“A Dios le gusta la música”: Ari Litvak, director musical de “México le canta a Israel”, en exclusiva

Enlace Judío – El Jazán Ari Litvak es una de las personas que hizo posible el evento de Yom Haatzmaut, México le canta a Israel, y en entrevista exclusiva con Enlace Judío nos habla de cómo nació esta idea, quiénes participaron, cómo fue el inicio de este maravilloso concierto que, en palabras del presidente de Enlace Judío, Nathan Shteremberg, es el mejor evento que ha tenido la Comunidad judía en toda su historia.

Ari Litvak: Muchas gracias por la entrevista y por el tiempo. Yo fui director musical del evento, y trabajamos en conjunto con un gran equipo, desde voluntarios, liderados por Lina Kably, gente en torno al Comité Central, y a todas las comunidades judías de México, había un staff profesional también, que estaba a cargo de Memo Treisman como productor; Rubén Bross, productor; Anna Reinisch quien fue la Coordinadora General; Yonatan Mendelsberg que estuvo en la parte de producción de audio e iluminación, y creo que el éxito de muchos de estos eventos de hoy es que se trabaje en equipo, no, y el éxito fue precisamente trabajar en equipo y definitivamente yo estuve muy involucrado desde el comienzo con todas las ideas musicales.

De hecho, la idea de hacer México le canta a Israel nace un poco de la idea mía de un evento que hice en Argentina hace muchos años atrás donde otros cantantes en Argentina cantaron en hebreo y como tú mencionaste al comienzo hemos compartido con el tenor Fernando de la Mora, dos eventos ya dentro de la comunidad, uno que fue en Ramat Shalom, y el otro que fue del Grupo Hatikvá en Bellas Artes donde fue la primera experiencia de poder trabajar con artistas mexicanos y enseñarles a poder pronunciar y a cantar en hebreo.

M.S.: ¿Cómo fue el reto con tantos cantantes? porque son muchos, ¡la verdad!

A.L.: Creo que el reto principal, antes del reto musical, fue el reto de poder de elegir estos artistas y poder contar con que estén presentes en este evento.

El diccionario dice que la música es el arte de combinar los sonidos pero la realidad es que es el arte de combinar los horarios y muchos de estos cantantes u otros cantantes querían participar en este evento pero no todos podían, tenían sus agendas, sus compromisos, y lo más difícil fue tal vez en primera instancia conseguir a estos talentos mexicanos que puedan participar, digo que puedan porque muchos querían pero sus agendas no les permitían. Una vez que comenzamos a tener alguno de esos talentos, empezamos a asignarle a cada uno una canción, que tenía que ver con cada uno de ellos, que le podía quedar bien; y ya cuando teníamos a un grupo pues era al revés, teníamos una canción que queríamos que se cante en el evento y teníamos que buscar al artista que eventualmente pueda cantar esta canción, entonces fue una combinación de todo, un gran trabajo en el sentido de todo .Pero Ana Reinisch especialmente, fue el contacto con gran parte de estos artistas y, bueno, un gran desafío.

Yo creo que todo el proyecto se llevó como tres meses de trabajo. Sé que hubo unas primeras juntas, la parte directiva, la parte con Memo Treisman y Rubén Bross, que se venían juntando desde antes, pero yo creo que el trabajo nuestro más o menos unos 3 meses y referente a cuánto tiempo le tardó a cada uno de los artistas prepararse para este evento. Cada uno tuvo su tiempo, hubo gente que fue muy rápida, que mucho talento, y mucha facilidad también; sin lugar a dudas Fernando de la Mora ya había hecho aparte este trabajo, y al ser un cantante que canta en otros idiomas, fue fácil, bueno, no sé si fue fácil, pero lo pudo lograr muy bien.

Después, alguien que me sorprendió para bien fue por ejemplo María León, quien cantó Shir la Shalom y yo con ella no tuve que hacer prácticamente nada, ella vino solita, sabes, le envié la letra, la fonética, y ella hizo el trabajo solita apenas tuve que corregirle algunas cosas y lo logró muy bien.

Cada uno tuvo sus tiempos, cada encuentro con cada artista fue especial, me encantó compartir por ejemplo con Reily: los ensayos eran en su casa, en el Desierto de los Leones; es una persona muy espiritual y fueron momentos muy lindos.

Creo que el gran desafío, por supuesto, era que canten en hebreo, pero hubo una parte que creo que fue el éxito, que fue enseñarles qué quiere decir la canción, cuándo se cantó, por qué elegimos esta canción en un festejo para celebrar aquí en México hoy 70 años de Israel y el haber logrado que estos artistas entiendan y puedan trasmitir esto a la gente estuvo el éxito de parte de este evento.

M.S. ¿Cómo recibieron la propuesta? ¿Hubo alguien que de plano dijo “no”?

A.L.: No hubo ningún artista que diga “no yo no voy a participar”, porque es Israel, por lo que sea, por lo menos no que hayan llegado conmigo, al contrario el pensamiento siempre era muy positivo; tal vez no tanto relacionado con Israel como tal, mucho de ellos comentaron esto, yo tengo amigos, familias, he participado, le tengo mucho respeto, entonces tenía que ver con eso, todos, todos, muy agradecidos. Por supuesto, ya cuando fue el evento en sí, estaban muy sorprendidos también, desde la organización, bueno alguno de ellos a lo mejor sabían que el evento era en un Colegio Hebreo, pero cuando llegaron al auditorio de Monte Sinaí y vieron la infraestructura que tiene, de sonido, la orquesta que habíamos preparado y todo, estaban muy sorprendidos y muy agradecidos por cómo fueron recibidos. Y sin lugar a dudas, después que pasó el evento cómo la gente reacciona a ciertos momentos, estaban muy contentos.

M.S.: ¿Tienen proyectos de trabajar más adelante?

A.L.: No, el destino dirá si para otro evento; la gente quedó muy contenta con la idea y a lo mejor en un futuro por qué no poder repetir en otra instancia, alguna idea similar con otros artistas mexicanos.

E.J. La música, ¿es tradición en tu familia?

Mis dos abuelos maternos, sobrevivientes de la Shoá, del Holocausto, llegaron a Argentina luego de haber pasado por Brasil, por Paraguay. Los dos son sobrevivientes de la Shoá, sobrevivieron al campo de Buchenwalt y una de las cosas que trajo mi zeide (no tenemos mucha historia porque era de las personas que decidieron no contar mucho y no se le preguntaba mucho… ambos fallecieron, mi bobe, mi abuela falleció en el 76 y mi zeide en el 78, yo nací en el 77, así que no llegué a compartir con ellos)  fue su acordeón y ese acordeón estuvo mucho tiempo en Argentina. No tenemos la historia de cómo llegó el acordeón, cómo lo trajo pero ese acordeón lo trajo de Europa, no sabemos si fue que la tenía en el campo o si la consiguió después, pero ese acordeón estuvo en Argentina y en uno de los viajes, ya viniendo aquí a México, me lo traje. Ahora está con un luthier, un laudero, reparándose un poco para que pueda sonar y esperemos que pueda tocar música con ese acordeón.

Mi zeide cantaba, tocaba el acordeón, y eso fue de alguna forma parte de su historia; mi bobe era morá, era maestra en una escuela judía y tengo una foto en la oficina de abajo, de las pocas fotos que tengo de mis bobe y zeide , que están en la tienda, mi zeide vendía telas, botones, se ven las telas atrás y mi zeide con el acordeón y mi bobe cantando: están los dos cantando, de alguna forma ahí hay una parte de neshamá yehudí, de esta alma judía y de la música, pero profesionalmente no, nadie más se dedicó a la música, y bueno sí definitivamente es parte de lo que soy yo.

M.S.: ¿Estudiaste música en Argentina?

A.L.: Estudié música, en el Conservatorio Nacional de Buenos Aires, y estudié en distintas instancias con maestro particular, y bueno, prácticamente desde los 13 años ya tocaba el piano en una de las Sinagogas en Argentina y ahí comencé mi carrera pasando a una Sinagoga en Buenos Aires. No me acuerdo qué edad tenía pero tenía como 18, 19 años y llegué a aquí a México con 26 años para ser el Jazán junto a Leibele Jinich.

Estaba en una boda en una Sinagoga en Argentina y vino el rabino Marcelo y se acercó conmigo y me platicó que había un Jazán Leibele, que se iba a retirar y que estaban buscando un Jazán y bueno, estábamos hablando por ahí del 2002, por ahí luego de la gran crisis económica de Argentina del 2001, y con mi esposa sabíamos que estábamos buscando una nueva oportunidad fuera de Argentina. Surgió una oportunidad en Estados Unidos y una oportunidad aquí en México,en Bet El. Llegué a Bet El, conocí la comunidad, realmente fue muy lindo. Dije yo quiero estar aquí, quiero que mi familia crezca aquí y aquí estamos después de 15 años ya.

M.S.: ¿Cuál es la importancia de la música en la liturgia?

A.L.: Me animo a decir que la música, en cualquier instancia es algo muy importante,  estás feliz y quieres cantar, estás triste y hay una música que a lo mejor te acompaña y a lo mejor te quita de ese estado.

En la historia judía y en la Torá misma encontramos muchos momentos donde aparece la música; por ejemplo cruzamos el mar y Miriam toma un pandero y canta y alaba a Dios… Digamos, entonces, que la música está siempre presente.

Referente a tu pregunta, yo creo que la Jazanut o Jazán que está ahí dirigiendo el rezo- que también le podemos decir Shaliaj Tzibur, el enviado del Kahal, de toda la comunidad, el que es elegido para poder dirigir el rezo- tiene una gran responsabilidad, que tiene que ver con esto, con conectar a la comunidad con Dios, y eso es uno de los grandes desafíos.

Hay muchos caminos para hacerlo, y eso también habla mucho de la riqueza, de las comunidades, por los orígenes que vienen, por los estilos de judaísmo que llevan adelante, que la música en cada uno de los estilos, te lleve, te ayude a conectar con Dios, te ayude a meditar, a agradecer, a rezar y más lindo que poder hacerlo con la música que también embellece de alguna forma nuestros rezos.

Hay un concepto que se llama “hiddur mitzvá” cuando uno quiere hacer un kidush, la bendición del vino, y uno toma la copa pero no quiere hacerlo con un vaso normal, quiere una copa bonita; cuando uno quiere ponerse el talit, quiere un muy bonito talit; y también esto, cuando uno quiere, cuando uno llega al Shul y quiere estar conectado en su comunidad, y rezar y uno viene de esta hermosa ciudad, que tiene un montón de cosas bonitas pero tiene mucho tránsito y a veces viene con esa locura y llega al templo en un momento espiritual y la música y la jazanut, y nuestros rezos, todo se mancomuna, digamos, se une, para poder rezar, y es lo bonito de la música.

M.S.: ¿Hay un momento especial que podemos decir te ha marcado en tus 15 años?

A.L.: Hay muchos momentos y tienen que ver con las distintas facetas. Si hablamos del ámbito profesional, aunque no lo creas, el estar de repente oficiando una levaye, un entierro, y tú dices, justo es el momento el que te marco, y a veces lo que tú haces en ese momento acompañando a la familia en un momento de tanta tristeza, es un momento que a mí me emociona, el que se me permita el poder acompañar a la familia: creo que cada momento del ciclo de vida, el poder hacer una boda, un bar mitzvá, son momentos muy emotivos para mí, de mucha emoción y es tu comunidad, los vas conociendo, y son parte de tu familia, y poder acompañar y poder estar ahí es algo muy importante. Ellos me marcan, yo con eso soy más que feliz; y me marcan cada uno de esos momentos, después a nivel de actividad, a nivel de eventos, conciertos…

Definitivamente hablando este evento de los 70 años, creo que fue algo muy bueno, para mí, en el sentido de que no solamente era en Betel sino que era para toda la comunidad judía de México e inclusive al transmitirlo por streaming, mucha gente lo vio y he recibido una cantidad de comentarios, de halagos, de reconocimiento que fue muy bonito, que llegó a mi corazón, y creo que fue un momento muy bonito- Para la próxima entrevista hago más memoria, y veo si se me ocurren más anécdotas.

M.S.: Has preparado, niños para su Bar mitzvá, has preparado novios para la boda, con un acervo de historias increíbles, ¿nos puedes platicar una?

A.L.: Historias hay muchas y emotivas, pero es justamente lo que acabas de decir, es una de las cosas más lindas que pasa en una comunidad, cuando compartes 15 años con la comunidad y si Dios quiere muchos más, me pasa que los primeros días cuando estuve aquí, en el Brit milá, de repente ese niño es Bar mitzvá y una niña Bat Mitzvá; y ya los casé.

M.S.: ¿A Dios le importa la música?

A.L.: Creo que definitivamente a Dios le debe gustar y le agrada cuando una persona se dirige a él, cuando a una persona le reza, le pide, y creo que Dios se pone muy contento cuando lo hace con música porque es una forma de llegar, de trasmitir y más bonita, más lindo, creo que le debe agradar y mucho. El tema del rezo como tal creo en algún sentido es casi como ir al gimnasio, a veces pero un gimnasio espiritual, entonces creo que hay momentos que vas al gimnasio y estás con toda la fuerza, y estás muy conectado y hay momentos que no y se vale, es como una relación, como decimos en el “Avinu Malkeinu”, Dios es nuestro padre y nuestro rey.

De esa forma nos comunicamos con él, a veces con la cercanía de un padre y a veces como un padre que te tiene cortito y te dice lo que tienes que hacer, y a veces con todo el respeto y todo el honor que nos dirigimos a un rey, pero creo que es lo más lindo de esto.

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