Enlace Judío México.- Luego de la cumbre entre Donald Trump y Kim Jong-Un, el régimen de Teherán debe decidir qué camino tomar: abandonar el terrorismo e iniciar un diálogo, o persistir en el desarrollo de armas nucleares.
GEORGE CHAYA
Luego de 65 años de enemistad entre Corea del Norte y Corea del Sur y de graves tensiones entre Corea del Norte y EE.UU, ambos conflictos parecen estar avanzando hacia su resolución. En la histórica cumbre del 27 de abril de 2018 entre el Presidente de Corea del Norte Kim Jong-un y el Presidente de Corea del Sur Moon Jae-in, ambos líderes acordaron trabajar para eliminar todas las armas nucleares de la Península Coreana y continuar las conversaciones con Washington con el propósito de declarar un final oficial a la Guerra de las Coreas, algo que pareciera tener respaldo en la Cumbre entre el Presidente Donald Trump y el líder coreano Kim en la Isla de Sentosa, Singapur.
Estos acontecimientos dispararon cientos de artículos y editoriales en la prensa árabe, donde se compara la tensión entre EE.UU. y Corea del Norte a las tensiones que se han venido sucediendo entre EE.UU. y los países árabes e Irán.
La pregunta que se impone es si la evolución de la primera situación pudiera estimular o afectar a la segunda, y si Irán aprende del caso de Corea del Norte, abandona el terrorismo y se aparta por propia voluntad de su proyecto por desarrollar y alcanzar armas nucleares.
Si la Cumbre de Sentosa resulta exitosa, Corea del Norte ya no será uno de los países que amenazan la paz mundial. En consecuencia, Irán permanecerá como el único, y seguramente será presionado más fácilmente para que cambie su comportamiento en la región.
Si el Presidente de Corea del Norte realmente decide poner fin a la amenaza de guerra nuclear habrá un cambio sustancial en el escenario internacional. Asumiendo que lo que hemos escuchado de él realmente expresa una nueva manera de hacer política y que Corea del Norte sinceramente ha decidido convertirse en una nación libre de armas nucleares, ir en busca de la paz y reconciliarse con su hermana Corea del Sur. ¿Qué sucederá entonces con Irán?
No cabe duda que lo que está ocurriendo es una formidable revolución política y un estupendo evento internacional con implicancias de gran alcance que también impactará en Oriente Medio. Esto se debe a que existen dos países en el mundo que han perturbado a la comunidad internacional y amenazaban la paz: Corea del Norte e Irán. Que Pyongyang se retire de esta ecuación, dejará a Teherán aislado y por lo tanto padecerá mucho más las presiones para que detenga su programa nuclear y cambie sus malas costumbres en la región. El giro político tomado por Corea del Norte, muy posiblemente hará que Irán se debilite y los EE.UU. y sus aliados se vuelvan aún más fuertes.
En consecuencia, los líderes iraníes deberían aprender del líder norcoreano Kim, deponiendo su proyecto sobre armas nucleares, abandonando sus aventuras militares y así podrían convertirse en una gran potencia económica civil en la región.
El diario saudita As-Shark al-Awsat publicó una editorial en la que manifiesta: Con algo de optimismo, el milagro de Corea del Norte puede influir sobre “la pandilla de los khomeinistas de Teherán.
El diario árabe indica que tanto Corea del Norte como Irán invirtieron durante décadas en armas de destrucción masiva (ADM), y ambos países se negaron a cumplir con las regulaciones internacionales, pero ahora, ante el avance respecto a Corea del Norte, Irán también puede cambiar de dirección. La editorial afirmó: “En la historia moderna, existen dos modelos de radicalismo extremista y de intransigencia: Corea del Norte y la república de los turbantes en Teherán. Lo que estos tienen en común es que ambos tienen como base una ideología de dominación. Lo que el régimen norcoreano ha hecho durante casi 70 años, es decir y alardear de su dictadura extremista, su represión interna, su gasto del 70% de los recursos de su pueblo en ensayos nucleares y ADM, el daño a la seguridad de sus vecinos en la región, su incumplimiento a todas las obligaciones internacionales o morales en abstenerse de interferir en los asuntos de sus vecinos y su insistencia en mantener un foco constante de tensión, es lo mismo que ha estado haciendo la república de los turbantes en Teherán desde que fue establecida.
Para el diario saudita, esto se debe a que la percepción por parte de Irán de exportar su revolución islámica se basa en grupos terroristas sectarios que avivan la enemistad y hostilidad en la región, por no mencionar su programa nuclear que despierta preocupación y controversia.
Ambos regímenes se han centrado en una política de consignas tales como “Muerte a Estados Unidos” como para suscitar emociones primitivas y utilizan la hostilidad ideológica hacia sus vecinos y hacia el resto del mundo. Esto es parte de su ilusión de ser superpotencias, mientras que lo único que han hecho bien es crear rivales y enemigos, interna y externamente, olvidando que el mundo de hoy es completamente diferente de lo que fue en el pasado en el arte de construir un Estado y crear estabilidad y seguridad.
De allí, que de producirse un milagro en este dramático avance con Corea del Norte, se puede esperar un avance similar en otras regiones del mundo, incluso en relación con las actividades de Irán como un estado apartado de las normas del derecho internacional.
Siendo optimistas, esto puede suceder, pero sucederá cuando los khomeinistas de Teherán se den cuenta que deben elegir entre: continuar con su hostilidad e intransigencia con su financiación al terrorismo armando a milicias y grupos paramilitares sectarios, o aceptar la lógica actual y adaptarse a las nuevas reglas de la comunidad internacional tipificadas por medio del diálogo y el consenso hacia la paz.
En Oriente Medio, el régimen iraní está inspirado en el modelo norcoreano. Los khomeinistas lo han visto siempre como un ejemplo y paradigma. El colapso de ese modelo requerirá que Irán construya el suyo propio donde deberá tener en cuenta las variables actuales de la política del Presidente Trump en su contra. Irán deberá comprender que ya no está sentado Barack Obama en el salón Oval. Si el gobierno de Khamenei comprende eso, tendrá posibilidades de cambiar el rumbo de la historia, pero sobre todo de su propio futuro.
Arabia Saudita y sus aliados en la región también se han unido a la lucha contra Irán por la agresiva política de Teherán en apoyo del terrorismo y por su interferencia en los asuntos de los países árabes. Si el vencer pacíficamente al modelo de Corea del Norte tiene éxito, aunque de momento no han terminado las conversaciones de Sentosa, nos enfrentamos a una nueva era en la historia del mundo, donde el más perjudicado será el régimen iraní.
La expansión que caracterizó los últimos 20 años de las políticas de Irán ha sido un grosero error estratégico, aunque los países de la región y del mundo hayan mirado hacia otro lado. Hoy, para que el mundo se deshaga de esta creciente amenaza terrorista, el equilibrio de poder en la región debe ser restaurado a su orden apropiado.
Si Corea del Norte abandona sus políticas a contramano del mundo actual, constituirá un modelo que puede ser adoptado respecto a Irán. Esto hará que los países retornen al camino correcto y respeten las leyes y la seguridad internacional, y por sobre todo, la soberanía de otros estados. Irán debe darse cuenta que esta es su única salida en el futuro inmediato y que le beneficiaria seguir el camino tomado por Corea del Norte.
La otra opción es que Irán no renuncie a su proyecto de armas nucleares y misiles balísticos debido a su insistencia en expandir su influencia y control en la región. En tal caso, quizás la más importante es que Irán ha armado a milicias y ejércitos fuera de sus fronteras geográficas, en Irak, Siria, Líbano y Yemen, y piense que teniendo en su poder armas nucleares reforzará su postura contra la eliminación de su influencia política y militar en varios países árabes. Sin embargo, esa opción no le brindara un futuro auspicioso al régimen revolucionario islámico.
Si Irán insiste en su necesidad de poseer armas nucleares y en la necesidad de desarrollar misiles balísticos es porque desea expandirse, extenderse y controlar a los países árabes vecinos para que su influencia regional se extienda más allá de las aguas del Golfo Pérsico y hasta la Cuenca Mediterránea, y controlar de ese modo las decisiones políticas que se toman en Bagdad, Damasco, Beirut, Saná y Doha, expandiendo su influencia política incluso hacia el norte de África.
En consecuencia, muchos analistas del mundo árabe islámico consideran inconcebible que Irán haga lo mismo que está haciendo Corea del Norte, porque ya se le dio la oportunidad de hacerlo en el acuerdo que firmó con los EEUU y Occidente en 2015, pero después del acuerdo nuclear, solo cobró miles de millones de dólares que recibió gracias al acuerdo y se lo gastó en sus milicias que se encuentran en los países árabes y se apoderó de Saná en Yemen, financiando y utilizando a los houties. Y en este caso, Irán demostró ser más peligroso para el mundo que Corea del Norte.
Por alguna extraña razón, la fuente de autoridad del odio sectario en Irán, es decir, el líder supremo iraní Ali Khamenei, piensa que la mayoría de los musulmanes sunitas son responsables de la muerte del icono chiita Al-Hussein Ali en la batalla del año 680 DC, en Karbala (Irak actual), y que deben pagar eso con sangre y guerras interminables para que se haga justicia. En consecuencia, lo que está sucediendo en Oriente Medio es una tragedia de guerras oscuras y sectarias. Estados como Irak, Siria y Yemen han sido destruidos y miles de sus ciudadanos asesinados salvajemente en venganza por la muerte de Al-Hussein Ali hace 14 siglos, y las guerras continúan incinerando la región en una peligrosa carrera armamentista y un masivo derramamiento de sangre, en nombre -precisamente- de esa disputa de sangre.
Contrario a ello ni la religión ni las hostilidades sectarias son la fuente del crónico conflicto en la península coreana; más bien, la fuente es la política y el conflicto entre tiranía y libertad.
En cambio, la crisis de los musulmanes al interior del Islam, es que su historia, con todos sus detalles de sus guerras, se ha convertido en una religión radical y extremista en la que se busca la eliminación del otro y está saturada de resentimiento y odio hacia el hermano que es diferente. Tal vez haya un día en que la sabiduría se imponga y finalmente el mundo árabe islámico deje el discurso del engaño, de acusar a otros de ignorancia y del odio transmitido de generación en generación y descubran, después de tanta destrucción, cuán estúpidos y patéticos han sido en malgastar los recursos de sus países en la adquisición de armas, avivar las llamas del odio, emprender guerras sin importancia y conspirar contra sus propios hermanos musulmanes.
Concluyendo, puede que si las negociaciones entre Corea del Norte, Corea del Sur y EE.UU tienen éxito en pacificar la península coreana, Irán aprenda la lección. No obstante, si el régimen de Irán no presta atención a ese evento, lo que continuaremos viendo será una nación secuestrada por su propio gobierno que le impide despertar, crecer y estabilizarse por tener como base sentimientos de odio y resentimiento hacia sus propios hermanos y al mundo exterior.
Fuente: infobae.com
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