Enlace Judío México.-Hay pocos movimientos nacionales o sociales en la historia moderna que han dejado tanto impacto, que hayan cambiado la corriente de un pueblo como lo ha hecho el Sionismo y que además abarquen tanta riqueza personal e ideológica.
JONATHAN PELED
Aunque el Sionismo moderno se originó en Europa oriental y central a finales del siglo XIX, era básicamente una continuación del antiguo apego de los judíos y de la religión judía con la Tierra de Israel desde hace más de dos mil años.
En el fondo del Sionismo se encuentra una paradoja que es evidente tanto hoy en día como en el pasado:
Por un lado, existe un profundo e innegable nexo entre el Pueblo Judío y la Tierra de Israel, expresado diariamente durante milenios.
La supervivencia del judaísmo se debe en gran parte a esta conexión única con la Tierra de Israel.
Por otro lado, a pesar de su intensidad religiosa cultural y emocional, el nexo con la Tierra de Israel no se convirtió en una migración o un traslado del Pueblo judío de la Diáspora a Palestina/Eretz Israel. La creencia en el retorno a Sión en general quedó como una idea, como símbolo importante de identidad e integración, pero no como una actitud práctica u operativa. Un desplazamiento activo de judíos a Sión aparece recién en la segunda mitad del siglo XIX y de manera significativa sólo en el siglo pasado.
La declaración de Balfour en 1917, misma que acabamos de celebrar sus 120 años de aniversario, fue el primer gran reconocimiento internacional del Sionismo y del derecho histórico del pueblo judío de tener un hogar nacional en Palestina.
Para David Ben Gurión, el Sionismo significaba una visión y un poder. Para él, los dos principios del Sionismo eran primero la transformación del pueblo judío y segundo, tener un vehículo para implementarla. Su idea era primero una transformación geográfica- el traslado de los judíos a la Tierra de Israel y la segunda-la transformación socioeconómica para asegurar una independencia económica y auto sostenibilidad. Según él, solamente repetir en Palestina el patrón de las sociedades judías que existían en la Diáspora, estaría condenado al fracaso.
Para mí, como judío nacido en Israel y que vive en Israel, el Sionismo tiene otro significado que para el de un judío en la Diáspora. Para mí, representó la primera parte del Sionismo ya realizada en Sión y en mi oficio como Embajador y diplomático israelí, yo trabajo para realizar la segunda parte, a la que BG llama la segunda transformación- asegurar nuestra existencia, nuestro reconocimiento internacional y nuestra prosperidad económica.
El Sionismo sobre todo fue una revolución, quizás la más profunda en el judaísmo. Sustituyó la identidad religiosa tradicional y ortodoxa por la identidad no solamente religiosa sino que unificada e incluyente de una nación. Cambió la actitud pasiva de la esperanza al retorno a Sión en una fuerza social efectiva que trasladó al final a millones de judíos a Israel, y transformó un idioma relegado únicamente para mero uso religioso, en una lengua abierta y viva de un nuevo estado.
Yo sostengo que el Sionismo debería seguir siendo una revolución permanente que no se culminó sólo con la creación del Estado de Israel. Si bien esto constituye un gran logro en sí mismo, enfrentamos todavía muchos desafíos y nos quedan muchas interrogantes: Una de ellas sería: la mitad del Pueblo judío no volvió a Sión y no emigró a Israel.
La otra: el Estado de Israel, a pesar de sus 70 años de independencia todavía está lejos de ser aceptado universalmente. Israel enfrenta movimientos de BDS y de delegitimización y condenas por parte de las organizaciones internacionales; sigue luchando por su defensa y trabajando continuamente para conseguir la paz con sus vecinos. Israel sigue siendo un desafió de democracia, pluralidad y libertad de cultos en el Medio Oriente y representa la punta de la lanza en la lucha contra el antisemitismo en el mundo.
Por último, Israel ha cambiado la identidad judía en el mundo y tiene ahora el reto de redefinirse dentro y fuera de su territorio. El Estado de Israel tiene hoy la responsabilidad de construir las bases de una relación y de una retroalimentación entre los judíos en Israel y los de la Diáspora.
Existen hoy quizás más preguntas que respuestas, muchas de ellas se van a discutir en este congreso pero, debemos recordar una cosa muy importante: A pesar de las profundas diferencias entre nosotros, Israel es el factor más unificador del mundo judío, el común denominador de todos los judíos en el mundo. El eje principal para todas las comunidades judías en la Diáspora y su existencia es nuestro pilar y la razón por la cual vivimos en libertad como judíos en la Diáspora.
La comunidad judía de Mexico es una comunidad ejemplar, a la cual quisiera reconocer y agradecer. Si bien no le faltan retos y problemas, cabe destacar su gran compromiso institucional y personal con el Estado de Israel, su apoyo y solidaridad con el pueblo judío y su gran contribución a la relación entre Israel y México.
Israel está festejando 70 años de Independencia, una celebración de todos y para todos nosotros. El Sionismo vive y seguirá viviendo y palpitando en nuestros corazones. Hemos superado grandes amenazas y tragedias, por lo que la creación del Estado de Israel es no sólo la realización de nuestro sueño milenario, sino también la garantía de nuestro futuro.
*Embajador de Israel en México.
Discurso en el Congreso Sionista para Jóvenes en el Colegio Tarbut
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