Enlace Judío México.- A lo largo de la historia judía nos hemos enfrentado a diferentes episodios en los que el odio provocado por los prejuicios, los estereotipos o la simple búsqueda de un enemigo fácil de identificar regresan al pueblo a un sentido nómada, donde en ocasiones la identidad se fortalece o por desgracia desaparece, en el que el conocimiento y la cultura pueden ser su salvación o su perdición; pero nunca es definitivo, porque después de todo salen a la luz los instintos incasables e inquebrantables del pueblo para continuar siendo parte importante de la historia universal.
GINA HALABE PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Pero, ¿qué es en realidad el odio? ¿por qué surge? y ¿cómo lo podemos combatir?
De acuerdo a varias definiciones que encontré, el odio es el sentimiento intenso de enemistad, antipatía, repulsión y una serie de sentimientos similares que pueden ser reflejados en acciones como insultos, violencia, etc.
Al hablar de este sentimiento tan fuerte, tan negativo, tan contraproducente, no lo podemos limitar a la historia y al pueblo judío, ha sido tanta gente que siente esto y experimenta los resultados de éste que se ha vuelto una materia de estudio para muchos intelectuales contemporáneos. Una de ellas, que a mí gusto abarca de manera simple pero profunda el tema, es Sally Kohn.
Sally Kohn, es una TED Speaker que nació en el seno de una familia judía y que desde temprana edad se mostró como una líder fuerte, centrada y sobre todo segura de defender sus ideales y sus creencias, fue estratega de campañas juveniles así como consultora de diferentes movimientos.
Ya vimos quién es Sally, ahora veamos un poco de su opinión acerca del odio.
Ella se confiesa como una bully en la escuela, hecho del que no se siente nada orgullosa; sin embargo, fue uno de los elementos que contribuyeron en la formación de la Sally, quien actualmente ha logrado entablar una fuerte relación con sus peores enemigos.
Pasaron muchos años, varios recuerdos se empezaron a desbloquear y con ellos surgió la necesidad de Sally de saber que a los que les había hecho daño en su infancia no les había arruinado la vida, sobre todo a una niña a la que en quinto año tuvo como objetivo principal de burlas, insultos y agresiones, pero se dio cuenta que no buscaba entender o saber cómo estaban estas personas a las que tanto daño hizo, sino entender qué era lo que realmente pasaba con ella, al hacer esta introspección se sintió realmente hipócrita, pero se dio cuenta que desafortunadamente la cuestión del odio era una corriente o un movimiento cada vez más frecuente, mal consuelo, pero supo que no era la única que se sentía así, era algo más generacional.
Sally se puso a investigar, pues quería entender para resolver este problema que involucra a todo el mundo y descubre que el odio no es algo nuestro, de nuestra generación, sino que desde 1900 Gordon Allport ya lo estudiaba y de hecho dio a conocer la “escala de prejuicio” en la que, de un lado está el genocidio y del otro lado el odio generado por distintos tipos de prejuicio. El chiste de toda esta escala y de todo este estudio es que, de manera consciente o inconsciente, todos odiamos y nos vamos colocando en algún punto de esta escala.
La mayoría de las ocasiones tendemos a adjudicar nuestro problema de odio al otro, no asumimos la responsabilidad; sin embargo todos odiamos, incluso el que se piensa bueno y de valores, pero tacha al que comete errores y al que actúa con maldad, al que no piensa igual que yo y se muestra intolerante, pero al final nosotros también nos mostramos intolerantes al hacer la crítica del otro.
Al hacer toda su investigación habló con gente que ha manifestado su odio de las formas más crueles: nazis, terroristas, genocidas, etc., pues se dio cuenta que si ellos pudieron escapar del odio que sentían, cualquiera puede hacerlo. La pregunta sería ¿cómo lograron superar ese sentimiento tan profundo? La respuesta es, a través de conocer al otro, de romper con toda esa barrera de prejuicios que les impedían estar en contacto, en la que solo verlos era una generalización, un juicio de valor negativo, un insulto, incluso miedo.
Ella dice que hay infinidad de estudios que demuestran que “no estamos hechos ni destinados de manera alguna para odiar sino que para que el mundo nos enseñe a odiar”, somos producto de una cultura circundante pero somos quienes hacen esa cultura, por lo que el cambio está en nosotros.
Los 2 pasos de Sally para despojarnos del odio son :
1- Empezar a reconocer el odio que llevo dentro para trabajar para cuestionar nuestras ideas y suposiciones.
2- Promover políticas, instituciones y prácticas que nos conecten como comunidades, pues la integración combate el odio sistemáticamente.
Hay que cambiar la manera en la que nos hablamos y nos conectamos con los demás, siempre hay que hacerlo de una manera generosa y con apertura mental, nunca con odio.
El cambio a veces parece inevitable e imposible porque crecimos con estos mecanismos de pensamientos pero no lo es, el cambio empieza en uno mismo.
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