Enlace Judío México.- En julio pasado el parlamento de Israel aprobó por 62 votos de 120 asientos que apenas superó el umbral de la mayoría, una nueva Ley básica que equivale a una enmienda constitucional en la que se omiten y modifican términos consagrados en la Declaración de Independencia de Israel de 1948. En esencia la Ley reafirma a Israel como “el hogar nacional del pueblo judío y define el asentamiento de comunidades judías como un valor nacional; establece que se actuará para alentarlos y promoverlos, aunque no se especifica dónde, es obvio que trata de preparar el terreno para la colonización “en cualquier parte”, lo que supone incluir a los territorios de Cisjordania.
LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
En este ámbito, define el árabe como un idioma que tiene un status “especial” en el Estado, eliminando su carácter oficial de segunda lengua que mantuvo por 70 años desde la creación de Israel; 20.0% del total de la población de Israel son ciudadanos árabes-israelíes.
La definición de la nueva Ley no incluye conceptualmente la igualdad total para todos los ciudadanos del país; no obstante, existen otras leyes básicas que garantizan la igualdad de derechos para todos. En este sentido, la Ley Básica de Dignidad Humana y Libertad aprobada en 1992, establece los valores del Estado de Israel como Estado Judío y Democrático, lo que implica que los derechos humanos en Israel se basan en el reconocimiento del valor del ser humano, la santidad de la vida humana y el principio de que todas las personas son libres.
Por otra parte, la Declaración de Independencia de Israel de 1948, que esencialmente no se ve afectada por la nueva Ley del Estado-nación judío, promete igualdad para todos los ciudadanos, independientemente de su religión, color o raza; en la Declaración de Independencia el término Estado judío “alude a las bases de libertad, justicia y paz derivadas de los profetas de Israel, comprometidas con la igualdad de derechos sociales y estatales para todos sus ciudadanos”, no obstante, la Ley del Estado-nación judío no tendrá repercusiones importantes en la vida cotidiana de las minorías en Israel, estas perciben que las menosprecia; ven en ella un Estado judío excluyente. Cabe destacar que en la realidad los ciudadanos árabes israelíes se han estado integrando al Estado, incluso ocupan altos cargos en el Tribunal Supremo, en el Ministerio de Asuntos Exteriores, en el Sector Salud, e incluso en la Policía de Israel.
Asimismo, la minoría drusa, 130 mil ciudadanos, grupo etnoreligioso monoteísta surgido del Islam que habla árabe, asentado en el norte de Israel, participan en el Ejército, incluso en una unidad de élite. También los cincacianos, 4 mil personas que residen en dos villas entre Haifa y el Lago Tiberiades, participan en el Ejército. Son exiliados del Norte del Cáucaso que desde 1873 viven en Israel, exiliados de sus tierras tras pelear contra las tropas rusas y perder a millón y medio de los suyos.
El portal israelí Walla News realizó una encuesta a ciudadanos judíos israelíes entre el 24 y 26 de julio pasado en relación a la Ley del Estado-nación judío, en la que 58.0% del total señaló que la aprobaba y, 34.0%, que se oponía a ella y 8.0% no respondió. El rechazo a la nueva ley no solo deriva de las minorías residentes en Israel y del sector liberal del país, también se extiende al mundo judío fuera de Israel, especialmente a la población judía de EUA, tradicionalmente solidaria con Israel.
En Israel 78 oficiales retirados firmaron el 30 de julio pasado una carta en la que piden al gobierno enmendar la Ley; igualmente, expresaron su apoyo a los grupos minoritarios que se oponen a ella. En las filas del Ejército de Israel se han empezado a registrar renuncias de oficiales drusos por la nueva Ley; han declarado: “para la población drusa que ha dado su sangre y sus hijos por el Estado de Israel, la Ley nos está escupiendo en la cara”. Por su parte, algunos miembros de la lista árabe-israelí en el Parlamento de Israel han amenazado con renunciar; esto no sorprende porque a pesar de que siempre han gozado de prerrogativas similares a los legisladores israelíes, frecuentemente se convierten en una “quinta columna” en el Parlamento para defender intereses personales, más que los de la población árabe israelí.
La reacción más vigorosa contra la Ley provino de los principales grupos judíos conservadores de EUA quienes también la vincularon con el interrogatorio y detención del rabino de la ciudad de Haifa, Dov Haiyun, importante líder del movimiento conservador de Israel, por celebrar bodas fuera del Gran Rabinato. Haiyun ha realizado bodas durante muchos años a parejas que desean casarse en Israel bajo los auspicios del movimiento conservador; empero, una enmienda a la Ley de Matrimonio y Divorcio aprobada en el 2013, establece que una persona que realiza un matrimonio sin ser registrado en el Gran Rabinato puede ser condenado a 2 años de prisión.
El Rabino Haiyun ha realizado bodas de acuerdo con la ley judía, en esto no hay engaño; sin embargo, las parejas que se casan a través del movimiento reformista o conservador no se consideran casados a menos que la boda se complemente con un matrimonio en el extranjero y que posteriormente se registre por el Estado como casados. El rabino Haiyun considera que en el interrogatorio policial fueron por él a su casa a las 5:30 a.m. fue tratado como un criminal; “el interrogatorio es otra señal de beligerancia hacia los judíos conservadores o reformistas de parte del Gran Rabinato, respaldado por elementos del gobierno”, “este tipo de acciones se ven en Irán y en Arabia Saudita. Ambos eventos, la Ley y el interrogatorio, crearon una sensación de crisis entre los grupos sionistas liberales de EUA.
El rabino Steven Nerwick, Director Ejecutivo de la Sinagoga Unida del Judaísmo Conservador, la organización paraguas del Movimiento Conservador de Norte América dijo que “Israel está perdiendo su alma debilitando su democracia y su carácter judío”, considera que el riesgo de una teocracia en Israel no es una exageración. La mayor parte de los judíos estadounidenses pertenecen a corrientes reformistas y conservadoras más liberales y se sienten excluidos por las autoridades ultraortodoxas de Israel, que mantienen un estricto control sobre las instituciones judías oficiales en el país y cuestionan su fe y sus prácticas. Los líderes judíos estadounidenses, irritados porque la nueva Ley nacionalista afecta los valores democráticos tradicionales de Israel, han advertido que podrían socavar su apoyo político y financiero.
Al reafirmar el carácter judío fundamental del Estado, la Ley plantea interrogantes sobre el compromiso pluralista y su carácter democrático, lo que da pie para que los enemigos de Israel piensen que el Estado Judío es racista y promueve el apartheid en los “territorios ocupados”, sobre todo si se considera que la Ley apoya el establecimiento de asentamientos comunitarios separados de Israel. Valdría la pena que el gobierno de Israel enmiende la Ley para calmar los ánimos dentro y fuera de Israel; su promulgación se ha hecho en un momento inoportuno, con el riesgo de fragmentar la unidad entre los israelíes y las minorías de Israel y con los judíos del mundo.
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