Un nuevo viento en el Medio Oriente

Light trails from traffic illuminate highways surrounded by residential buildings in Riyadh, Saudi Arabia, on Friday, Jan. 8, 2016. Saudi Arabian stocks led Gulf Arab markets lower after oil extended its slump from the lowest close since 2004. Photographer: Waseem Obaidi/Bloomberg

Enlace Judío México.- Por décadas los líderes saudíes expresaron en forma de vituperio una animosidad hacia el estado de Israel como una entidad ilegal en lo que se suponía ser tierra árabe. Si bien el Rey Salmán reafirmó una posición firme en la cuestión palestina y los derechos legítimos del pueblo palestino a Jerusalén como su capital, hizo también la afirmación asombrosa de que el pueblo judío tiene un derecho a un “estado nación en al menos parte de su hogar ancestral.” En la superficie esto puede no parecer tanto, pero basado en comentarios durante los últimos 70 años este comentario es extraordinario.

Arabia Saudita, lugar de nacimiento del Islam y hogar de sus santuarios más importantes, no reconoce a Israel. Ha sostenido que la normalización de las relaciones depende de la retirada israelí. Aunque hay muchas condiciones que han cambiado, posiblemente la más notable es la tensión entre Riad y Teherán que ha alimentado la especulación que los intereses de Arabia Saudita e israelíes se superponen. Ambos temen al objetivo imperial iraní de una luna creciente chií, una masa terrestre desde Teherán al Mediterráneo que incluye a Siria y Líbano.

Hace poco, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu dijo que la inauguración de vuelos de Air India a Israel sobre Arabia Saudita crea “enorme potencial” para el futuro. Además, a través de canales secundarios los líderes saudíes consultan continuamente con fuerzas israelíes sobre la logística necesaria para frustrar los objetivos iraníes. También se ha informado que el Cúpula de Hierro de Israel o alguna versión de él será vendida a Arabia Saudita para lidiar con los misiles lanzados por los huzíes a Riad que indudablemente tienen una firma iraní sobre ellos.

La atención dada al Príncipe de la Corona Mohammed bin Salman ha pasado por alto en cierto grado al rol importante de su socio egipcio. Durante décadas Egipto ha mantenido un tratado de paz con Israel, incluso llegando tan lejos como a intentar negociar un acuerdo de paz entre Hamas e Israel en la última guerra. El presidente egipcio Abdel Fattah el-Sisi ha dejado en claro que se posicionará con Israel en cuestiones de fronteras también, no obstante la crítica interna.

La cooperación entre Egipto e Israel por la guerra en el Sinaí contra súbditos de organizaciones terroristas es un secreto apenas oculto. De hecho, uno de los arrepentimientos que tengo con la administración Trump es que después del discurso en Riad en el cual el presidente esbozó vigorosamente un pacto de defensa liderado por Egipto y Arabia Saudita para contrarrestar los objetivos iraníes, ha habido poca continuidad.

Uno podría incluso argumentar que el corte en la ayuda exterior a Egipto (supuestamente presentado por un vestigio de Obama en el Departamento de Estado) ha reducido la influencia y prestigio estadounidenses en Egipto. Esta cuestión podría bien ser corregida, pero la restauración de la confianza no será fácil. Quizás una delegación liderada por Trump a Cairo por un par de días sería el gesto curativo apropiado.

Desafortunadamente, el mundo no gira muy a menudo en direcciones que no pueden ser anticipadas. La idea de la cooperación militar saudí-israelí en sí misma es suficiente para constituir un milagro. No se sabe adonde llevará esto. Una cosa es segura, en tanto Irán sea una amenaza militar la cooperación entre Israel y sus vecino suníes es probable. El otro comodín es un Irán en posesión de armas nucleares. Si eso ocurre la proliferación se volvería muy difícil de detener. Como destacó el príncipe de la corona saudí, “si los iraníes las tienen, nosotros también debemos tenerlas.”

Destacablemente, un disidente de una nación con meramente 8 millones de personas se ha vuelto el eje sobre el cual giran todas las decisiones. Esta condición podría ser atribuida al estudio tecnológico avanzado y aplicación en el “Silicon Valley” de Israel. Si el Medio Oriente tiene un futuro, depende de la innovación que surge del estado judío. ¿Quién habría adivinado que el blanco de la enemistad árabe durante años resultaría ser el salvador de la región?

• Herbert London es presidente del London Center for Policy Research.

Fuente: The Washington Times- Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

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