Enlace Judío México.- Antes de que un auto con rebeldes los atropellara, ciclistas de EE.UU. vivieron amabilidad del mundo.
RUKMINI CALLIMACHI
Cuando les preguntaron por qué habían renunciado a sus empleos de oficina y emprendido un viaje alrededor del mundo en bicicleta, la joven pareja estadounidense ofreció una sencilla explicación: se habían cansado de las juntas y las teleconferencias.
“Hay magia ahí afuera, en este grandioso y hermoso mundo”, escribió Jay Austin que, junto con su pareja, Lauren Geoghegan, renunció a su empleo el año pasado antes de embarcar su bicicleta a África.
A menudo demostraron tener razón.
En el Día 319 de su viaje, un hombre kazajo detuvo su camión, los saludó y les regaló barras de helado. En una pradera donde habían levantado su tienda de campaña en el Día 342, una familia se presentó con instrumentos de cuerda y los agasajó con un concierto al aire libre. Y en el Día 359, dos niñas con coletas los recibieron en lo alto de un paso de montaña en Kirguizistán con un ramo de flores.
También hubo adversidades, incluyendo llantas ponchadas, perros amenazantes, granizo congelante y enfermedades. Pero para Austin y Geoghegan, ambos de 29 años, éstas eran definitivamente superadas por los momentos de conexión humana.
Luego llegó el Día 369, cuando la pareja pedaleaba con un grupo de otros turistas en una carretera panorámica en el suroeste de Tayikistán. Fue allí, el 29 de julio, que los detectó un auto lleno de hombres que se cree grabaron un video prometiendo alianza al Estado Islámico.
Un borroso video de teléfono celular tomado por un conductor muestra lo que sucedió después: el sedán Daewoo de los hombres rebasa a los ciclistas y luego da vuelta en U. Se regresa, y se dirige directamente hacia los ciclistas, embistiéndolos y dando tumbos sobre sus cuerpos caídos. En total, cuatro personas murieron: Austin, Geoghegan y ciclistas de Suiza y Países Bajos.
Dos días después, el Estado Islámico dio a conocer un video que mostraba a cinco hombres a los que identificó como los agresores, sentados ante una bandera de ISIS. Miran a la cámara y hacen una promesa: matar a los “descreídos”.
No podía ser una forma de ver la vida más diametralmente opuesta a la que Austin y Geoghegan trataban de vivir. Durante su recorrido, la pareja escribió un blog y compartió posts en Instagram sobre la generosidad que querían encarnar y los actos de amabilidad correspondidos por desconocidos.
“Tienes una sensación de querer corresponder, no sólo a esta persona que le ha dado la bienvenida a un extraño en su hogar, sino a todo el mundo”, escribió Austin.
En Washington, donde se conoció la pareja, Austin vivía en una casa diminuta, un experimento en los principios que lo llevaron a su viaje alrededor del mundo.
Tras obtener una maestría de la Universidad de Georgetown, empezó a trabajar en el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de EU. Convencido de que muchas de las pertenencias que la gente acumula son innecesarias, empezó a adoptar un estilo de vida minimalista.
Otro objetivo fue agrandar su mundo. Como no tenía una hipoteca que lo agobiara, podía pedir permisos sin goce de sueldo en su empleo en el Gobierno.
Primero, realizó un viaje en motoneta por todo EU. Eso fue seguido por un viaje en tren en Europa. Luego vino Namibia. Luego un viaje a través de India.
En el 2012, Austin conoció a Geoghegan, nativa del Sur de California, que al igual que él se había graduado de Georgetown y ahora trabajaba en la universidad.
Aunque Geoghegan también era una viajera experimentada -había pasado un verano en Beirut aprendiendo árabe y un semestre en Madrid aprendiendo español con fluidez- los viajes accidentados que eran el sello distintivo de Austin eran nuevos para ella.
En el 2016, Geoghegan le dijo a su amiga Amanda Kerrigan que renunciaría a su trabajo para viajar en bicicleta alrededor del mundo. Kerrigan no pudo contener su preocupación. “Dije, ‘ésta no es la Lauren que conozco'”, comentó. “Jay cambió el curso de la vida de Lauren”.
Si el plan parecía disparatado, la pareja fue metódica en la planeación. Realizaron una prueba de un mes en Islandia, pedaleando a través de sus valles. Pasaron meses ahorrando, pero luego se dieron cuenta de que no podrían completar el viaje con un permiso laboral extendido.
“Renuncié a mi empleo hoy”, posteó Austin el mes antes de su partida, el verano del año pasado.
El día en que Geoghegan y Kerrigan se despidieron, las amigas se dieron un abrazo afuera del departamento de Geoghegan.
La pareja inició su viaje en la punta más al sur de África. En un post, Austin escribió sobre la vulnerabilidad de estar en una bicicleta. “Con esa vulnerabilidad viene una inmensa generosidad: gente buena que reconocerá tu desamparo y reconocerá que necesitas ayuda en una u otra forma y la ofrecerá a montones”.
Pedalearon por caminos de terracería, por lechos secos de ríos y por asfalto agrietado, pasando días sin bañarse. Los días se convirtieron en semanas, y luego en meses. Sus cuerpos empezaron a quebrantarse. Una infección en el oído llevó a Geoghegan a la sala de urgencias en Francia. Padecieron malestares estomacales y dolor de garganta.
En el curso de su viaje, sus publicaciones en el blog reflejaron destellos de crueldad. En el paso de una montaña, un grupo de hombres les bloqueó el paso e intentó bajar a la pareja a empujones de sus bicicletas.
Aun así, para cuando llegaron a esa curva del camino, habían adoptado la noción de que el mundo era abrumadoramente bueno, muestran las docenas de fotografías y las miles de palabras que dejaron.
“El mal es un concepto imaginario que hemos inventado para lidiar con las complejidades de los demás humanos que tienen valores y creencias y perspectivas diferentes de las nuestras… En general, los humanos son amables”, escribió Austin.
En el video distribuido por ISIS, los hombres que prometen alianza al movimiento pueden ser vistos sentados sobre una losa de piedra, con un lago aguamarina parcialmente visible sobre sus hombros a la izquierda. Es el tipo de panorama en el que la joven pareja pudo haberse detenido para capturar y postear en su blog.
Pero en el video, cuando estos hombres señalan al escenario a su alrededor, prometen masacrar a los “descreídos” que han invadido su territorio.
Fuente:reforma.com
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