Israel debe detener el avance de Siria hacia el sur

Enlace Judío México.- Israel debe detener la reconsolidación del régimen sirio, especialmente en el sur del país. Rusia ayudó a reforzar al régimen a través de la fuerza aérea. En respuesta a la amenaza resultante y creciente, Israel debe ahora descargar el poderío de la Fuerza Aérea Israelí.

PROF. HILLEL FRISCH

Desde la guerra de Líbano de 1982, el liderazgo israelí ha repetido el mantra de que la no participación en los campos de batalla extranjeros es mejor que la participación.

Ese hechizo continúa afectando las políticas israelíes hacia Siria a pesar de los ataques aéreos ocasionales llevados a cabo contra instalaciones y fuerzas sirias e iraníes.

Ninguna regla se aplica a todas las situaciones. En el caso del involucramiento israelí en Siria, el involucramiento mínimo es ahora directamente peligroso.

A diferencia de la guerra del Líbano de 1982, cuando Israel buscó reforzar al gobierno libanés frente a la intervención palestina y siria, ahora debe involucrarse en los asuntos sirios para detener la reconsolidación de un régimen que se ha cobrado hace mucho tiempo sangre y dinero israelíes y continuará haciéndolo como un títere iraní. Si la posición del régimen es reconsolidada, especialmente en el sur limitando con los Altos del Golán, Teherán esperará intensificar su conflicto con Israel.

¿Qué debe hacer Israel para prevenir esto?

Los sirios están avanzando hacia el sur contra los últimos bastiones rebeldes en el área de Daraa. Las FAI deben detener ese avance atacando el movimiento de fuerzas y las posiciones sirias. El dibujo de fuertes bajas debe ser agregado a la lista de objetivos israelíes en Siria.

Esto es de crucial importancia debido a los atributos demográficos únicos de los enemigos de Israel, el régimen alauita, sus partidarios de Hezbolá, e incluso los iraníes. El Profesor Eyal Zisser, principal experto sobre Israel en Siria, ha analizado el crecimiento demográfico a través de Siria como fue reflejado en el censo del 2004. Él encontró que las áreas de los alauitas, la comunidad detrás del régimen que cuenta por mucho del reservorio más grande de combatientes de Siria, tenían las tasas más bajas de crecimiento en el país. Zisser estimó que antes de la rebelión en el 2011, la comunidad alauita representaba apenas el 6 ó 7% de la población en vez del 10 ó 12% atribuido generalmente a ella.

La desventaja demográfica del régimen sirio puede haber caído desde el 2011. Ciertamente eso puede ser visto en el campo de batalla. Durante la rebelión, el régimen sirio ha luchado en forma poco sistemática. Hasta el 2015, casi cualquier avance en un frente significó una pérdida en otro. Por ejemplo, cuando el régimen atacó Homs, perdió terreno en Idlib. No tenía suficiente mano de obra para conducir ataques en dos frentes aun con la ayuda de Hezbolá y las milicias populares.

Incluso cuando el poder aéreo ruso masivo inclinó la balanza de poder en favor del régimen sirio en el otoño del 2015, la dificultad de sostener bajas y una fuerza combatiente que envejece significó que éste sólo podía consolidar su control arbitrariamente. Siria tenía que decidir en qué frente avanzar: sea al este de Alepo y Homs contra el ISIS, o en los suburbios orientales y pueblos de Ghouta contra otras milicias islámicas. Estas batallas no podrían nunca ser conducidas en forma simultánea. Las numerosas treguas locales entre las milicias rebeldes y el régimen, muchas de ellas “negociadas” por los rusos e iraníes, permitieron al régimen avanzar en un frente a la vez.

A medida que el régimen se volvió más poderoso, las treguas fueron reemplazadas por retiradas planificadas con antelación y retiradas altamente organizadas de las fuerzas rebeldes y sus familias de áreas tanto al occidente como al oriente de Damasco a Idlib, negociadas por Rusia. Hubo fotos regulares de los rebeldes y sus familias abordando autobuses rodeados por la policía militar rusa y de estos cordones de autobuses siendo llevados por vehículos militares rusos en el viaje a Idlib a través de áreas controladas por el gobierno.

Lamentablemente para la comunidad suní, ciertamente para los rebeldes y para Israel, las fuerzas rebeldes divididas, las cuales ascendían a cientos de grupos, lucharon entre sí tanto como combatieron al ejército sirio. Fue esta división crónica y lucha intestina la que permitió al régimen consolidar su control. Israel debe impedir la continuidad de este proceso.

El mismo predicamento demográfico en el cual se encuentran los alauitas afecta a la comunidad chií en Líbano, el cual proporciona el grupo de mano de obra para Hezbolá. Los datos demográficos libaneses son notoriamente imprecisos – la agencia demográfica oficial del estado da estimados de la población libanesa con una discrepancia de un tercio, entre 5 millones y 3.5 millones. Tampoco proporciona ninguna información acerca de las comunidades que conforman la población libanesa. Estimados para la comunidad chií hablan de uno a dos millones.

Yo desenterré una compilación detallada de datos para las escuelas libanesas en el año 2006, debajo del número exacto de estudiantes en cada escuela. Estos datos demuestran claramente la escasez tanto de escuelas como de estudiantes en los distritos predominantemente chiíes. A través de la extrapolación demográfica simple, uno puede decir con seguridad que la población más pequeña estimada está más cerca de la verdad.

Esta pequeña comunidad ha estado sacrificando a sus hijos, con apenas breves respiros, desde el establecimiento de Hezbolá hace 36 años – primero contra Israel y su milicia aliada, y desde entonces en los campos de batalla sirios.
Sumando al impacto de la sangría incesante hay estudios que afirman que las tasas de fertilidad chií en Líbano (y de hecho en Irán) habían caído para el año 2004 a niveles de reemplazo y ahora están en los niveles europeos de alrededor de 1.7 hijos por mujer. Esto significa que los inducidos a reemplazar a los combatientes que envejecen llegarán cada vez más de familias muy pequeñas, para quienes su pérdida será especialmente costosa.
Israel debe sacar lecciones de la exitosa intervención rusa en Siria y hacer exactamente lo opuesto.

Los rusos ayudaron a consolidar al régimen bombardeando a las tropas rebeldes para que aceptaran treguas y retiradas a través del uso estratégico de la fuerza aérea. Israel debe ahora descargar el poder de las FAI para detener más consolidación del régimen tanto para intentar unir como para armar a las fuerzas rebeldes al sur de Siria tanto como sea posible.

No sólo la voluntad es importante, sino que así lo es la manera – cobrándose pérdidas enemigas. Cuanta más mano de obra pierdan el ejército sirio y Hezbolá, mayor será su reticencia a continuar combatiendo a Israel en el futuro.

 

 

El Prof. Hillel Frisch es profesor de estudios políticos y estudios de Medio Oriente en la Universidad de Bar-Ilan y un principal investigador asociado en el Begin-Sadat Center for Strategic Studies.

 

 

Fuente: The Begin-Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

 

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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