Enlace Judío México.- Los primeros cohanim fueron Aarón (hermano mayor de Moisés) y sus cuatro hijos. Junto con sus futuros descendientes, fueron elegidos por Di-s para conducir el servicio en el Santuario como representantes de todo el pueblo de Israel. Debido a su posición santificada como ministros servidores en el Templo de Di-s, el cohen no puede estar en contacto con los muertos, su cuerpo debe ser inmaculado, ciertos matrimonios están prohibidos para él, etc.
Quizás no conocen la historia del hombre que visita a su rabino y le pide que lo haga cohen. El debe pertenecer a la tribu sacerdotal y está dispuesto a pagarle al rabino cualquier cantidad de dinero por el honor. Pacientemente el rabino le explica que ni él ni nadie lo puede hacer cohen. No está en manos del rabinato hacer esto. El hombre está desesperado. Promete al rabino una enorme donación si le hace este único favor. El rabino está exasperado pero también intrigado y le pregunta al hombre por qué es tan importante para él que lo hagan cohen. El individuo responde: “Rabino, mi padre fue cohen, mi abuelo fue cohen, ¡yo también quiero ser cohen!”
En verdad, aunque suene cómico que alguien que nació cohen quiera comprar su ingreso a su propia familia, ser cohen no es una broma.
Por mi propia experiencia, estuve involucrado en numerosas tragedias humanas que emanaban de la ignorancia judía acerca del rol del cohen y las regulaciones que corresponden a la tribu sacerdotal.
Aunque la conducta y el protocolo en el cementerio para un cohen es una mitzvá muy importante, fracasar en cumplir esas regulaciones es entre él y Di-s. No afecta a nadie más, al menos no en una manera terrenal y tangible. Sin embargo, cuando se trata de elecciones matrimoniales siempre hay alguien más involucrado y, subsecuentemente, muy afectado.
Algunas tragedias son inevitables. Cuando el terror golpea, Di-s no permita, puede ser imposible estar fuera del camino del daño. La enfermedad no es algo que una persona sana elige concientemente. Pero la más frustrante tragedia de todas es aquella evitable. Y cuando la ignorancia de nuestras tradiciones lleva al dolor y la angustia humana, entonces el familiarizarnos con esas tradiciones puede ser un largo camino hacia evitar que ocurra la tragedia en primer lugar.
Imaginen la escena. Un joven anuncia su compromiso y llega a la sinagoga para inscribir su boda. El rabino descubre que es un cohen y la novia es una divorciada, conversa, alguien que previamente estuvo casada fuera de la fe, o quizás la hija de un padre no judío. Con mucha sensibilidad, le aconseja a la joven pareja que puede haber un impedimento halájico para que se consagre su unión “de acuerdo con la ley de Moisés e Israel”. La parashá de esta semana nos da las leyes básicas que ordenan con quién se puede y con quién no se puede casar un cohen. Si él realmente es un cohen genuino y ella, en efecto, pertenece a una de las anteriormente mencionadas categorías, tenemos un problema.
Mi pregunta es, ¿por qué en los dos o tres años de su relación este tema nunca surgió? La respuesta es, ignorancia. Nunca nadie les dijo que había un problema.
¿Quién es culpado? El rabino, por supuesto. Es acusado de ser un fundamentalista religioso, intolerante, despreocupado, rígido e inflexible. Muy bien, Pueden estar seguros que mis colegas y yo amamos el ser bienvenidos y acomodarnos a todos los tiempos. Sin embargo hay situaciones cuando la ley y la tradición judías, que para nosotras son sagradas e inviolables, parecen interponerse en el camino de la felicidad humana. Y no tenemos el poder de cambiar la ley para que se acomode a la situación.
Personalmente digo que la responsabilidad de educar a nuestros jóvenes acerca de estos temas particulares es de los padres. Especialmente un padre que es cohen y ha transmitido ese linaje a su hijo tiene la obligación moral de explicarle a su hijo que significa ser cohen. Es verdad que hay privilegios, como ser el primero en ser llamado a la Torá, pero también hay responsabilidades, como elegir cuidadosamente la pareja para el matrimonio.
Estas clases de dolor y miseria son absolutamente evitables si educamos a nuestros hijos. Antes de que se involucren románticamente, los padres deben informar a sus hijos acerca de con quien se comprometen. De la misma manera que un matrimonio interreligioso nunca ocurre sin antes inter-comprometerse, ningún cohen debe sentirse decepcionado por un matrimonio no permitido si sólo se compromete con mujeres con las que se puede casar. No debe saber esto por primera vez cuando se acerca a un rabino con un compromiso matrimonial.
El matrimonio hoy es una institución fragil. Es un gran desafío permanecer en el lado correcto de las estadísticas. Si la Torá nos dice que una unión particular no es kosher, en lugar de resentirse por la interferencia debemos considerar como si el Todopoderoso mismo descendiera y susurrará una palabra de amoroso consejo en nuestros oídos: “Créeme; esta no es correcta para ti”. A veces pensamos que la Torá se interpone en el camino de nuestra felicidad, cuando la verdad es a la inversa. A la larga, protege bien a lasa dos partes de cometer un serio error con ramificaciones para toda la vida.
El sacerdocio es tan viejo como el pueblo judío. Ser cohen no es algo que se pueda comprar con dinero. El espacio no me permite extenderme aquí acerca del tema. Basta con decir, es una bendición especial. Asegurémonos que nuestros hijos nunca consideren a esta bendición una maldición.
Fuente: Jabad
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