Enlace Judío México.- En el universo del periodismo negligente o, sencillamente, del mal periodismo, los hechos del conflicto palestino-israelí ocurren sin más vínculo entre sí que la presupuesta responsabilidad (y perversidad) del Estado judío.
MARCELO WIO
De tal manera que cada suceso es tratado como acaeciendo en un vacío, y siempre desde el tamiz de la “narrativa” palestina.
Así, la “marcha de retorno” – en realidad, los disturbios organizados por líderes de organizaciones palestinas (entre ellas, los grupos terroristas Hamás y Yihad Islámica Palestina) – contra la valla de seguridad entre la Franja de Gaza e Israel, se convirtió en una oportunidad más para presentarle al público con ese material fraudulento que, lejos de informar, pretende crear un estado de ánimo que ponga en duda la mismísima legitimidad del Estado judío a defender su integridad, la seguridad de sus ciudadanos.
Entre acusaciones de “matanza”, de “ofensiva”; de dar por válidas las afirmaciones procedentes del Ministerio de Sanidad de Gaza (es decir, de Hamás), de ignorar o poner en duda los comunicados del ejército israelí; es decir, en medio del fragor de una actividad propia de propagandistas o apólogos, el contexto, fue, una vez más, sepultado.
La consigna parece muy clara: el lector no debe pensar por sí mismo; en cambio, debe alimentar su “opinión” de los prejuicios de los medios, o de sus corresponsales o colaboradores en la zona.
Ni “marcha”, ni “protesta”; táctica
Los disturbios orquestados ocurren en medio de la crisis entre Hamás y Fatah – atentado contra el Primer Ministro de la Autoridad Palestina incluido -, de la crisis social y económica en la Franja mientras Hamás, financiado por Irán y Catar, canaliza millones de dólares en la construcción de túneles para penetrar en Israel y en armamento. Y ocurren, también, como una continuidad de acciones llevadas a cabo por el millonario grupo terrorista palestino en la valla de seguridad.
Y la “marcha” ni siquiera es novedosa. Ni es idea de Hamás o de la Yihad Islámica (también financiado por Irán). Ya fue escenificada por Hezbolá (otro grupo terrorista financiado por Irán) en 2011 para el día de la “nakba”, de acuerdo al Jerusalem Center for Public Affairs (27 de marzo de 2018). En aquella oportunidad, varios cientos de palestinos intentaron cruzar los límites del Líbano y Siria con Israel.
Aunque en esta edición, se sube la apuesta: tendrá lugar no sólo unas horas, sino que se prolongará durante unas cuantas semanas.
El citado centro sostenía que la premisa básica de los organizadores es que la gran presencia de medios en Gaza proveerá a los “manifestantes” de la suficiente protección para superen la “barrera de miedo”, y así se aproximen a la valla con Israel para intentar cruzarla. Al JCPA le faltó mencionar que seguramente, también contaban con la predisposición a omitir ciertas actividades y a seguir el guion de la “narrativa” palestina, que ya ni precisa ser recordado.
Además, de acuerdo al centro, fuentes de Fatah en Gaza informaron que Hamás estaba animando a los residentes a dirigirse al área del límite con Israel y tomar parte en las “marchas” hacia la valla. Varios miembros de Hamás incluso prometieron pagos por participar en dichas actividades.
Otra vez los civiles como escudo de las acciones del terrorismo palestino.
A propósito de esto, a mediados de marzo, el medio argentino infobae, con información de Efe, informaba que según el ejército israelí, Hamás instiga y utiliza las “protestas” semanales cerca de la línea divisoria para colocar artefactos explosivos.
Sólo la semana previa a la revuelta, hubo tres intentos de traspasar la mencionada valla, tal como refería The Tower el 28 de marzo de 2018. De hecho, el martes de esa semana, tres gazatíes lograron penetrar veinte kilómetros en Israel.
Pocos días antes del comienzo de los disturbios, la agencia de noticias Reuters daba cuenta de los preparativos del ejército israelí ante la anunciada “marcha”. En la crónica la agencia decía algo que los medios en español pasaron y pasan por alto olímpicamente: que “los soldados israelíes se enfrentan a frecuentes y violentas protestas palestinas a lo largo del límite con Gaza”. Además, al mencionar a Hamás, aclaraba que dicho “movimiento” está “dedicado a la destrucción de Israel”.
Las cifras, siempre en notación Hamás
La versión de Hamás seduce. Sus cifras son irresistibles para ese periodismo que no practica el periodismo. Representan la fácil tentación de demonizar a Israel, deslegitimar cada una de sus acciones ante sus lectores. Nada de verificar, pues.
¿Que son las cifras que ofrece una organización terrorista? No hay problema. Igualmente, se presenta como “movimiento”, “grupo islamista” o alguna otra fórmula de saneamiento por el estilo.
¿Se imaginan a los mismos medios abordando el terrorismo de ISIS desde la “narrativa” de dicho grupo terrorista?
Ese despropósito está reservado para aquellos que atenten contra Israel.
De esta manera, las cifras y las afirmaciones del Ministerio de Sanidad de la Franja de Gaza – vale la pena repetirlo, de Hamás -, se ofrecen como datos fehacientes. Y cuando, de tanto en tanto, se refiere la versión israelí, ya cayéndose del texto, es para ponerla en duda, como una fabricación, como un ardid propagandístico. Así, se entrecomilla – no tanto como forma de indicar cita textual, sino como un código que le advierte al lector que debe desconfiar de ese contenido- o se pone en boca de militares.
Pero, muy poco después (sábado por la noche) de que los medios dieran como buena la versión de Hamás respecto de las bajas en los disturbios ante la valla, el ejército israelí identificó a 10 de los 15 fallecidos como miembros de grupos terroristas palestinos Hamás, las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa de Fatah, y la Yihad Islámica Palestina, y publicó una lista con sus nombres y posiciones en dichas organizaciones, tal como informó el Times of Israel.
Esto no es algo nuevo. Por ejemplo, cuando el palestino Ibrahim Abu Thuraya falleció a mediados de diciembre de 2017 falleció luego de los incidentes producidos en una protesta palestina violenta ante la valla de seguridad entre Israel y la Franja de Gaza, los medios en español no tardaron en dar la noticia del hecho y en culpar, como lo hacía Hamás, a Israel. Mas, aún, evidentemente, no se había llevado a cabo investigación alguna sobre el suceso.
Una vez realizada, investigación llevada a cabo por la policía militar israelí concluyó, según publicó el diario Ynet, que: “los disparos de los francotiradores ese día habían cesado una hora antes de que, según afirman los palestinos, Abu Thuraya fuese alcanzado por una bala”. Además, se supo que Abu Thuraya, “quien frecuentemente participaba in las protestas ante la valla, visitó a su familia la noche anterior al incidente y se disculpó por tener que despedirse de ellos como un ‘shahid’ [“mártir”]”.
Hasta el punto de que la agencia AFP sí informaba en su versión en inglés de que uno de los muertos había sido reivindicado por la Yihad Islámica, pero la versión en español omitía ese dato.
La operación defensiva israelí contra el lanzamiento masivo e indiscriminado de cohetes por parte de Hamás, en 2014, brindó otra oportunidad para hacerse eco de las fraudulentas estadísticas y el marco impuesto por Hamás. Las bajas palestinas resultaban, de acuerdo a esta versión, mayormente civiles (la ONU, para variar, compró de la misma fuente).
Nuevamente, ninguna confirmación. Se daban por buenas las cifras de Hamás
Mas, en la 10ª parte de su “Examen de los nombres de los palestinos muertos en la operación Margen Protector” del 23 de febrero de 2015, el Centro General Meir Amit de Información sobre Inteligencia y Terrorismo apuntaba más bien a lo contrario:
“Los resultados de nuestra investigación hasta ahora (basada en un examen de aproximadamente el 61% de los nombres de los fallecidos) sugieren que las bajas afiliadas a organizaciones terroristas constituyen aproximadamente el 48,7% de los nombres que han sido identificados, y los civiles no involucrados constituyen aproximadamente el 51,3%. Esta proporción puede variar en el futuro”.
Además, el propio Centro, en un informe de septiembre de 2014 (Durante la Operación Margen Protector niños y adolescentes fueron utilizados por terroristas como auxiliares y operativos), apuntaba:
“Los niños y los adolescentes en el sistema educativo de Gaza son sometidos a un entrenamiento militar básico en las escuelas y campamentos de verano. Utilizarlos como auxiliares y a veces como operativos…, no se limita a casos aislados, aunque en esta etapa es difícil estimar la magnitud del fenómeno”.
Por su parte, el analista de CAMERA, Steve Stotsky, en un artículo publicado por la revista Time recordaba que:
“Una disputa similar sobre las cifras de víctimas se produjo durante la ‘Operación Plomo Fundido’ de Israel en la Franja de Gaza en enero de 2009… La Comisión Investigadora de la ONU, encabezada por Richard Goldstone, que produjo el Informe Goldstone, citó cifras del CPDH, junto con otros grupos palestinos que proporcionaron cifras similares. Más de un año después, luego de los medios de comunicación siguieron adelante con otros temas, Hamás Fathi Hammad, Ministro de Interior de Gaza, cifró las bajas de Hamás en 600 a 700, una cifra cercana a la estimación israelí de 709 y alrededor de tres veces superior a la cifra de 236 combatientes proporcionadas por el CPDH en 2009 y citada en el Informe Goldstone. Inicialmente, actuando para la audiencia internacional, era importante para Hamás para reforzar la imagen de la acción militar de Israel como indiscriminada y desproporcionada, haciendo hincapié en el elevado número de civiles y el bajo número de combatientes de Hamás entre las víctimas mortales. Sin embargo, más tarde, Hamás tuvo que lidiar con la otra cara de la cuestión: la población de Gaza sintió que había sido abandonada por el gobierno de Hamás, que no había hecho ningún esfuerzo para protegerlos”.
En esta ocasión, un video que mostraba a un palestino siendo abatido por la espalda fue mencionado por la mayoría de medios, pero silenciaron que otros videos y otras imágenes, presentadas por el ejército de Israel, que mostraban por ejemplo, a palestinos armados disparando contra Israel. No había que sembrar dudas sobre las “pacíficas” intenciones de las manifestaciones convocadas por los “distintos grupos políticos palestinos” (sic, El País).
“Retorno”, eufemismo de “destrucción de Israel”
No existe ningún “derecho de retorno”. Se trata de una mera resolución de la Asamblea General de la ONU. El objetivo de la misma es muy claro: Sahar Habash, uno de los consejeros de Yasser Arafat, reconoció que “el ‘derecho de retorno’ es la carta ganadora, que significa liquidar a Israel”.
En este sentido, la ex diputada israelí por el Partido Laborista israelí, Einat Wilf, hacía en Twitter una serie de apreciaciones muy importantes, porque revelan el verdadero carácter de esta “marcha” y, sobre todo, el objetivo último de los líderes palestinos (sean de Hamas o de Fatah, en este punto sí que están de acuerdo):
“Cuando los palestinos demandan el ‘retorno’, es tanto en espacial como temporal: ‘retornar’ al tiempo mítico sin Israel y sin el sionismo. Por ende, no existe nada como un ‘retorno no-violento’. La idea misma de un ‘retorno’ fue concebida como un medio de deshacer a Israel”.
Y si algunas organizaciones palestinas se inclinan actualmente por los métodos “no violentos”, es, como declaraba Abbas Zaki, importante miembro del Comité Central de Fatah, en 2014, porque la “lucha armada” será utilizada cuando sea de “utilidad”, cuando “se cobre un alto precio del enemigo”, y cuando “pueda tener éxito”.
Por otra parte, esos eternos “refugiados” sólo son una herramienta más en manos de sus líderes. A tal punto que Mohammed Daraghmeh, de Associated Press, informó el 10 de enero de 2013 que:
“Abbas dijo que le comunicaron a Ban que Israel ‘aceptó el regreso de esos refugiados a Gaza y Cisjordania, pero con la condición de que cada refugiado… firmara una declaración diciendo que no tenía derecho de retorno (a Israel)”.
“‘Así que lo rechazamos y dijimos que es mejor que mueran en Siria a que renuncien a su derecho de retorno’, le dijo al grupo [de periodistas] Abbas”.
Fuente:revistamo.org
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