Enlace Judío México – La religión judía siempre ha causado una singular fascinación a muchas personas nacidas en otros contextos. Algunos han optado por ese complejo y sinuoso camino que es la conversión al judaísmo, y muchos de ellos han sido personalidades bastante interesantes. Veamos algunos casos célebres, comenzando desde los tiempos bíblicos.
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Se dice tradicionalmente que el primer “converso” (téngase en cuenta que en los tiempos bíblicos no se usaba esa palabra, aunque sí existía el concepto y la dinámica social implícita) fue Abraham Avinu (literalmente, Abraham Nuestro Padre). Nacido en el contexto pagano de la antigua Sumeria y Acadia, obedeció al llamado de D-os para ir en busca de una Tierra Prometida y para mantenerse fiel al Único y Verdadero. Por ello, todos los judíos que lo son por conversión lo mencionan en su nombre. Recuérdese que la tradición judía es mencionar el nombre propio y luego “hijo de”. Por ejemplo, el profeta Isaías hijo de Amós es, en hebreo, Yeshayahu ben Amós. Los conversos reciben nombres como Yeshayahu ben Avraham Avinu.
Ruth es la otra gran personalidad bíblica que se convirtió a la fe de Israel. De hecho, su decisión sigue siendo el modelo de lo que es la experiencia de conversión: “A donde vayas, yo iré; en donde vivas, viviré; tu pueblo será mi pueblo y tu D-os será mi D-os; en donde mueras moriré, y allí mismo me enterrarán”. Ahí queda claro que la conversión al judaísmo no sólo es un cambio de creencias, sino la integración a una nueva familia y cultura. Por la frase “donde vivas viviré” es que muchos rabinos ponen como requisito que el converso se venga a vivir a las zonas de alta concentración de judíos, o incluso que se vayan a vivir por lo menos un año a Israel, para que puedan hacer “vida judía” en su sentido comunitario.
Ahora salgamos de la era bíblica y vayamos con otros casos célebres en la antigüedad.
La reina Helena de Adiabene fue la esposa del rey Monobaz I, y se convirtió al judaísmo hacia el año 30. Flavio Josefo nos dice que durante una terrible hambruna, Helena mandó a comprar alimentos en Alejandría y Chipre para que fueran repartidos entre los pobres. Cuando su hijo Izates fue a la guerra, Helena prometió que si regresaba vivo guardaría voto de nazireato por siete años, y así lo hizo. Sin embargo, algunos sabios le explicaron que por ciertas circunstancias tendría que guardarlo otros siete años más, y así lo hizo. Hizo grandes obsequios para la decoración del Templo remodelado por Herodes. Según algunas fuentes, todavía guardó siete años más (21 en total) de voto. Al morir, su hijo el rey Monobaz II se encargó de llevar sus restos a Jerusalén para que fueran enterrados en las cercanías del Templo. Las fuentes judías le recuerdan como una mujer noble y valiosa. Monobaz II y su hermano Izates, hijos de Helena, también son recordados como conversos al judaísmo.
Según ciertas fuentes rabínicas, dos grandes sabios de la era pre-mishnaica (anteriores al siglo II EC) fueron Shemaya y Abtalión, y ambos fueron conversos. Se cree que eran descendientes directos del rey asirio Senajerib, que había puesto sitio a Jerusalén en tiempos del rey Ezequías y del profeta Isaías. Ambos fueron los primeros en ser llamados “darshán” (predicadores), y fueron maestros de Hillel el Grande.
Tito Flavio Clemente y Flavia Domitila fueron sobrino y nieta del emperador Vespasiano, respectivamente. De cualquier manera, contrajeron matrimonio. Parientes directos de los emperadores Vespasiano, Tito y Domiciano, tras mantener contacto con Rabí Akivá se convirtieron al Judaísmo. Por esta razón, Domiciano acusó a Tito Flavio Clemente de “ateísmo” (es decir, no rendir culto a los dioses romanos), y fue sentenciado a muerte en el año 95. Su esposa fue desterrada a Pandataria, una pequeña isla en el Mar Tirrenio (cerca de Italia).
A menudo se dice, erróneamente, que Rabí Akivá también fue un converso. En realidad, los conversos fueron sus padres. Rabí Akivá –una de las máximas luces del judaísmo del siglo II– fue judío por nacimiento. De la misma época es Onkelos, un gran sabio que tradujo la Torá al arameo para que la gente la pudiera entender. A su obra se le llama Targum de Onkelos, y es un texto básico para el estudio de la Torá. Muchas ediciones modernas ponen el texto de Onkelos abajo del texto hebreo para que pueda ser consultado. Según el relato talmúdico, Onkelos fue sobrino de un emperador romano (algunas fuentes dicen que de Adriano, el infausto monarca que cargó con la responsabilidad de destruir Judea y Jerusalén). En una ocasión, Onkelos le preguntó a su tío a qué valía la pena dedicarse. Adriano le contestó que buscara aquello que desprecia la gente, porque siendo que la mayoría son ignorantes, lo que desprecian suele ser lo más valioso. La siguiente vez que se vieron, Onkelos le contó a su tío que se había convertido al judaísmo, y su tío se puso furioso. Pero Onkelos lo confrontó diciéndole que sólo había seguido su consejo, y que había encontrado en el judaísmo lo más valioso del mundo.
Ahora dejemos el mundo antiguo, y veamos algunos de los más famosos conversos al judaísmo en las últimas épocas.
Empecemos con una anécdota un poco extraña: para una escena en la que el actor judío Groucho Marx tenía que distraerse por culpa de una mujer, a la que luego tenía que salir persiguiendo, se hizo todo un casting. Y es que Groucho quería que ese papel, pese a lo elemental –pasar caminando y sonriendo– lo hiciera una mujer que en la vida real provocara esa reacción en el célebre comediante judío. El casting se hizo y hubo un momento en que Groucho vio entrar a una muchacha y dijo “basta, se acabó”. Era ella. La que en la vida real lo haría distraerse y salir corriendo tras sus pasos. La chica se llamaba Norma Jane Mortenson, y así fue como consiguió su primer papel en Hollywood. Unos pocos años después vendría el estrellato y la fama, pero ya con su nombre artístico: Marilyn Monroe. En 1956, para poder casarse con el escritor Arthur Miller, Marilyn Monroe se convirtió al judaísmo.
Sammy Davis Jr. fue un destacado cantante, músico y comediante estadounidense. Fue parte del llamado Rat Pack, junto con otros destacados cantantes como Frank Sinatra. Después de un difícil comienzo debido a los prejuicios raciales en los Estados Unidos, su carrera musical se fue hacia arriba a partir de 1947 cuando comenzó a alternar con Frank Sinatra. En 1954, en pleno éxito, tuvo un accidente automovilístico en el que resultó gravemente herido y perdió un ojo. Tras un período de reflexión personal, optó por convertirse al judaísmo. Gran activista social pero también fumador empedernido, murió en 1990 a los 64 años de edad de cáncer en la garganta.
Jim Croce fue un célebre cantante de estilo folk que se anotó varios éxitos a finales de los 60’s e inicios de los 70’s. Los más conocidos son Time in a Bottle, Operator y I have to say I love you in a song. Su carrera iba en ascenso después de una exitosa gira, cuando después de un concierto en el Natchitoches Coliseum de la Prather Northwestern State University, él y su equipo de trabajo tomaron un avión que se desplomó en la misma pista de despegue. Todos murieron en el accidente. Croce tenía 30 años de edad. Años antes, para casarse con su novia de la Universidad –Ingrid Jacobson– Croce se convirtió al judaísmo.
La actriz, productora y directora Elizabeth Banks, célebre por sus participaciones en varias películas entre las cuales destaca una de Spider Man y la saga de Los Juegos del Hambre, se convirtió al judaísmo para casarse con su novio de la Universidad Max Handelman. Igual situación concluyó con una conversión al judaísmo por parte de Ivanka Trump, hija del actual presidente de los Estados Unidos, casada con Jared Kushner.
Pero de ese mundo del espectáculo, el caso más célebre de todos es Elizabeth Taylor, sin duda una de las máximas figuras de la cinematografía mundial. En 1959, a los 27 años de edad, se casó con el cantante judío Eddie Fisher, y para ello se convirtió al judaísmo. La boda fue un escándalo, porque Eddie había abandonado a su mujer Debbie Reynolds por Liz Taylor. Sin embargo, el matrimonio duró poco. En 1964, Liz se casó con el que muchos consideran fue el amor de su vida: Richard Burton. Sin embargo, Liz continuó fiel a la religión judía hasta el final de su vida, y fue una decidida activista sionista que en todo momento y oportunidad apoyó al Estado de Israel.
También la virtuosa del violonchelo Jacqueline DuPre se convirtió al judaísmo para casarse con el pianista y director Daniel Baremboim. En su momento, fueron considerados “la pareja de músicos más talentosa de su generación”.
Estos son tan sólo algunos casos de personas no judías que optaron por convertirse al judaísmo, pero hay otros que son más singulares, y son los de judíos que fueron educados en otra religión o que se convirtieron a otra religión, y luego decidieron regresar al judaísmo.
Hay otro tipo de casos: los de ida y vuelta. Acaso el más famoso sea el de Bob Dylan, nacido en un hogar judío observante, pero que en los años 60’s decidió convertirse al Cristianismo, lo cual marcó un giro interesante para su carrera como músico, ya que durante algunos años escribió muchas canciones de tipo Gospel. Sin embargo, en los 80’s comenzó su evidente camino de regreso. Desde entonces empezó a fortalecer sus lazos con Jabad Lubavitch, e incluso fue cuando compuso su canción “más judía” de todas: Neighborhood Bully (“vecindario del acoso”), inspirada en las presiones irracionales que ha tenido que soportar Israel por parte de la comunidad internacional y sus enemigos. Aunque desde entonces Dylan afirma que no tiene tiempo en la religión como práctica, se le suele ver en los servicios de Yom Kippur en sinagogas de Jabad, y con este grupo jasídico ha participado en buena cantidad de rallies para recaudación de fondos. También se le ha visto rezar con tefilin en el Kotel (Muro de Jerusalén). En los últimos años estableció un vínculo de amistad muy fuerte con el rabino Shlomo Freifeld, Rosh Hayeshivá (director) de las Yeshivas Shor Yoshuv, en Nueva York. Incluso compró un departamente cerca del lugar, y en algún invierno en el que se le vio caminando hacia la casa de Freifeld, le oyeron decir que “hace mucho frío aquí afuera, pero allí hay mucha luz”.
Y otro caso similar, aunque más complejo, es el de Geza Vermes. Nacido en una familia judía húngara, la experiencia del Holocausto le resultó devastadora. Sobrevivió y se estableció en Inglaterra, donde decidió convertirse al cristianismo anglicano. Allí hizo una notable carrera académica como investigador bíblico, y en su momento fue una de las máximas eminencias en el tema de los Rollos del Mar Muerto. Muy importantes siguen siendo sus libros sobre el perfil histórico de Jesús de Nazaret y el origen del cristianismo. Sin embargo, todas sus investigaciones lo llevaron a reencontrarse con su fe original, y eventualmente regresó al judaísmo.
Así es el judaísmo, un pueblo integrado por sus propios hijos, pero también por aquellos que han decidido unirse y correr nuestra misma suerte. Y uno que otro que ha ido de ida y vuelta.
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