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jueves 21 de noviembre de 2024

México, solidario con otras culturas

Enlace Judío México.- El país que recibe a personas provenientes de diversos lugares del mundo, es lo que lo convierte en un país multicultural.

MAGDIEL OLANO.

En un territorio mundial donde la violencia obliga a las personas a abandonar su país para salvar sus vidas, la guerra, el crimen organizado, la pobreza, y la mejora de oportunidades de desarrollo profesional, son los principales protagonistas. La migración es una consecuencia social que ha ocurrido de manera recurrente en la historia de la humanidad.

A propósito del Día Mundial de los Refugiados que se celebra cada 20 de junio, conmemoramos su fuerza, valor y perseverancia. Celebrar el día nos brinda la oportunidad de ofrecer nuestro apoyo a las familias que se han visto obligadas a huir.

Judíos ashkenazitas en México de 1900 a 1950

La entrada de judíos a México se enmarca dentro de un proceso de migración mundial, pero fue este país uno de los destinos por diversos factores, por la apertura del país en las décadas de 1900 a 1950 que se incrementó su llegada.

Según refiere el Estudio histórico de la migración judía a México 1900-1950, investigación realizada por Alicia Gojman, Gloria Carreño y Luis Enrique Hernández, no fue hasta el siglo XX que se reveló la cantidad de judíos en este país a pesar de que estuvieron presentes mucho antes. En ese siglo los ashkenazitas (originarios de Alemania y norte Francia, y aquellos emigrados a los actuales Europa Oriental, Polonia y Rusia debido a las persecuciones de los siglos XIII al XVI) fueron el sector con más influencia en la conformación de la comunidad judía en México.

La investigación indica que durante el siglo XIX la población judía de Europa Oriental se incrementó aproximadamente de 1.5 a 7 millones al inicio de la Segunda Guerra Mundial, lo que acentuó la pobreza y el hostigamiento de la población no judía, manifestada en cláusulas de exclusión en escuelas, limitación en el ejercicio de profesionales, servicio militar forzado con duración mayor a dos décadas, manifestaciones xenofóbicas, prejuicios religiosos fomentados por la Iglesia y gobiernos en contra de los judíos. Todo ello provocó la emigración de éstos hacia América.

En un principio se dirigieron a Estados Unidos; sin embargo, fue por las cuotas implementadas del gobierno con las leyes de 1921 y 1924 de se país, que la comunidad judía se desvió hacia América Latina.

Aunque la colonización en México había sido impulsada desde la época del porfiriato, fue Álvaro Obregón el primero de los presidentes posrevolucionarios que hizo énfasis en la política de admisión de extranjeros y una invitación pública y directa a los judíos. Su sucesor, Elías Calles, también manifestó su interés en continuar la política de apertura, la cual fue difundida tanto en la prensa europea como en la norteamericana.

Entre 1920 y 1929, la seguridad y esperanza que podían obtener en México trajo a 3 mil 270 judíos ashkenazitas. Pero fue en diciembre de 1925 que se autorizó a Calles reformar la Ley de Inmigración de 1908, debido a que el flujo migratorio que la guerra de 1914-1918 produjo hacia EU y México, estaba tomando proporciones que escapaban al control del gobierno.

Las limitaciones a la inmigración fueron reforzadas en 1929 con serias disposiciones restrictivas que obedecían tanto al cambio de política gubernamental como la presión que ejercía la sociedad civil ocasionada por la gran depresión y las condiciones económicas.

A finales de 1929 la secretaría de Gobernación y de Relaciones Exteriores emitieron un acuerdo que restringía la inmigración de trabajadores de origen sirio, libanes, armenio, palestino, árabe, chino, turco, ruso y polaco al considerar que su influencia era un factor desfavorable.

En 1928 ingresaron 888 judíos ashkenazitas, en 1929 fueron 619, y en 1930 la cifra se redujo a 597. El descenso es claro, en 1931 sólo se permitió el ingreso de 112 judíos, un 87 por ciento menos que en 1928.

El ingreso de migrantes judíos a México fue de mil 511 entre 1926 y 1938, en comparación con otros países receptores se encuentra Palestina con 250 mil, Estados Unidos con 115 mil y Argentina con 60 mil, todos en el mismo periodo.

En el periodo de 1900 a 1950, entraron a México un total de 7 mil 994 judíos ashkenazitas de diferentes nacionalidades: Rumanos (6), Holandeses (16), Suizos (24), Belgas (40), Austriacos (118), Checos (165), Franceses 229), Húngaros (287), Lituanos (592), Alemanes (979), Rusos (1517), y Polacos (3 mil 967). De ellos, un 53 por ciento fue de hombre y el 47 por ciento restante de mujeres.

Los judíos que llegaron a México entre 1900 y 1950 provenían en su mayoría de Europa Oriental (principalmente de Polonia).

Oleada de españoles en México

Ya que a comienzos del siglo XX España era un país pobre y México se encontraba en expansión, entre 1880 y 1930 cerca de 30 mil españoles llegaron al país para mejorar su condición económica, quienes se insertaron sobre todo en el mundo de los negocios de los españoles del siglo XIX y terminaron por dedicarse al quehacer económico en México. Estos europeos incursionaron en el sistema bancario, agricultura, minería y en los ferrocarriles; además, dieron pie a empresas de ultramarinos que crecieron con la economía mexicana: Aurrerá, Bimbo, Soriana, Euzkadi.

Según información del artículo Los españoles en el México independiente: 1821-1959. Un estado de cuetión, de Clara E Lidia, publicado en la revista Historia Mexicana (vol LVI numero 2 2006) del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, hasta 1930 el proceso migratorio había mantenido ciertas continuidades; sin embargo, cambió radicalmente a finales de esa década a raíz de la guerra civil española. Gran parte de esa población encontró refugio en México a partir de 1939, cuando el presidente Lázaro Cárdenas aplicó una política migratoria que permitió la incersión de los españoles en México.

Niños de Morelia

Conocidos también como Niños de la Guerra es un grupo conformado en 1937 por 456 menores de edad, hijos de republicanos españoles, que fueron traídos a México desde España en el vapor de bandera francesa Mexique, a petición del Comité Iberoamericano de Ayuda al Pueblo Español, con sede en Barcelona. Las gestiones se desarrollaron mediante el Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español, presidido por la señora María de los Ángeles A de Chávez Orozco, y en el que también formaban parte del Comité de honor, la señora doña Amalia Solórzano Bravo, esposa del Presidente de México, General Lázaro Cárdenas del Río, la señora Carmela Gil de Vázquez Vela y la señora Matilde Rodríguez Cabo de Múgica.

Para el periodo de 1939 a 1950, 20 mil españoles llegaron a este país. Esta segunda oleada ya no buscaba mejores condiciones económicas, más bien buscaban seguridad física y oportunidades que les permitieran librarse de la represión que existía. La mayoría de ellos eran familias enteras, niños, jóvenes y adultos del mundo urbano, de nivel universitario y personas preparadas académicamente que tienen mayor capacitación, lo que implicó mejoras en el sector cultural y académico del país.

Líbano en México

Otro grupo cultural que tuvo refugio en el país fue el de personas de Medio Oriente, quienes empezaron a llegar junto con grandes oleadas de franceses, italianos, estadounidenses, alemanes, chinos, entre otros, durante la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, en el último tercio una fuerte inmigración se manifestó cuando llegaron familias y hasta poblados completos procedentes de estas latitudes, entre ellos sirios, libaneses, palestinos y armenios.

Según refiere el artículo Los libaneses inmigrantes y sus lazos culturales desde México, de Carlos Martínez Assad, publicado por la revista cuatrimestral Dimensión Antropológica (Vol 44, 2008) del INAH, ante la llegada de inmigrantes “turcos” como se les conocía —ya que la mayoría de ellos portaba pasaporte turco debido a que sus territorios se encontraban bajo el dominio del Imperio Otomano—, el gobierno de México auspició su integración.

Muchos de ellos lograron instalarse en el país sin procedimientos, por lo que el gobierno de este país los regularizó a través del Registro de Extranjeros por el Ministerio de Gobernación a partir de 1929, durante la presidencia de Emilio Portes Gil, y culminó en 1938, en el gobierno de Lázaro Cárdenas.

El artículo indica que de 160 mil registros que se realizaron, 5 mil 527 correspondieron a libaneses. 4469 procedían de territorio libanés, 49 de Siria y 887 eran nacidos en México.

La lista continuó creciendo a pesar de las cuotas para frenar el gran flujo de migrantes; sin embargo, no existía otro instrumento cuantitativo que diera cuenta de su presencia en México.

Fueron las actividades comerciales en México las que llevaron al éxito la inmigración libanesa, pero a pesar que hubo cerrazón en cuanto a las leyes migratorias que siguieron las pautas de Estados Unidos, tanto causas políticas como la apertura de gobiernos, y casusas culturales en cuanto al factor religioso, fueron motivo de la buena acogida del país a personas extranjeras, pues los nativos del país en el encuentro con los libaneses, aunque con variaciones, coincidieron en rasgos esenciales.

En la actualidad, la descendencia libanesa se percibe por los propios como una comunidad muy bien organizada y con mucha fuerza económica y política, sobresaliendo nombres como Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo.

Argentinos en México

Durante la segunda mitad del siglo XX, se recibieron en México a miles de personas procedentes de America Latina, quienes buscaban un lugar mejor fuera de los regímenes totalitarios impuestos en los países de origen, lo que generó un gran impacto tanto en los propios como en los que se integraron en esta sociedad. En la década de 1970, llegaron al país exiliados latinoamericanos, en esos años los gobiernos de Luis Echeverría (1970-1976) y José López Portillo (1976-1982) se solidarizaron con el Cono Sur al retomar la experiencia del gobierno cardenista y recibieron a sectores del mundo académico. Según el censo del año 1970, había 1465 argentinos y en el de 2000 había 6465; algunos de ellos, que han influenciado la cultura fueron Adolfo Gilly, Néstor García Canclini, Juan Gelman y Enrique Dusel, de entre una larga lista de personalidades.

En Puebla, prueba de esto fue el Programa de Semiótica y Estudios de la Significación (SeS), el cual está centrado en actividades de docencia, eventos académicos, editoriales, un seminario y actividades de investigaciones propias y de convenio con otras universidades de nivel internacional, todas relacionadas con la semiótica. Los pilares de este programa llegaron a México desde Argentina, Rául Dorra, María Isabel Filinich, y también María Luisa Ruiz Moreno.

En este año 2018, el SeS cumple 20 años de labor, una larga trayectoria de investigación y de trabajo diario de docencia al que María Isabel Filinich describe como “una labor a la que le dan mucha importancia porque es la formación de los jóvenes y la herencia que se va a dejar”.

“Yo creo que el trabajo que realizamos también es un trabajo que a veces no se ve suficiente, digo, sí ha tenido reconocimientos, pero hay otro trabajo que se ve menos y que es el trabajo diario, el trabajo docente y el trabajo un poco de la investigación cotidiana que hacemos con alumnos”.

Desde el inicio del programa de Semiótica, Filinich ha sido directora responsable de la revista Tópicos del seminario, ya casi por sacar en este año el volumen 40, una revista que ha mantenido su regularidad y aparición semestral. La revista recibió desde sus primeros volúmenes el reconocimiento del Conacyt y desde entonces se encuentra en el índice de revistas científicas. Actualmente están en el proceso de migrar al formato digital, pero continuará con su versión impresa.

La investigadora dijo a este medio que recientemente durante un congreso en Lituania observó un listado donde se reconocían los centros de semiótica en el mundo, y en México figuraba el de Puebla, lo que indica una fuerte relevancia su presencia a nivel internacional, por un lado por el reconocimiento de la revista Tópicos del seminario, y por el otro por sus vínculos con renombrados académicos como el investigador de Bolonia Omar Calabrese o Raymundo Myer de la UAM, de quienes puede encontrarse sus discursos en la publicación de las relatorías de del Curso de Especialización en Semiótica.

Es preciso señalar su relación con universidades de otros países e investigaciones conjuntas. Algunas de éstas han sido, por ejemplo, el trabajo con Brasil que dejó el libro colectivo Semiosis, estesis, estética; con la universidad de Jujuy en Argentina el libro Del horror a la piedad; y otros donde participan investigadores de distintas universidades de Francia, de la UNAM, o de la ENAH como La esquicia creadora y Encajes discursivos. En este sentido, el Ses es un importante aporte de Argentina para México, donde el análisis es la primicia del día a día.

Y para celebrar los 20 años de funcionamiento del programa de semiótica, se llevará a cabo la presentación del volumen 39 de la revista Tópicos del seminario. Esto será el 22 de junio en el Auditorio del ICUAP a las 12 horas.

Lugar de paso de migrantes.

México no sólo ha acogido refugiados sino que ha sido fundamental para ciertos exilios a lo largo de su historia. Hoy, penosamente, no es un país en el que los migrantes centroamericanos puedan buscar una mejor vida: es un país de paso hacia esa nueva cárcel llamada Estados Unidos.

Los migrantes de los países vecinos que recorren de norte a sur la América Latina, atravesando tierras aztecas son una de las comunidades más vulnerables del país, pues en su calidad de ilegales se enfrentan al estigma de ser criminales, soportan vilmente las extorsiones de grupos delictivos, corrupción ante las autoridades, y violaciones a los derechos humanos.

Eso sin contar los innumerables peligros a los que se enfrentan, como enfermedades, falta de comida y bebida o cansancio; ni hablar de aquellos que sufren accidentes o mutilaciones a bordo de La Bestia, quienes en busca de un panorama más prometedor, vuelven a sus casas con una desilusión aún mayor… los que regresan.

Todo ello, es una sacudida a los gobiernos tanto de México como de los países centroamericanos, además de crear mayores dudas y motivos para reflexionar: ¿Qué está pasando en estos países para que hombres, mujeres y niños prefieran arriesgar su integridad antes de quedarse en su lugar de origen, lugar que los vio nacer? En la actualidad, más de 68 millones de personas son refugiados o desplazados internos, una cosa es clara, mientras haya guerra y persecución, los refugiados seguirán existiendo.

 

 

 

Fuente:elpopular.mx

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