(JTA) – Mientras el Parlamento estudia esta nueva propuesta no vinculante, los judíos se sienten atrapados entre el extremismo islamista y la xenofobia que desencadena
Cnaan Liphshiz/Traducción: Silvia Schnessel
En 2015, un yihadista mató a un guardia judío cerca de la sinagoga principal de la capital en la que Hannah Bentow estaba celebrando su bat mitzvá.
Su sentido de seguridad, como judía en Dinamarca, había sido sacudida, dijo a JTA la semana pasada. Bentow y docenas de adolescentes se quedaron adentro durante horas mientras la policía perseguía al hombre que disparó y mató al guardia voluntario Dan Uzan.
Pero Bentow dijo que su decisión de irse a Israel tan pronto como terminara la escuela secundaria se reafirmó en la histórica iniciativa de este año en el país escandinavo de prohibir la circuncisión no médica de niños pequeños. El Parlamento danés se convertiría en el primer país de la Unión Europea en votar una resolución no vinculante en la que se prohíba la práctica.
Los partidos gobernantes han indicado que se opondrían a una prohibición o un llamamiento en este sentido, pero el debate sobre el tema “me da la sensación de que no estoy en mi lugar aquí y que Dinamarca ya no quiere que yo esté aquí“, comentó Bentow.
Sus comentarios se hacen eco de un sentimiento compartido por muchos judíos daneses, que ponen en duda su futuro en un país donde se sienten cada vez más rehenes entre el extremismo islámico y la xenofobia que incita en el seno de una sociedad secular.
Mientras que la comunidad judía de 9,000 personas en Dinamarca ya está “bajo tanta presión hoy, con policías armados en nuestras escuelas y soldados armados en la sinagoga, este debate sobre la circuncisión te quita hasta el deseo de ser judío aquí“, dijo Mette Bentow, la madre de Hannah que también tiene dos hijos. Mette Bentow agregó que sus dos hijos son los primeros en ser circuncidados en tres generaciones.
El lenguaje utilizado en el proyecto de moción sobre la circuncisión que espera ser votado por el Parlamento solo menciona las preocupaciones relacionadas con el bienestar del niño.
“La introducción de una edad mínima de 18 años para la circuncisión coloca los intereses y los derechos de los niños en primera línea“, dice el texto. Pide hasta seis años de prisión para quienes circuncidan y responsabiliza a los padres y tutores, ya sea que el acto se haya llevado a cabo o no en Dinamarca.
Más de 50,000 personas firmaron una petición en el sitio web del Parlamento danés aprobando el texto, que crea una equivalencia entre la circuncisión no médica para niños y la mutilación genital femenina.
En Dinamarca y otros países europeos, campañas para prohibir la circuncisión no médica de los niños – un rito religioso de iniciación llamado “khitan” por los musulmanes y “Milá” por los judíos – se están preparando desde hace años.
Pero los partidarios daneses de la prohibición hicieron un gran avance tras una enmienda adoptada este año que estipula que las peticiones con 50,000 firmas dentro de los seis meses posteriores a su publicación en el sitio web del Parlamento se someterán a votación en virtud de una enmienda en forma de moción no vinculante. La propuesta de circuncisión ganó el número necesario de firmas en cuatro meses.
Para una gran cantidad de judíos daneses, los argumentos sobre el bienestar de los niños ocultan la verdadera motivación de la prohibición: la xenofobia.
Además de los defensores de los derechos humanos del niño, “muchos otros utilizan la situación para demostrar que están en contra de los judíos, los musulmanes, y así pueden expresar su antisemitismo y su xenofobia sin admitirlo“, comentó Finn Rudaizky, un ex jefe de la comunidad judía de Dinamarca, ante JTA.
La evidencia anecdótica parece apoyar su punto de vista.
EDurante la última década, Dinamarca ha desarrollado algunas de las políticas de inmigración más estrictas en Europa, que el Washington Post llamó el año pasado “la prohibición de los musulmanes [que] simplemente tenía otro nombre“.
Y en las elecciones de 2015, el Partido Popular Danés, que el New York Times describió como “extrema derecha”, ocupó el segundo lugar en el Parlamento. Ahora está apoyando las políticas del partido gobernante de centroderecha, incluida la prohibición, adoptada este mes, de usar ropa que cubra la cara como la que usan algunas mujeres musulmanas.
Dinamarca ya ha prohibido el sacrificio sin aturdir a los animales, como exigen las leyes religiosas judías y musulmanas; fue en 2014.
Al año siguiente, un cementerio musulmán fue profanado en Copenhague. En otro incidente en 2015, un danés intentó quemar una mezquita en la capital danesa, mientras docenas de fieles estaban dentro.
En este contexto, “el debate sobre la circuncisión en Dinamarca es sin duda parte de un panorama más amplio en el que la xenofobia juega un papel“, dijo Hagai Ben-Avraham, un universitario nacido en Israel, casado con una danesa cristiana y que vive en Copenhague hace seis años.
Cualesquiera que sean las fuerzas que militan contra la circuncisión, a la espera de la votación en el Parlamento lleva a Ruchama Elisabeth Munch – una madre israelí de 24 años que vive con su marido cristiano en la ciudad de Aarhus – a cuestionar su futuro en Dinamarca.
En la última circuncisión de sus primogénitos, Yoav, Munch dijo que ella y su marido habían invitado sólo a los parientes cercanos, en parte debido a que no se sentían cómodos de invitar a no – judíos a una ceremonia que a menudo se describe en los medios como abuso infantil.
“Pero cuando tengamos más hijos, eso influirá en nuestra decisión de vivir aquí, si somos considerados delincuentes” en relación con Milah, dijo.
Munch también afirmó que ha sido “bien recibida en la sociedad danesa” y que no sentía actitudes negativas como inmigrante o practicante judía.
“A pesar de todo, es un país tolerante“, agregó, “es por eso que realmente no entiendo por qué tanta gente aquí quiere prohibir el (Brit) Milá”.
En una encuesta de 2016 de 1.027 adultos daneses, el 87% de los encuestados favoreció la prohibición de la circuncisión no médica de los niños.
En la incomodidad que este sentimiento causa a los judíos daneses, tienen que lidiar con la nueva realidad que siguió al ataque de la sinagoga en 2015.
En la sinagoga de Habad, soldados armados con ametralladoras con chalecos antibalas en ropa de camuflaje golpean suavemente el pie al sonido de la melodía cantada por unos treinta judíos dentro del edificio durante una oficina religiosa reciente el viernes por la noche. Sonríen y bromean con Rochel Loewenthal, la esposa de Yitzi, el rabino Habad del lugar, quien les ofrece un plato de pollo kosher y hummus.
La seguridad estuvo en su apogeo este mes durante el Festival de Cultura Judía anual, donde ocho oficiales de policía y soldados estuvieron presentes en un evento de sábado por la noche para jóvenes judíos, al que asistieron alrededor de 15 adolescentes afuera de la sinagoga principal de la ciudad. Tiene dos puertas de entrada y cualquiera que desee entrar es interrogado en la esclusa central mientras no pueden entrar o salir.
Pero Hannah Bentow, cuyo bat mitzvá fue el objetivo del ataque de 2015, no cree que estas medidas sean excesivas. Unas semanas después del ataque, alguien rompió la ventana de la única tienda kosher en Dinamarca y la cubrió con cruces gamadas. Luego fue atacada de nuevo en 2016. El año pasado, una niña musulmana de 17 años fue declarada culpable de conspirar para volar la escuela judía en la que Bentow se graduó recientemente.
Para Bentow y su hermano menor, Elías de 11 años, el ataque de 2015 “trajo el miedo a sus vidas“, dijo Mette Bentow. Elías pidió a su padre, Klaus, un asesor de seguridad que trabajó para El Al, que ya no use su kipá en público.
Aprovechando los últimos rayos de sol en el patio trasero del edificio de apartamentos de su familia cerca de la sinagoga de Jabad, Mette Bentow dijo que ella y su esposo a menudo le dicen a Elias que no tenga miedo a los musulmanes que ve en la calle, hasta ahora con éxito mitigado.
Mette Bentow dijo que está profundamente agradecida por la forma en que la sociedad danesa “apoyó” a sus judíos después del ataque de 2015.
“Me encanta Dinamarca, me encanta nuestra casa real, se me pone la piel de gallina en las fiestas nacionales“, dice, sentada con su familia en torno a una mesa llena de cerezas frescas, pasteles. masa fermentada danesa y una jarra de jugo de saúco.
“Pero últimamente“, agregó, “cuanto más vivo aquí, más siento que este no es el lugar correcto para criar a una familia judía“.
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