Exige Estado danés tener acceso a “niños de guetos”

Enlace Judío México.- En un intento por enseñarle los “valores” locales, el gobierno busca separar a los hijos de inmigrantes de sus familias durante al menos 25 horas a la semana.

ELLEN BARRY Y MARTIN SELSOE SORENSEN

Cuando Rokhaia Naassan dé a luz en los próximos días, ella y su bebé entrarán a una nueva categoría a los ojos de la ley danesa. Debido a que vive en un barrio inmigrante de bajos ingresos descrito por el gobierno como un “gueto”, Naassan será lo que los periódicos daneses llaman una “madre de gueto” y él será un “niño de gueto”.

A partir del año de edad, los “niños del gueto” deben ser separados de sus familias durante al menos 25 horas a la semana, sin contar la hora de la siesta, para una instrucción obligatoria en los “valores daneses”, incluyendo las tradiciones de Navidad y Pascua, y el idioma danés. El incumplimiento podría resultar en una interrupción en los pagos de asistencia social.

El Gobierno de Dinamarca está introduciendo un nuevo conjunto de leyes para regular la vida en 25 enclaves fuertemente musulmanes y de bajos ingresos, al señalar que si las familias no se fusionan voluntariamente en la cultura dominante, deben ser obligadas.

En su discurso anual de Año Nuevo, el Primer Ministro Lars Lokke Rasmussen advirtió que los guetos podrían “extender sus tentáculos a las calles” propagando violencia. Los políticos que alguna vez utilizaron la palabra “integración” ahora piden francamente la “asimilación”.

Ese enfoque está personificado en el “paquete de guetos”. De 22 propuestas presentadas a principios de marzo, la mayoría ha sido acordada por una mayoría parlamentaria, y más serán sujetas a votación en el otoño.

Algunas son punitivas: una medida bajo consideración permitiría que los tribunales dupliquen el castigo para ciertos delitos si son cometidos en uno de los 25 vecindarios clasificados como guetos, con base en ingresos de los residentes, estatus de empleo, niveles de educación, número de condenas criminales y “antecedentes no occidentales”. Otra impondría una sentencia de cuatro años de cárcel a padres que obliguen a sus hijos a hacer visitas extendidas a su país de origen, descritas aquí como “viajes de reeducación”.

Este verano, en el Folkemodet, una reunión política anual, el Ministro de Justicia Soren Pape Poulsen, le restó importancia a las objeciones basadas en los derechos.

“Algunos se lamentarán y dirán: ‘no somos iguales ante la ley en este País’ y ‘a ciertos grupos se les castiga más férreamente”, pero ésas son tonterías”, dijo.

A aquellos que afirman que las medidas se enfocan en los musulmanes, dijo, “para mí esto tiene que ver, no importa quién vive en estas áreas y en quién creen, tienen que profesar los valores requeridos para tener una buena vida en Dinamarca”.

En un día reciente, Naassan estaba sentada con sus cuatro hermanas en Mjolnerparken, un complejo habitacional designado como gueto.

Se preguntaban en voz alta por qué estaban sujetas a estas nuevas medidas. Hijas de refugiados libaneses, hablan danés sin acento y conversan con sus hijos en danés; se quejan de que sus hijos hablan tan poco árabe que apenas pueden comunicarse con sus abuelos.

“La política danesa tiene que ver con los musulmanes ahora”, dijo Sara, de 32 años. “Quieren que nos asimilemos más o nos vayamos. No sé cuándo estarán satisfechos con nosotros”.

Barwaqo Jama Hussein, de 18 años, una refugiada somalí, dijo que la descripción de los políticos de “sociedades paralelas” simplemente no se ajustaba a ella, o a Tingbjerg, donde ha vivido desde que tenía 13 años.

“Duele que no nos vean como personas iguales”, expresó. “Realmente vivimos en la sociedad danesa. Obedecemos las reglas, vamos a la escuela. Lo único que no hacemos es comer cerdo”.

Sin embargo, a 20 kilómetros al sur de la Ciudad, en el suburbio de clase media de Greve, los electores expresaban aprobación.

“Gastan demasiado dinero danés”, dijo Dorthe Pedersen, una estilista. “Nosotros pagamos su renta, su ropa, su comida, y luego llegan diciendo en un mal danés: ‘no puedo trabajar porque tengo un dolor'”.

Al enfocarse en el costo de mantener a las familias inmigrantes, el Partido Popular Danés le ha quitado votos al partido centro-izquierdista de los Socialdemócratas. Con una elección general el próximo año, los Socialdemócratas han virado a la derecha en el tema de inmigración, señalando que se necesitan medidas más estrictas para proteger la asistencia social.

Hussein está acostumbrada a que la retórica antiinmigrante aumente antes de las elecciones, pero dice que este año es más severa que lo que jamás recuerda.

“Si puedes crear nuevas leyes que aplican sólo a una parte de la sociedad, entonces puedes seguir agregándolas”, dijo. “Se convertirá en la sociedad paralela a la que tanto temen. Ellos mismos la crearán”.

 

 

 

Fuente:reforma.com

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