Enlace Judío México.- Khamenei llama a la enemistad hacia Israel “una cuestión del corazón.” Hay razones para cuestionar su sinceridad.
ELIORA KATZ
“¡Muerte a Palestina!” cantaron hace poco los iraníes en una gran protesta contra el régimen. Ellos también pidieron la muerte del Líder Supremo Ayatola Ali Khamenei y del Presidente Hassan Rouhani. ¿Pero por qué a los iraníes les importaría “Palestina” con tal pasión como para desearla muerta?
Debido a que el odio a Israel es una idea fundacional de la República Islámica, al pedir “muerte a Palestina,” los iraníes están subvirtiendo un régimen cuya razón de ser es el antagonismo.
En 1962, el crítico iraní Jalal Al-e-Ahmad publicó un libro titulado “Gharbzadegi,” un término persa peyorativo que ha sido traducido como “Occidentosis” u “Occidentoxificación.” La descripción de Ahmad de la civilización occidental como una plaga inspiró al Ayatola Ruhollah Khomeini, quien lideró la revolución de Irán en 1979. En su libro fundacional de 1970, “Gobierno islámico,” Khomeini escribió: “Debemos protestar y concientizar al pueblo que los judíos y sus partidarios extranjeros se oponen a los fundamentos mismos del Islam y desean establecer el dominio judío a lo largo del mundo.”
Desde su concepción, la obsesión de la República Islámica con lo que es no ha eclipsado ninguna formulación positiva de lo que es. Khomeini y los otros ayatolas intentaron erradicar la identidad nacional de Irán borrando su pasado pre-islámico. Ellos rehuyeron los nombres persas en favor de los islámicos y trataron de prohibir las festividades persas de Nowruz y Chaharshanbe Soori. Khomeini destacó la épica “Shahnameh” del siglo XI”—la cual preservó el idioma, historia y mitología persas luego de la conquista árabe—como el epítome de lo que la revolución buscaba destruir.
Los seguidores de Khomeini cantaron “Muerte a Estados Unidos” cuando invadieron la Embajada de Estados Unidos y mantuvieron como rehenes a docenas de diplomáticos. La consigna sigue siendo un elemento básico de los rezos del viernes y es aplicado a lo largo de todo el país. En mayo, los parlamentarios iraníes quemaron una bandera impresa del “gran Satán” en su cámara.
Un año después que Khomeini asumió el poder, el Irak de Saddam Hussein invadió Irán. El régimen iraní vio la guerra entre Irán e Irak como una oportunidad de solidificar la revolución reuniendo a los iraníes contra un enemigo en común. La propaganda del régimen presentó la guerra como una prueba del carácter nacional a través de la gloriosa yihad.
Todo el tiempo, el régimen continuó vituperando a Israel. En 1985 un soldado egipcio esgrimiendo una ametralladora atacó a un grupo de turistas israelíes en Ras Burqa, matando a tres adultos y cuatro niños. Irán emitió un sello en honor del asesino y nombró una calle en Teherán como él.
Sin embargo, los ayatolas estuvieron cooperando clandestinamente con el estado judío, el enemigo iraquí del enemigo de Teherán. Irán, según se informa, compró miles de millones de dólares en armas de Israel durante la guerra, y cuando Estados Unidos vendió armas a Teherán en el escándalo Irán-Contras, Israel actuó como intermediaria. Aunque Khomeini aprobó todas estas ventas en privado, en público él afirmaba que eran rumores inventados por los enemigos de Irán.
Después que terminó la guerra con Irak en 1988, Israel se volvió la bestia negra principal de Irán. La negación del Holocausto es política estatal, apoyada por competencias de caricaturas ridiculizando el genocidio nazi. En los pisos de las universidades son pintadas banderas israelíes para que sean pisoteadas.
El twitter de Khamenei está lleno de llamados a la liberación de Palestina y a la destrucción del estado judío. “Nuestra postura contra Israel es la misma postura que hemos asumido siempre,” tuiteó el líder supremo el mes pasado. “#Israel es un tumor canceroso maligno en la región surasiática que tiene que ser removido y erradicado: es posible y sucederá.” Otro tweet reciente de Khamenei: “Para #Irán, la causa palestina no es una cuestión táctica, ni es una estrategia ‘política.’ Es una cuestión de creencias, una cuestión del corazón y una cuestión de fe.”
La dama protesta demasiado, me parece—especialmente dado que Irán e Israel tuvieron relaciones amistosas antes de 1979. En la época de la revolución, la comunidad judía iraní era de unos 100,000. Ha menguado a menos de 9,000.
Mientras tanto, Irán se está derrumbando internamente bajo el peso de la inflación, desempleo, corrupción y amiguismo. El acuerdo nuclear ofreció la promesa de mejora económica pero más que nada enriqueció a los ayatolas. La toma como chivo expiatorio se hace más tonta. En medio de una escasez de agua causada por el mal manejo del régimen, un general iraní acusó este mes a Israel de “robo de nubes”—manipulando nubes que pasan por el Mediterráneo para privar de lluvias a Irán.
Pero no puedes tomar odio. A los iraníes no les importan los palestinos, y tampoco a los ayatolas, quienes someten a la propia población árabe de Irán a discriminación y represión. En lugar de invertir en los iraníes, la República Islámica arroja dinero en las aventuras militares en Irak, Yemen y Líbano, mientras se involucra en una guerra indirecta con Israel y en apuntalar a Bashar Assad en Siria.
El plan financiero propuesto por Rouhani para este año incrementa la asignación de los Guardias Revolucionarios en 42%, mientras recorta el presupuesto para construcción de infraestructura, según el Consejo Nacional de la Resistencia de Irán. El presupuesto militar es aproximadamente tanto como el de educación, salud y asistencia social combinados. Rouhani propone aumentar los precios del combustible a la mitad y puede cortar las asignaciones mensuales de asistencia social para más de 30 millones de personas, más de un tercio de la población de Irán.
¿Por qué los iraníes cantan “Muerte a Palestina”? Porque el régimen que afirma defender a Palestina se ha convertido en el enemigo del pueblo.
*Eliora Katz es una ex becaria Robert L. Bartley en el Wall Street Journal.
Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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