Yoná 1:8-9: ¿Soy judío o soy hebreo?

עברי אנוכי ואת ה‘ אלקי השמים אני ירא

Enlace Judío México.- Previamente explicamos que la ley judía rechaza la noción de la intervención divina en el azar, con fines de adivinación. Esta práctica, conocida técnicamente como “cleromancia” es considerada una forma de idolatría. En la historia de Yoná, sin embargo, Dios “cambia las leyes del juego”, interviene en las suertes (una especie de “dados”) que tiran los marineros para encontrar al culpable, y señala a Yoná. El profeta ahora no tiene escapatoria. Hashem lo ha descubierto, porque la misión que Yoná tiene que llevar a cabo, salvar Ninevé, es urgente.

RAB YOSEF BITTON

Versículo 8: Entonces le dijeron [los marineros a Yoná]:— Dinos por qué nos ha sobrevenido esta tragedia. ¿Cuál es tu ocupación? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?

Los marineros lo desbordan con preguntas. Y ahora, por primera vez en el libro, escuchamos directamente a Yoná.

Versículo 9: Yoná les respondió: Soy hebreo.Y temo a Hashem, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.

SOY HEBREO, O ISRAELITA

Algunos comentaristas bíblicos explican que la respuesta de Yoná, “Soy hebreo”, contesta a todas las preguntas. Veamos.

Los judíos en esos tiempos, nos dedicábamos a trabajar la tierra (los grandes comerciantes internacionales ¡eran los Fenicios!) Un judío tenía fama de ser un agricultor que pasaba una gran parte de su día dedicado a servir a Dios (rezar, estudiar Torá, hacer obras de bien). Se podría releer este versículo así: “¿Quién eres? ¿A qué te dedicas?”-le preguntaron a Yoná- “Soy hebreo, y mi ocupación principal es servir (=temer) a Hashem…”.

“Soy hebreo” también responde a las preguntas “de dónde vienes”, “cuál es tu tierra” y “a qué pueblo perteneces”. La respuesta a estas 3 preguntas es una sola palabra: “Israel”, que está implícita en “Soy hebreo”, ya que hasta 722 a.e.c. todos los judíos/hebreos del mundo vivíamos exclusivamente en Israel.

Ahora bien: ¿Por qué Yoná dice: “Soy hebreo” y no dice “Soy judío”?

En ese tiempo, siglo 8 de la era común, el pueblo judío estaba dividido en el Reinado de Israel (las 10 tribus) y el reinado de Yehudá (Judea), que incluía Jerusalén, el Bet haMiqdash, etc. Los habitantes de Yehudá eran conocidos como Yehudim, o judíos, como se ve en libro de Ester. Pero Yoná pertenencia al reinado de Israel. Algunos comentaristas explican que “Hebreo” era la palabra (el patronímico) que los no-judíos usaban para referirse a los judíos, en oposición a “israelita” bené Israel. La Torá menciona varias veces la palabra “hebreo” cuando los egipcios se refieren a algún miembro de los hijos de Israel (Yosef, Moshé, las parteras, etc.). Es muy interesante también que en los documentos de Amarna, cartas del Faraón Amenhotep IV (1350-1330 antes de la era común, periodo en el cual los judíos éramos esclavos en Egipto), y que representan el documento no-bíblico más antiguo donde se menciona a los judíos, encontrado hasta el momento, los egipcios también se refieren a los judíos como “hebreos” (habiru o habriu).

BREVE HISTORIA DEL ANTISEMITISMO

Mirando un poco más adelante, uno de los primeros síntomas de la separación definitiva entre los primeros cristianos y el pueblo de Israel es cuando los primeros comienzan a referirse a los judíos como “hebreos” (como “Epístola a los Hebreos), manifestando así su alienación final. Aunque luego la iglesia prefirió referirse a nosotros como “judíos”, por la asociación despreciativa entre el patronímico “judío” y “Judas”, el gran traidor. En algunos lugares de España—por ejemplo Melilla, el lugar de nacimiento de mi esposa—los judíos se llamaban a sí mismos “hebreos”. Pero creo que a diferencia de Yoná lo hacían para protegerse, y tratar de minimizar la connotación alérgica y demonizante que el término “judío” inspiraba (¿inspira?) en la mente de muchos hispano-parlantes que cargan con 15 siglos de antisemitismo sistematizado en sus subconscientes. En este contexto vale la pena recordar que los diccionarios españoles definía la palabra “judío” como avaro y usurero, y “judiada” como “traición”. Hoy, la Real Academia Española trata de eufemizarlo un poco (ver aquí) “judiada” 1. Mala pasada o acción que perjudica a alguien.

Después de esta larga nota, volvamos a Yoná.

El profeta de Israel se presenta a los marineros usando el patronímico que los no-judíos usaban para identificar a los israelitas: “¡Soy hebreo!”.

Continuará…

 

 

Fuente:halajá.org

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