Juntos venceremos
jueves 21 de noviembre de 2024

En el desierto: ¿El látigo o la palabra?

Enlace Judío México.- Entre la Perashá de la semana pasada y la Perashá de esta semana, Juqat, han pasado 40 años. Nos encontramos ahora en el último tramo de la travesía que comenzó cuando salimos de Egipto. La generación que había vivido en la esclavitud la mayor parte de su vida, desapareció. Los que quedan son sus hijos, que si bien nacieron en la esclavitud han tenido tiempo, 40 años, para desprogramarse de la mentalidad de esclavos y pensar y actuar como seres humanos libres. Las voces que reclamaban volver a Egipto y regresar a una vida de opresión pero sin responsabilidades, ha desparecido. Y a diferencia de sus padres, esta nueva generación no tiene miedo. Está preparada para luchar y conquistar la tierra de Israel.

RAB YOSEF BITTON

La pregunta.

De cualquier manera, la situación no es fácil. Quieren entrar a Israel por el camino de Edom, por el sur, la vía más directa hacia a la tierra prometida. Pero Edom, un pueblo que será su futuro vecino, no facilita el ingreso. Israel tiene que bordear Edom. El camino es muy largo y la gente ya está muy cansada.

Ahora nos encontramos con un episodio memorable, pero muy triste. El pueblo se queja por la falta de agua. Hashem le indica a Moshé que tome su bastón (maté) y que congregue al pueblo frente a una roca. Moshé debe hablarle a la roca y por debajo de la misma surgirá un manantial de agua. Moshé hace todo lo que Hashem le dice. Bueno, casi todo. La minúscula digresión de Moshé respecto a la orden divina es que en lugar de hablarle a la roca, Moshé la golpea con su bastón.

Hashem le dice a Moshé, sin indicar explícitamente cuál fue su falta, que él y Aarón no van a liderar más al pueblo. Moshé morirá en el desierto. Y Yehoshua tomará el mando y los llevará a conquistar la tierra de Israel. Todos los comentaristas bíblicos se preguntan qué fue lo que hizo Moshé para merecer una sanción tan severa.

Según Rashí. “Moshé no tenía que haberle pegado a la roca, le tenía que haber hablado”. Creo que todavía puede parecer exagerado el castigo a Moshé. ¿Es tan grave el error de Moshé? Especialmente si tomamos en cuenta que Hashem le pidió a Moshé que tomará su vara… Y que 40 años atrás, en una situación muy parecida, Hashem le dijo a Moshé que haría salir agua de una roca y que Moshé debía “golpear” la roca. ¿Cómo se justifica ahora un castigo tan grande por una desviación tan pequeña que pudo haber sido un error?

Ensayando una respuesta.

¿Qué les parece si profundizamos el aspecto simbólico de “pegarle” a la piedra vs. “hablarle” a la piedra? Recordemos el contexto: la generación anterior era una generación de esclavos que estaba entrenada a obedecer a los golpes. La única forma de hacerlos reaccionar era con el látigo o el palo: los castigos físicos. En un artículo llamado “Esclavitud, una institución que deshumaniza” Nell Painter explica que en el siglo 16, 17 los esclavos africanos estaban expuestos a todo tipo de torturas físicas y sicológicas, los marcaban como animales, los mutilaban, y los obligaban a ver las torturas aplicada a los miembros de su familia. En Egipto, 3000 años antes, las condiciones de los esclavos hebreos no pueden haber sido mucho mejor…. y eso dejó sus secuelas.

Pero la nueva generación era diferente. Ya tuvieron tiempo para adoptar su nueva identidad: ahora se transformaron en el pueblo de Hashem, el pueblo que se somete voluntariamente a las instrucciones de la Torá, la autodisciplina (quedushá). Este nuevo pueblo elegido tiene que ser educado y liderado con palabras; no con golpes. Pensemos en la diferencia entre nuestra sociedad moderna y la generación anterior. Hace solo 40 o 50 años atrás los maestros golpeaban a sus alumnos en la clase para disciplinarlos.

El mundo, en ese aspecto, cambió radicalmente. En ningún país civilizado se concebirá que un maestro les pegue a sus alumnos. Un fenómeno parecido ocurre en el seno de las familias. Conozco muchos padres que fueron criados “con el látigo”, y que hoy en día les cuesta liberarse de esa carga. Porque es difícil dejar de usar la fuerza como una herramienta de persuasión cuando uno no se entrenó en otras formas de imponer la autoridad. Los padres más jóvenes, sin embargo, aprendieron a sustituir el látigo por la palabra y establecer su autoridad por el peso de lo que dicen.

Es posible que en el caso que trae nuestra Perashá sea algo parecido. La nueva generación tenía que olvidar el poder del “golpe”. Es como si Hashem le hubiera dicho a Moshé “Toma la vara, ¡pero no la uses! Háblale a la piedra ¡y no la golpees! Quiero que la nueva generación se libere de la pesada herencia del látigo, y aprenda a usar la palabra.”

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