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domingo 22 de diciembre de 2024

El origen. Una historia del segundo piso del Periférico

Enlace Judío México- A raíz del tercer debate de candidatos a la Presidencia, mucho ruido se hizo acerca de los contratos del segundo piso del Periférico. En un artículo del Financiero Bloomberg, Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la coalición ‘Juntos Haremos Historia’, dijo que se enteró del proyecto del segundo piso del Periférico cuando contendía por la Jefatura de Gobierno.
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El artículo sigue así:

“Después, tras haber conseguido el triunfo, la comunidad judía le planteó la construcción de dicha obra para resolver el problema vial en la capital mexicana”.

Intentando aclarar lo anterior, recurrimos a otra publicación, El Semanario, en la cual José Serur, CEO de IDEURBAN,  explica con detalle los acontecimientos que dieran origen al Segundo Piso del Periférico. Aquí reproducimos el texto completo publicado el 6 de abril 2018.

“Transcurría el año de 1987, eran tiempos de agitación política previos a una nueva elección presidencial donde los destapes en la pasarela del PRI ocupaban la expectación de la gente que, en sus corazones, todavía retumbaban las secuelas de la dolorosa experiencia por el terremoto de 1985. La vapuleada CDMX necesitaba proyectos de innovación pero aún se encontraba en plena reconstrucción y replaneación urbana que lo impedía, la expansión de la red vial de la ciudad seguía estancada y no se contaban con proyectos específicos. La problemática de la reconformación del uso del suelo se convertía en una necesidad de debate impostergable, y la mente de los dirigentes de la “Regencia” estaba enfocada en los reglamentos de construcción para nuevas edificaciones que estaban siendo modificados radicalmente para prevenir que otra tragedia similar se repitiera. Era una época en la que todavía teníamos fresco en nuestra cosmovisión la “mano de dios” de Maradona en el Estadio Azteca, la literatura de Joseph Brodsky, en las primeras planas de los diarios veíamos el anunciado ocaso de la Guerra Fría que estaba por venirse, donde Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov discutían el tratado de “no proliferación de armas nucleares”, noches donde los mexicanos estábamos pegados a los televisores viendo “Cuna de lobos” y los oficialistas noticieros de Jacobo Zabludovsky, tiempos donde nos divertíamos bailando en el “Magic” al ritmo de Timbiriche, Flans, Luis “Mi Rey” y Mijares, y nuestros caóticos cines llenos de adolescentes aterrados por el “Depredador” con Arnold Schwarzenegger.

Fue ahí en estos tiempos, en una fría tarde de noviembre de ese mismo año, que se encontraban reunidos ‒como era costumbre cada semana‒ en las oficinas de Televisa San Ángel, el Ing. David Serur Edid y el señor Don Emilio Azcárraga Milmo, mejor conocido como “El Tigre”, con el motivo de dar seguimiento a las obras de expansión que se estaban realizando en las instalaciones de la televisora. En medio de la reunión, de forma casual y ocurrente, “El Tigre” le comentó a Serur que con la reciente venta de una filial de la empresa, tenía recursos disponibles que deseaba invertirlos en un proyecto de infraestructura importante para la Ciudad de México ‒como decía, en “la Ciudad de sus amores”‒. Recuperado de la sorpresa y la incredulidad, Serur le respondió de manera elocuente que tenía la “loca” e “idílica” idea de hacer un segundo piso en el Periférico, ya que como él vivía en Ciudad Satélite, todas las mañanas padecía en carne propia las consecuencias del tráfico constante que todos los “satelucos” y los capitalinos sufrían diariamente. La reacción de Azcárraga fue inmediata y de sumo entusiasmo, de manera que a partir de ese momento comenzó a analizarse la factibilidad urbana y constructiva de plantear un prototipo funcional que tuviera sentido y pudiera ser de interés para las autoridades de la Ciudad.

Con el liderazgo de ambos y la firma de Serur, Ideurban, reunieron a un gran equipo de especialistas que incluían grandes figuras de la ingeniería mexicana como la firma DIRAC, el Ing. Samuel Zundelevich, el Ing. Alberto Buzali, a José María Riobóo, entre otros, para sustentar y justificar la idea que comprendía un circuito “elevado” de cuota que abarcara Periférico, Viaducto-Aeropuerto y el enlace con todas las salidas y entradas a las carreteras, y a la que se le denominó “VIRA” (“VÍAS RÁPIDAS”). Para mediados de 1988 se tenían los proyectos conceptuales, imágenes y una serie de amplios estudios que estaban listos para presentar a las nuevas y flamantes autoridades de la Ciudad de México. Así llegó aquel día tan esperado en el que Azcárraga y Serur, acompañados en esta ocasión por Don Miguel Alemán Velasco y Don Rómulo O´Farril, se presentaron con su “provocador paquete” en mano ante Don Manuel Camacho Solís, en sus oficinas centrales donde fueron recibidos ansiosamente. Lo que sucedió en esa reunión podría describirse como escandaloso, incendiario e intenso; a Camacho Solís le agradó bastante el proyecto, pero ya entrando a los detalles de su posible ejecución, los diálogos se tornaron complicados y los enfrentamientos ideológicos se hicieron patentes, cual “lucha de titanes” del olimpo político y privado, que a la postre acabó por postergar la iniciativa del VIRA para mejores tiempos.

Aunque anteriormente a la reunión con Camacho, el entonces presidente electo Carlos Salinas de Gortari, y Pedro Aspe, quien fungiera como Secretario de Hacienda y Crédito Público, conocieron el proyecto, por distintas razones tampoco fue posible hacer mucho para poner en marcha el proyecto; inclusive otros jefes de Gobierno del Distrito Federal como Óscar Espinosa Villareal y Cuauhtémoc Cárdenas, tuvieron conocimiento amplio de la idea, considerándola con simpatía una opción viable pese a todos los retos y la valentía política que la decisión de construirlo traería. Pero como todo en la vida, las intenciones tienen su “momento” exacto, y por eso debieron transcurrir 12 años para que la idea del VIRA diera fruto y esta vez fue la “vencida”.

A principios del mes de octubre del año 2001, en una cena ofrecida por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), entonces flamante Jefe del Departamento del Distrito Federal, fueron convocados varios ingenieros, arquitectos, urbanistas y desarrolladores inmobiliarios para discutir los temas de “Desarrollo Urbano de la Ciudad”. La reunión estaba organizada en diversas mesas, el Ing. Serur y AMLO compartieron una de ellas con otros invitados, dándose una plática informal previa a los discursos y tensas discusiones formales que precedían; entre chascarrillos, mole y bolillos, uno de los comensales le dijo al Jefe de Gobierno que Serur era el creador del concepto de los “Segundos pisos del Periférico”, a lo cual López Obrador reaccionó de forma sorpresiva, y de manera curiosa e inmediata solicitó al Ing. Serur que le platicara un poco de la idea, ya que le interesaba ver más a detalle en otra ocasión apropiada. Fue así que al término del evento acordaron pactar una reunión, y para ello Andrés Manuel se ofreció ir, personalmente, a las oficinas de Ideurban para conocer con precisión el proyecto del VIRA.

A los pocos días oficiales del Gobierno, visitaron las instalaciones y acordaron la fecha para el 18 de octubre. Mientras tanto, el Ing. Serur junto con su equipo de trabajo, se dedicaron a marchas forzadas a reunir la información necesaria, desempolvarla, y actualizar las presentaciones en diversos formatos para que estuvieran “al día”. Dieron las 11:00 a.m. en punto del día 18 de octubre de 2001 cuando AMLO llegó a bordo del famoso “Tsuru” blanco, con el tan hablado “súper chofer”, a las instalaciones de Ideurban, ingresó a ellas y con sonrisas saludó afablemente al petit comité que ahí se encontraba. Al inicio de la reunión solicitó un vaso con agua, y en lo sucesivo escuchó atentamente la presentación que le fue preparada; después de algunos minutos de tomar notas, preguntó sin titubeos: “¿el proyecto puede dividirse en fases autosustentables y autónomas en función vial?”, “¿con qué tipo de ingeniería podría hacerse?”. Y también cuestionó: “¿en qué lapso de tiempo menor podría realizarse un tramo de la obra?”. “¿Cuánto podría ser el costo por kilómetro?”. Escuchó algunas explicaciones y luego enfatizó que, en caso de construirse, de principio sería con recursos públicos y éste no sería un proyecto de cuota, sino “libre de paga para ciudadanía”, al igual que “cero expropiaciones” de lotes o edificios aledaños como condición absoluta. Solicitó una nueva reunión en el mismo sitio en un lapso de 15 días posteriores, con toda la información actualizada y subdividida, así como una cantidad de estudios que parecían imposibles al esfuerzo humano en tan corto tiempo, pero el Ing. Serur y su equipo aceptaron el reto.


Archivo Ideurban.

Cumplido el plazo y ante el trabajo de muchos “desvelados” ingenieros fue presentado en una abarrotada y cálida sala de juntas el cuantioso material que incluía: conceptos y estadísticas viales actualizadas, unos primeros métodos constructivos innovadores de ingeniería, también la idea del efecto “culebra” en el comportamiento de las vigas estructurales de manufactura prefabricada y columnas pre-esforzadas de sitio, algunos primeros cálculos de “sismos” y nuevas visuales del impacto estético, así como una previa viabilidad económica y tiempos de ejecución; por lo que en dicha reunión todos acordaron enfocarse en un primer tramo que consistía en un distribuidor vial en el Eje San Antonio, enlazando el Viaducto Río Becerra con el Periférico. Al finalizar la junta y ante la incrédula, nerviosa y atenta mirada de los agotados asistentes, AMLO se paró de la mesa diciendo categóricamente “éste será un día histórico para la Ciudad de México”, palabras que no pudieron significar más que alivio, emoción y absoluta catarsis en todos los presentes.

Posterior a esta junta, de manera casi inmediata, fueron establecidas varias mesas de trabajo, lideradas personalmente por el equipo de trabajo AMLO y el Ing. Serur, para avanzar velozmente en afinar todos los detalles y lanzar a la luz pública la idea, estableciendo los mecanismos políticos y de “consulta pública”, con el objetivo de llevar a cabo la aprobación del proyecto ejecutivo y la posterior construcción del “Segundo Piso”. A primera hora del día 5 de diciembre, el Ing. Serur y López Obrador se presentaron ante los medios de comunicación para dar a conocer la intención de construir el segundo piso y sus características técnicas, hecho que provocó un gran impacto mediático en la sociedad, ocupando los espacios en todas las primeras planas de los diarios nacionales, con lo cual dio inicio un debate constante en las esferas políticas y la opinión pública en general.

Días más tarde se establecieron los comités de trabajo para el desarrollo del proyecto ejecutivo y las muy necesarias estrategias financieras, además de la organización del “referéndum” público para validar la construcción del “Segundo Piso” con la intervención de Claudia Sheinbaum y el liderazgo político de Alejandro Encinas. Asimismo, fue solicitada la colaboración técnica y académica del Instituto de Ingeniería de la UNAM, que sería el responsable de las pruebas técnicas de laboratorio, y la participación de varias empresas de diseño vial y estructural de suma experiencia y altamente calificadas. Finalmente, hacia mediados del mes de enero del 2002, se aprobaron las primeras fases que terminaría siendo a la postre el megaproyecto que hoy todos los usuarios de esta megalópolis conocemos. Así fue que aquella reunión de 1987 entre Azcárraga y Serur, se convirtió en la semilla que determinara el “poder de una idea”, transformando a la Ciudad de México para siempre.

A pesar de recibir varias ofertas de trabajo para la realización de este proyecto, el Ing. David Serur eligió motu proprio ser únicamente asesor técnico personal de López Obrador, entregando desinteresadamente sus ideas a las autoridades y a otras empresas para ejecutar los trabajos. Una vez que fue terminada la primera fase de la obra, generando 32,250 empleos directos, 96,750 empleos indirectos, 24 km 700 m de construcción, lo cual sumaría 271 mil 877 m² de superficie, utilizándose 302,523 m³ de concreto y 81,331 toneladas de acero durante un lapso de más de tres años, el Ing. Serur se retiró en 2005 del proyecto como asesor de las etapas posteriores.

“El Tigre” jamás vio su sueño terminado”.

Información: El Financiero Bloomberg, El Semanario

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