Juntos venceremos
domingo 22 de diciembre de 2024

Aliá, una palabra que cambió mi vida

Enlace Judío México.- Trabajaba en un Consorcio Periodístico chileno como jefe de ventas, y al despedir a una vendedora, ella me denunció como judío a los nuevos propietarios de la empresa, de origen árabe. Cada vez que me citaban a una reunión de trabajo en sábado, debía “explicar” que precisamente ese día era el matrimonio de un muy querido amigo de la infancia, pero que gustoso podían contar conmigo el domingo. En el casino de la empresa, cada vez que ofrecía mi longaniza a alguno de mis colegas, debía explicar por qué yo no comía cerdo. Eran curiosamente coincidentes, esos terribles cólicos estomacales que me impedían comer o beber justamente los Iamim Hakipurim…y ni hablar de lo embarazoso de no poder entrar a una iglesia cristiana por muy imperioso que fuese, bautizos, casamientos o funerales…Estar entre los dos postulantes finales para un alto cargo ejecutivo en una empresa de propiedad de alemanes y no saber cómo afectaría eso si supiesen que era judío…

YOSEF NEIRA

Por todo eso, cuando mi hija Yael de 6 añitos me preguntó – Oye papá ¿Dónde viven los católicos? – fue lo que nos hizo preguntarnos con Jemina, mi mujer, qué futuro queríamos para nuestros hijos y nosotros mismos, y cuánto más podríamos mantener esa frágil burbuja de hacerlas creer que vivían en un mundo judío…al casarnos habíamos soñado con enviar a nuestros hijos, si ellos estaban de acuerdo lógicamente, a hacer el ejército a Israel, pero la idea de hacer aliá… sinceramente no había pasado por nuestra mente, hasta ese momento.

Cuando toda la familia de mi mujer decidió hacer aliá, debo reconocer que la decisión de unirnos me costó casi un año. Nunca he sido de precipitarme, y aquello eran palabras mayores.

Tenía amigos periodistas en mi trabajo que conocían Medio Oriente, habían entrevistado desde Arafat hasta Shimon Peres, con los que debatíamos los pros y los contras de irse a vivir al centro del conflicto de medio oriente. No olvidemos que Israel vivía en ese momento los atentados terroristas de la segunda intifada y por esas fechas era recurrente ver las noticias desde Israel con cuerpos destrozados de niños y mujeres en buses explotados por terroristas suicidas, o en cafés, o discotecas… y estaba además lo del idioma…mi querida amiga Renata, que fue nuestra sheliaj me alentó más aún preguntándome -¿Qué va a hacer un ingeniero comercial de 40 años sin idioma en Israel? ¿Limpiar servicios higiénicos?…bueno, debo reconocer que fue bastante premonitorio…En definitiva, estaba en un lado de la balanza una carrera profesional, un buen trabajo, toda mi familia y amigos de toda una vida, una vida sino lujosa por lo menos bastante holgada…y por el otro nuestros ideales sionistas, de vivir nuestro judaísmo sin restricciones ni temores, de una educación 100% judía para nuestros hijos…

El 3 de abril del 2003, 29 miembros de la familia de mi suegra aterrizábamos en el Ben Gurion…los que ya me conocen deben saber lo que sentí y como me costó tragarme las lágrimas cuando cruzamos la costa y entramos en Eretz Israel ese 3 de abril inolvidable…unos días antes de Pésaj…tras 4 vuelos, dos días de viaje con una noche en Madrid, y haber burlado los rigurosos controles de seguridad de El Al, al ingresar con mi más preciada reliquia familiar, la escopeta de mi abuelo de 1930, camuflada entre mis palos de Golf y raquetas de tenis. Como Hernán Cortés quise quemar mis naves en señal de que no nos regresaríamos bajo ningún aspecto, pero Jemina me persuadió explicándome que no sería muy cortés de mi parte quemar el avión del país que tan generosamente nos acogía…Tras pasar por los tramites de rigor en el aeropuerto, auxiliados por personal de la Olei fuimos los primeros en subirnos a uno de los minibús taxis…y los últimos en salir…tras 20 minutos de calurosa espera, me dirigí a las oficinas de la empresa de taxis, y en mi mejor chileno expresé en iracundos gritos mi desconformidad por tan larga espera… el chofer árabe dejó su café turco y pudimos seguir viaje a nuestro destino final, el Merkatz Klitá de Naharia.

Como nuestro hebreo iba de poco a nada, el primer día en el supermercado, aleteando como gallina y simulando extraerme algo del trasero pude averiguar dónde estaban los huevos. El hebreo es la llave del éxito en la inserción de cualquier olé en la vida en Israel, y un buen inglés será de mucha utilidad y abrirá muchas puertas en el mundo laboral.

Por ser una familia tan numerosa, nos entrevistaron los diarios y canales de televisión israelíes, siendo invitados a participar del programa del Yom Haatzmaut (día de la Independencia) a grabar en la Torre de David en la ciudad vieja de Jerusalém, por el mismísimo Ioram Gaon. Algún día quizás cuando lo pase a formato digital lo compartiré con ustedes. Fueron nuestros minutos de fama.

Podría seguir aburriéndolos con mil de otras anécdotas, pero para no extenderme tanto, les diré que no nos fue nada fácil en un inicio, ni tampoco después. Muchos se volvieron, la mayoría argentinos que habían huido de los efectos del corralito argentino, otros regresaron tiempo después nuevamente a Israel.

Al llegar me explicaron las tres etapas por la que pasa todo olím:

a) La euforia inicial...todo es maravilloso, Israel es el lugar más hermoso de la tierra. ¡El mejor lugar para vivir!…

b) Luego vienen con las dificultades económicas surgidas en su mayoría por el déficit del idioma, la etapa del recordar que todos eran casi millonarios en sus países de origen, que los israelíes y sus modales los tienen hasta más arriba de la coronilla, que la burocracia, que donde está todo lo que le prometieron sus sheliaj…las mansiones, los autos de lujo, la nueva joven esposa rusa modelo de Playboy…

c) Hasta que ya uno se asimila y entonces descubre que la causa de todos sus males son esos malditos olim jadashim que trabajan por casi nada, que están felices por todo y que no paran de llegar…

Algunos y los que más evito se quedaron pegados en la segunda etapa, la mayoría en la tercera…yo aún estoy en la primera…amo a Israel, amo a su gente tal como es, ese clima que a veces me congela y otras pareciese querer derretirme…quisiese haber nacido acá, pero quizás entonces no podría por comparación valorar en su justa medida lo que este pequeño país representa, en término de sus valores como sociedad y como tierra ancestral de nuestro pueblo…

Ya con más de un 11 años viviendo en Israel, y habiendo quedado tan atrás los mitos de lo peligroso que es vivir acá, que todos los árabes son terroristas (que los hay, los hay, pero de ahí a que todos…), creo que la mejor decisión que tomamos con mi mujer fue hacer aliá, por nosotros mismos, pero más que nada por nuestros hijos. Cada día que hubiésemos esperado habrían sido días que les hubiésemos robado en su posibilidades de adaptarse más y mejor en esta, nuestra tierra. Mis palabras a Salai Meridor, Presidente de la Agencia Judía, en su visita a Chile en septiembre del 2002:

“Un presidente de los Estados Unidos en 1963, un presidente que murió sirviendo a su país, les decía a los americanos, que no preguntasen qué podían hacer los EE.UU. de América por ellos, sino que se preguntasen, qué podían hacer ellos por los EE.UU. de América. Motivos para hacer aliá seguramente deben haber muchos, pero yo quiero expresar mi gratitud por su intermedio al Estado de Israel, el darme la oportunidad de hacer aliá, y poder contribuir con mi pequeño granito de arena a nuestra Mediná. Muchas gracias.”

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