Los maquiavélicos oponentes de la Ley del estado-nación

El batallón Herev de élite, formado por drusos, soldados judíos y cristianos, especialmente entrenados en el Comando del Norte, foto de la FDI a través de Wikimedia Commons

Enlace Judío México.- El debate público que asiste a la Ley del Estado de la Nación es un claro indicador de la vibrante democracia de Israel y una ilustración de la libertad de expresión que caracteriza el estado de ánimo de Israel. Los árabes, los drusos y los judíos expresaron sus opiniones sobre este asunto, tanto a favor como en contra, a pesar del hecho de que el argumento central es esencialmente político más que sustantivo. Dicho esto, las protestas en Israel contra la nueva ley son una alerta roja. Reflejan una tendencia emergente entre las corrientes liberales en la sociedad judía israelí para socavar el principio largamente aceptado de que Israel es el hogar nacional del pueblo judío.

CORONALl (Res.) DR. RAPHAEL G. BOUCHNIK-CHEN

En junio de 1922, siendo Secretario de Estado para las Colonias, Winston Churchill escribió lo siguiente en un Libro Blanco británico:

Cuando se pregunta qué significa el desarrollo del Hogar Nacional Judío en Palestina, se puede responder que no es la imposición de una nacionalidad judía sobre los habitantes de Palestina en su conjunto, sino el desarrollo posterior de la comunidad judía existente, con la ayuda de judíos en otras partes del mundo, a fin de que se convierta en un centro en el que el pueblo judío en su conjunto pueda tomar, por motivos de religión y raza, interés y orgullo. Pero para que esta comunidad tenga las mejores perspectivas de desarrollo libre y brinde una oportunidad completa para que el pueblo judío muestre sus capacidades, es esencial que sepa que está en Palestina por derecho y no por tolerancia. Esa es la razón por la cual es necesario que la existencia de un hogar nacional judío en Palestina se garantice internacionalmente, y que se reconozca formalmente que se basa en una conexión histórica antigua.

Junto con la Declaración Balfour y el Mandato para Palestina de la Liga de las Naciones, el Libro Blanco de Churchill podría considerarse la columna vertebral -la fundación internacional- del estado judío en la Tierra de Israel (o Palestina, nombre que se le dio en la época romana). De hecho, los principios básicos destacados en el documento anterior fueron adoptados como parte de la Declaración de Independencia de Israel.

Una justificación bien fundamentada de la idea de un estado-nación para el pueblo judío también se expresó durante la era napoleónica. El 20 de abril de 1799, Napoleón Bonaparte habría preparado una proclamación conocida como “Carta a la nación judía“, convirtiendo a la Tierra de Israel en un estado judío independiente. Caracterizando a los judíos como los “legítimos herederos de Palestina” y como “una nación única, a quien, en miles de años, la lujuria de la conquista y la tiranía han podido privar solamente de sus tierras ancestrales, pero no de nombre y existencia nacional“, invitaría a “todos los judíos de Asia y África a reunirse bajo mi bandera para restablecer la antigua Jerusalén“.

Los críticos más feroces de la ley afirman que carece de una referencia firme al principio de igualdad. Esta afirmación de supuesta injusticia incrustada en la Ley del Estado Nación, una afirmación que amenaza el frágil equilibrio que los judíos israelíes comparten con las minorías no judías que viven dentro de los límites soberanos del país, parece estar más motivada por el deseo de derrocar al gobierno actual que por genuina preocupación por los valores (supuestamente) afectados.

El objeto parece ser incitar a la pequeña comunidad drusa que vive en Israel, cuyo vínculo con los judíos se conoce comúnmente como Brit Damim, “Pacto de sangre“. Esto se refiere en particular al hecho de que los jóvenes drusos son reclutados en las fuerzas de seguridad israelíes junto con los jóvenes judíos.

Al extender intencionalmente una falsa interpretación de supuestos males derivados de la Ley del Estado Nación, principalmente la farsa de que los drusos son considerados por el estado como ciudadanos de segunda clase, los activistas antigubernamentales ponen en peligro el modus vivendi de larga duración basado en el lealtad de los drusos a Israel.

No es la primera vez que surge este enfoque maquiavélico para socavar al gobierno en el Estado judío. En su libro Churchill y los Judíos, Martin Gilbert escribe: “Churchill se sorprendió y conmocionó cuando [Herbert] Samuel le informó que los árabes habían sido provocados en disturbios [en Jaffa en noviembre de 1921] por un núcleo duro de comunistas judíos“. Churchill respondió que era responsabilidad de Samuel purgar las comunidades judías y los recién llegados de los elementos comunistas, “y sin vacilación ni demora, expulsarán del país a todos los culpables de agitación subversiva“.

La versión moderna de este enfoque maquiavélico tuvo un efecto inmediato entre los fragmentos radicales de los drusos, que lograron eclipsar a los líderes moderados tradicionales y liderar una protesta masiva en Tel Aviv. El oficial senior retirado druso, Amal As’ad, en una carta abierta al primer ministro Netanyahu (21 de julio de 2018), expresó abiertamente su desconfianza en el canon más fundamental de Israel como el hogar nacional para el pueblo judío. En sus palabras, “¿De dónde sacan [los judíos] la temeridad de afirmar que la tierra les pertenece? ¿Cuál es la base del reclamo judío del derecho de propiedad de la tierra? Si es solo esa creencia mesiánica en la promesa de Dios, ¿por qué no esperarían la llegada del Mesías?”

Un asombroso fenómeno que siguió a la carta de As’ad fue el amplio y elocuente apoyo que recibió de altos funcionarios judíos y oficiales de seguridad judíos israelíes. Ellos enfatizaron el “Pacto de sangre” entre los judíos y los drusos y no ofrecieron ni una sola palabra de crítica por la diatriba antisionista de As’ad.

No deberíamos, por lo tanto, sorprendernos de que un distinguido general retirado de las Fuerzas de Defensa de Israel (Ami Ayalon, quien también se desempeñó como Jefe del Shin Bet) pidiera a altos funcionarios de defensa retirados que se unan a él en una manifestación masiva de árabes israelíes iniciada por “El Alto Comité Árabe de Seguimiento“. Esta organización radical rechaza el principio de Israel como estado judío y aboga por un estado binacional que elimine cualquier particularidad de los judíos en Israel.

Existe una tendencia preocupante entre los izquierdistas judíos israelíes a aferrarse a los valores liberales universales dando la espalda a la idea de que el estado nación y la predicación de que se apliquen a Israel principios de globalización, pero no a los palestinos, cuyo derecho a la condición de Estado defienden incondicionalmente. Esta tendencia es una versión moderna de los autodenominados “Nuevos historiadores“, quienes retrataron la idea sionista como un movimiento colonialista y dudaron de la vinculación histórica de los judíos con la Tierra de Israel.

Socavar la razón de ser de Israel desde el nacimiento del movimiento sionista y adherirse selectivamente a los ideales universales como vehículos para actuar contra el gobierno legítimo en el poder puede considerarse un acto de subversión. La exigencia del liderazgo árabe israelí de que el estado judío se convierta en “un estado de todos sus ciudadanos” es poco más que un eufemismo útil para la transformación de Israel en un estado árabe musulmán en el que los judíos serán reducidos a un estado permanente de minoría, o “dhimmitud” como se lo conoce en el Islam.

Estos feroces ataques internos a la nueva Ley Nacional del Estado podrían tener consecuencias en la comunidad internacional, y ciertamente podrían afectar futuros lazos entre Israel y las comunidades judías liberales en el exterior.

Debería ser una cuestión de urgencia lanzar una iniciativa gubernamental para actualizar los programas educativos generales, en particular para fortalecer el tema de la historia judía. A los jóvenes israelíes se les debe enseñar las formas en que Israel es un caso especial entre las naciones del mundo. También se les debe instruir que judaísmo y democracia son valores complementarios y no mutuamente excluyentes. Un Estado-nación judío garantiza el futuro de Israel en su territorio histórico.

El Dr. Raphael G. Bouchnik-Chen es un coronel retirado que se desempeñó como analista senior en Inteligencia Military de las FDI.

Fuente: BESA Center – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico

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Silvia Schnessel: Silvia Schnessel es corresponsal de Enlace Judío en España. Docente y traductora, maneja el español, el hebreo, el francés, el inglés y el catalán. Es amante del periodismo, del sionismo y de Israel.