¡Cuidado! ¡No caigas!

Enlace Judío México.- En la Perashá Ki Tisá, donde se relata el episodio de la adoración del becerro de oro, vemos dos reacciones de furia; una de Hashem, y otra de Moshé Rabenu.

RAB. DAVID ZAED

Cuando se hubo consumado el detestable hecho, le dijo Hashem a Moshé: “Y ahora, déjame. Encenderé mi Ira hacia ellos y los aniquilaré…” (Shemot XXXII 10).

Y más adelante está escrito: “Y fue cuando se acercó (Moshé) al campamento, y vio (al pueblo adorando) al becerro, Y se enojó Moshé y arrojó las Tablas y las rompió en la base del Monte” (ibid 19).

Estas dos menciones de enojo, son, en definitiva, positivas. Observemos que en el primer Pasuk está escrito: “Y ahora, déjame. Encenderé mi ira hacia ellos y los aniquilaré…”. Con la palabra “déjame”, Hashem le está diciendo a Moshé, en otras palabras, “¡Detenme! ¡No permitas que se encienda Mi ira hacia ellos!”. Porque si alguien quiere hacerle un mal a otro, no le avisa a quien podría defenderlo. Hashem dijo: “Encenderé Mi ira…”, precisamente para que Moshé interceda con sus plegarias por el Am Israel, porque en realidad no quería aniquilarlos (ver Shemot Rabá 42-10).

Y lo que está escrito: “Y vio al becerro y a los bailes, y se enfureció Moshé, y arrojó de sus manos las Tablas y las rompió en la base del Monte” (Shemot XXXII 19), no se refiere a que Moshé Rabenu rompió las Tablas a causa de su furia, porque lo hizo para defender al Am Israel. Prueba de ello es que Hashem estuvo de acuerdo con lo que hizo (ver M. Shabat 77-1). Vemos aquí que las veces que se mencionó “la ira”, tanto de Hashem como de Moshé, no fueron, lo que conocemos como el “Cáas” (en otro pasaje de la Torá, Moshé efectivamente cayó en el Cáas, cuando golpeó a la piedra en lugar de hablarle, y fue castigado por ello).

Sin embargo, en este episodio, el Cáas fue preponderante. El Am Israel (ciertamente, una parte de él) cayó en el Cáas, y eso fue lo que los llevó a cometer el pecado tan aberrante de la adoración del becerro de oro.

Moshé les dijo a todos que iba a tardar cuarenta días y cuarenta noches en regresar. Esas seis horas iniciales no estaban en la cuenta, pero el Am Israel no lo sabía. Pasaron los cuarenta días según el cálculo de ellos, y pensaron que Moshé ya no llegaría. Se desesperaron, y en esas seis horas llegaron a transgredir no sólo la prohibición de adorar ídolos, sino que mataron, robaron, cometieron adulterio, y muchas otras cosas más, como nos cuenta el Midrash.

Si bien se equivocaron y creyeron que Moshé “se demoró”, ¿no podían esperar un rato más? ¡No! No tuvieron la mínima cuota de paciencia. Perdieron la Fe; la compostura; la decencia, y todas las cosas que la persona debe mantener en los casos de apremio. Y llegó el Cáas.

El Cáas no es simplemente el enojo interno o la contrariedad ante una situación adversa. El Cáas es, por definición, la reacción violenta incontenible e injustificable, que lleva a la persona a descender a los más bajos instintos.

Es por eso que nuestros Jajamim determinaron que “caer en el Cáas, es equivalente a cometer actos de idolatría”. Ahí tenemos la prueba de lo que pasó en el fatídico día diecisiete de Tamuz, del que estamos pagando sus consecuencias, hasta nuestros días.

Ten paciencia.
Trata de contenerte.
No caigas en el Cáas.
Podrás arrepentirte de haberlo hecho, pero quizás sea demasiado tarde…

 

 

 

Fuente: Revista Jodesh Tob Tamuz

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