Enlace Judío México.-El reconocimiento del nombre de Mahmoud Alavi es poco, pero la unidad de gobierno que él dirige sigue siendo indispensable para los esfuerzos de Irán por subyugar a sus vecinos.
TZVI KAHN
El 1 de enero, Saru Ghahremani de 24 años asistió a una de las protestas nacionales de Irán y desapareció. Once días después, agentes del Ministerio de Inteligencia y Seguridad de Irán (MDIS) enviaron su cadáver, marcado por señales de tortura y golpes, a la casa de sus padres. Ellos detuvieron al padre. Algunas horas más tarde, la televisión estatal transmitió una confesión forzada por parte del Ghahremani mayor declarando que su hijo murió en un tiroteo con fuerzas de seguridad, no en un edificio del MDIS. Llamativamente, el MDIS prohibió luego al padre dar cualquier otra entrevista.
Esta historia difícilmente es inusual: Desde la década de 1980, el MDIS ha neutralizado violentamente a los opositores ideológicos del régimen tanto en casa como en el exterior. En respuesta, la administración Obama sancionó a dos ministros previos del MDIS tanto como al mismo MDIS. A la fecha, sin embargo, su ministro actual, Mahmoud Alavi, ha escapado a la atención de Washington. Las últimas manifestaciones en Irán destacan la urgencia de un renovado escrutinio estadounidense. Debido a que Teherán ve al MDIS como un eje de sus ambiciones revolucionarias, sancionar a Alavi fortalecería el propio desafío del pueblo iraní a la legitimidad del régimen.
En el 2016, el líder supremo de Irán, Ayatola Ali Khamenei, describió al MDIS como la “cáscara exterior dura”, la cual ayuda a “proteger el núcleo interior blando de valores del sistema.” Es una descripción apta: El MDIS valora la conformidad con la doctrina islámica militante de Irán con la misma gravedad que valora la seguridad física. En la visión del régimen, las naciones occidentales, actuando en parte a través de sus agencias de inteligencia y a través de los estados árabes suníes, amenazan a Irán no sólo con tropas extranjeras sino también con valores foráneos que se proponen desacreditar y por lo tanto subvertir su gobierno religioso. Consiguientemente, Khamenei declaró, el MDIS — más que cualquier otra agencia gubernamental — debe “prestar mayor atención a fortalecer elementos clave tales como la fe y la espiritualidad.”
Alavi ha ofrecido una sinopsis más drástica de los objetivos del ministerio. Todo el personal del MDIS, dijo él en abril, “anuncia su disposición a hacer frente a los amigotes de la hegemonía global liderada por EE.UU, el cual está buscando la dominación sobre el mundo, el Sionismo criminal, y el régimen saudí asesino de infantes, y para salvaguardar los ideales de la Revolución Islámica hasta la última gota de su sangre.” Esta batalla, afirmó él en el 2015, “no está limitada a una guerra caliente o fría. Es también una guerra dura y blanda.”
Nombrado en el 2013, Alavi sucede a ministros de inteligencia con pedigrees asociados de terrorismo y represión que refleja esta visión del mundo. Bajo sus precursores, el MDIS, en conjunción con otras organizaciones paramilitares iraníes, arrestaron frecuentemente y torturaron a periodistas, activistas de derechos humanos, opositores políticos, y minorías étnicas y religiosas. Ayudó a promover propaganda pro-régimen en los medios manejados por el estado, incluidas confesiones coaccionadas de prisioneros políticos. Desempeñó un rol crucial en sofocar la Revolución Verde del 2009 a través de la fuerza.
Según un informe del Pentágono en el 2012, el MDIS cometió numerosos asesinatos y ataques terroristas contra disidentes iraníes en la diáspora. Ayudó a planificar los bombardeos de la embajada israelí y el centro judío en Buenos Aires en 1992 y 1994, respectivamente. Proveyó apoyo a Hezbolá, Hamás, al-Qaeda, y al régimen de Bashar al-Assad de Siria. Mantuvo una presencia en los países del Golfo Pérsico, Yemen, Sudán, Líbano, los territorios palestinos, Europa, Asia Oriental y Sur, y América del Norte y del Sur. Adquirió tecnología militar y monitoreó amenazas para el programa nuclear de Irán. “De no ser por el Ministerio de Inteligencia, nuestra industria nuclear no habría estado al nivel en que está hoy,” dijo en el 2014 el vicejefe nuclear de Irán, Ali Asghar Zarean.
Bajo el liderazgo de Alavi, el comportamiento maligno del MDIS no muestra ninguna señal de retroceder. Sus redes globales siguen operativas. Continúa ofreciendo apoyo material a los satélites iraníes. Sus abusos de derechos humanos prosiguen sin disminución. Y ha trabajado para bloquear las manifestaciones, ampliamente extendidas, que comenzaron en diciembre del 2017.
Abundan ejemplos de tal represión. El 11 de junio, el poder judicial impuso sentencias de ocho años de prisión contra los manifestantes estudiantiles Sina Darvish Omran y Ali Mozaffari, sobre la base de confesiones coaccionadas por parte de los interrogadores del MDIS, por actuar contra la “seguridad nacional” y llevar a cabo “propaganda contra el estado.” En mayo, el MDIS condujo una ola de arrestos tomando como blanco a miembros de la fe Baha’i, a la cual Naciones Unidas ha calificado como “la minoría religiosa más seriamente perseguida” de Irán.
El MDIS ha reservado animosidad especial para los iraníes con vínculos occidentales. En marzo del 2016, arrestó al nacional iraní Aras Amiri, una empleada radicada en Londres de una organización de relaciones culturales inglesa, cuando ella visitaba a su familia en Irán. El MDIS la acusó de “reunión y conspiración contra la seguridad nacional.” Al mes siguiente encarceló al experto en medicina de desastres Ahmadreza Djalali, un ciudadano iraní y residente sueco, bajo cargos de espionaje mientras él estaba visitando el país por invitación de la Universidad de Teherán.
En este contexto, el trabajo del MDIS se superpone a menudo con los esfuerzos del más conocido Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), la guardia pretoriana del régimen — incluidas las operaciones de la Fuerza Quds del CGRI, la cual encabeza la agresión regional de Teherán, y del propio brazo de inteligencia del CGRI. De hecho el CGRI y el MDIS colaboran rutinariamente, aunque las guerras territoriales siguen siendo comunes. Si bien el MDIS opera a menudo en forma encubierta, y aunque Alavi carece del nombre reconocido del comandante Qasem Soleimani de la Fuerza Quds, el rostro público de la campaña de agresión de Teherán a lo largo del Medio Oriente, el MDIS sigue siendo indispensable para los esfuerzos de Irán de subyugar a sus vecinos.
La administración Trump debe actuar de conformidad. En octubre del 2017, sancionó al CGRI en su totalidad por su apoyo al terrorismo. Esta medida fue creada sobre sanciones anteriores por la administración de George W. Bush al CGRI por sus actividades de proliferación y de Soleimani y la Fuerza Quds. Sancionar a Alavi por el vasto alcance de su conducta nefasta complementaría estas medidas, enviando a Teherán — y al pueblo iraní — el mensaje que Washington sigue comprometido con derrotar el espectro total de actores responsables por promover las políticas beligerantes del régimen clerical.
Tzvi Kahn es el principal analista de Irán en la Fundación para la Defensa de las Democracias, un instituto no partidario de investigación con sede en Washington que se enfoca en seguridad nacional y política exterior.
Fuente: National Review
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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