella se convirtió al judaísmo y en mayo de 1948 emigraron a Israel. En 1991 fue reconocida como Justa entre las Naciones. “Después de su muerte, descubrimos que mi madre no tocó ni un centavo del dinero que recibió de Alemania. No quería ni siquiera ese vínculo“, señala Moshe. Bella, que se negó a hablar de los tres hermanos nazis para ocultar los nombres de sus propios hijos, recibió hace 15 años, una llamada telefónica de Luda, la hija de Padia su hermano mayor, quien fue reclutado por el ejército ruso en aquellos días, y el único que no colaboró con los nazis. “Mamá prometió que nos reuniríamos con ellos en Ucrania. Nos tomó cerca de tres meses organizar el viaje y cuando llegamos fue un mes después de la muerte de Padia“, recuerda Moshé y concluye: “En la historia de papá y mamá hay mucha compasión y valor pero por encima de todo es una historia de amor. Depositaré la corona en su nombre con amor y gran orgullo” .
Fuente: Israel Hayom – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico
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