Enlace Judío México.- Frente a Tishá b’Av, un par de preguntas que me ha hecho mi señora y una serie de sensaciones diferentes, quisiera llevar a ustedes las siguientes reflexiones.
Este Shabat fue bastante especial para mí, ya que a la noche no pude concurrir al Beit HaKnesset por razones de salud y tuve que rezar solo en casa, compartiendo, digamos, mucho más el Shabat con mi señora.
En un momento me preguntó:
“Daniel, en los tiempos en que teníamos el Har HaBait, el Templo, los yehudím peshutím (los judíos comunes), ¿cómo vivían el día a día?
La mujer manejaba la casa y frente a alguna duda, consultaba al marido y este a su vez a los rabaním en el Beit HaBejirá y si era necesario, elevaban un korbán (sacrificio).
Esto me llevó a pensar la pregunta en dos aspectos, uno el funcionamiento práctico, sencillo y vivo, pero el otro, la importancia tremenda de poder vivir con fe y seguridad acerca de una realidad completamente diferente a lo que hoy podemos concebir, es decir, vivir sabiendo que si tenemos el corazón abierto y el alma abierta a HaShem, ¡todo es posible!
Desde hace mucho tiempo estoy sintiendo que para algunos yehudím resulta difícil el abrirse de lo elevado y vivir su judaísmo de una forma simple sin pretender sentirse por encima de los demás, sea en conocimiento, sea en análisis, sea en buscar más.
La vida, creo, debe de ser simple, sencilla, fácil, debe de tratarse especialmente sobre la relación entre HaShem y el ser humano, una relación que sólo puede ser vista de una forma:
HaShem nos dio la Torá y ella es un mapa que nos muestra el camino de cómo la vida debe ser vivida.
Pretender interpretarla es atrevido, más bien, la preocupación debe ser aprender a transitar el camino, tan sólo luego podemos ir a tecnicismos.
El Ego es el principal enemigo del ser humano, la humildad es lo que debemos procurar, aceptar que no somos ni menos ni más que ningún otro hombre, pero, a la vez, somos insignificantes frente a HaShem, eso, aceptar ese punto, es el camino y al transitarlo estamos llegando a destino.
Caminar el camino es lo que podemos hacer, ya que llegar a HaShem es imposible.
Por lo tanto, mi respuesta fue esa: “Sí, así como lo imaginas, era, simple, sencillo, fácil, pero… demandante”.
El Baal Shem Tov nos dice acerca de su concepto de HaShem, el cual comparto totalmente.
A pesar de creer en la unicidad de HaShem, a la vez, cree que HaShem está dos veces en el mundo, una, como creador, él creó el mundo ex nihilo, de la nada, la única vez que realmente hubo creación, pero, a la vez, está en todas las cosas.
Todo tiene, dentro de sí, la “chispa divina” (obviamente también nosotros) y así, HaShem está dos veces presente, como creador y como parte.
¡El Templo fue la expresión increíble de esa realidad!
Muy pronto estaremos en Tishá b’Av y para poder llorar por algo, lo primero que debemos de saber es exactamente sobre qué llorar.
No conocimos lo que perdimos, por lo tanto, tan sólo lo podemos imaginar, la imaginación es particular de cada uno, y nadie puede hacernos soñar algo diferente a lo que tenemos dentro nuestro, por eso pido a todos pensar en la felicidad.
Sólo siendo felices podemos acercarnos a HaShem, sólo la alegría nos lleva a Él, busquemos dentro nuestro lo que nos hace sentir bien y este Motshash, ¡busquemos llorar por eso!
Fuente: Breslev desde Shomron
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