“No hay nada nuevo bajo el sol” (Eclesiastés)
“Nadie se baña dos veces en el mismo río” (Heráclito)
Enlace Judío México.- Respecto a las célebres palabras del sabio Rey Salomón (3000 antes de la era común), de que “no hay nada nuevo bajo el sol”, podemos ver que los mismos conflictos a los que nos enfrentamos ahora –guerras, injusticias, desenfreno, violencia, hambruna, afán desmedido de poder y riqueza, apatía, desamor, indiferencia, etcéteras–, son muy similares a los de la antigüedad, incluso la idolatría, que asume ahora nuevos ropajes. “Nuestra sociedad ha llegado a un momento en que ya no adora al becerro de oro, sino al oro del becerro” (Antonio gala, escritor español).
ELBA SZCLAR PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
“El cielo, el sol, los elementos, los hombres, han sido siempre los mismos”, solía decir Nicolás Maquiavelo (1469-1527).
Respecto al problema de la ecología, tan relevante hoy, el doctor Marcos Aguinis menciona que: “Un elemento notable del monoteísmo ético, que no fue reconocido debidamente, es el compromiso con la ecología. El hecho de dejar descansar la tierra y respetar a los animales merece admiración. En el Tanaj (Biblia) hay abundantes versículos de inspirada poesía sobre árboles, frutos, flores, plantas, valles y colinas que se aman y elogian”. (1)
Otro aspecto interesante que cita también este afamado escritor es que “… Nuestros patriarcas, jueces, reyes y profetas de hace más de 2000 años, sus nombres siguen evocándose y usándose hasta el día de hoy en todo el mundo, en diversas culturas y hasta diferentes religiones, con las modificaciones impuestas por el color de los idiomas. Reúnen aspectos recónditos, conforman una enciclopedia de emociones, impulsos, tendencias, deseos, miedos, heroísmos, lealtades y deslealtades. Se han grabado en la conciencia humana con infinitas sutilezas. Mucho antes de que los genios del Renacimiento y la Modernidad describieran la envidia, el fratricidio, el egoísmo, el altruismo, el amor, esos paradigmas ya lo habían cincelado los personajes bíblicos, quienes protagonizaron hechos que ponen al desnudo la complejidad de la vida y son recordados como si hubiesen ocurrido ayer. Para los judíos, los lejanos patriarcas son como un tío, abuelos, sólo nos falta poner su fotografía en la sala de la casa y sus nombres repiten en tiempo presente…” (2)
En relación con un tema de dolorosa actualidad: el secuestro, Andrés Becerril escribe que “es una actividad mundial muy antigua de negociación y que nadie sabe en realidad cuando empezó. Narran las leyendas aquellos pasajes donde algunas princesas eran llevadas contra su voluntad y encerradas en la torre más alta de un castillo custodiado por un dragón. Pero no era cuento; se las obligaba a desposarse, se pedían algunas prendas (o se fijaban condiciones de guerra). El secuestro siempre ha sido un mecanismo de negociación.
En la Biblia y el Corán se citan castigos ejemplares para quienes cometen ese delito: “Y QUE SECUESTRE A UN HOMBRE Y QUE EN EFECTO LO VENDA, EN CUYA MANO HAYA SIDO HALLADO, HA DE SER MUERTO SIN FALTA”. (3)
Igualmente trascendente es que ahora nos quejamos de nuestra juventud, pero podemos darnos cuenta, de acuerdo con una conferencia sobre conflictos generacionales dictada por el médico inglés Ronald Gibson, que desde hace cientos (o miles) de años, las quejas sobre los jóvenes eran las mismas:
1) “Nuestra juventud goza del lujo y es maleducada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos” (Sócrates, 470-399 antes de la era común).
2) “Yo no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible” (Hesíodo, 720 antes de la era común).
3) “Nuestro mundo llegó a un punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos” (un sacerdote del año 2000 antes de la era común).
4) “Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura” (esto estaba descrito en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia –actual Bagdad– y con más de 4000 años de antigüedad” (4)
Viéndolo como una cuestión afín, ¿sería posible comparar nuestra época con la de la profecía bíblica? Los profetas hebreos, poniendo en peligro sus vidas, luchaban contra todo tipo de problemas sociales –injusticias, corrupción, abuso de poder y demás–. ¿Acaso no existen ahora numerosas personas que igualmente se enfrentan, con ese mismo riesgo y fervor, a abusos iguales o semejantes, imponiéndose huelgas de hambre, martirios y sacrificios, llegando inclusive al suicidio?
La desnudez del cuerpo no es una forma de rebeldía actual. Ya el profeta Isaías (hacia 760 antes de la era común) “estando en el centro de la revuelta política y social, demostró su inconformidad, representada dramáticamente andando descalzo y desnudo durante tres años”. (5)
“Los propósitos reales debían ser los mismos que mueven a los pueblos desde los tiempos de Noé, y a las bandas de narcotraficantes también: poder, dinero, territorio, conquistas… Hoy parecemos estar viviendo, una vez más, en aquellos tiempos… Ya desde hace más de un siglo, vivimos en un estado en el cual se han perdido los valores, y en medio de una grisura política, la penumbra neoliberal de la economía, la medianía, aunque no honesta, de quienes nos gobiernan, como en los tangos, todo es igual: ‘el mundo fue y será una porquería, ya lo sé; en el año 506 y en el 2000 también. Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro (ladrón), generoso o estafador’”. (6)
Heráclito de Éfeso (540-470 antes de la era común) fue un filósofo griego que sostuvo que “todo fluye, nada permanece, que las cosas están en continua movilidad, en perpetuo cambio”, lo que él expresaba alegóricamente diciendo que “nadie se baña dos veces en el mismo río” (ya que el agua corre y nunca es la misma).
El movimiento es sinónimo de vida; toda la vida es un cambio; “el cambio es la única cosa inmutable”, opinaba Schopenhauer. El mundo es dinamismo y ebullición; el hombre, los reinos animal, vegetal y mineral, vivimos –aunque a veces sin percibirlo– en un flujo constante. Los órganos vitales y las partículas más pequeñas del átomo se movilizan a un ritmo incesante; los avances tecnológicos y científicos, la moda, el arte, los ritmos musicales, los aparatos celulares y demás son desplazados rápidamente como nunca antes por los nuevos modelos e, incluso, sentimos que cada año transcurre más rápidamente que el anterior.
¿En cuántas ocasiones pretendemos vernos iguales al día anterior? Nos peinamos, vestimos y maquillamos exactamente igual, pero nunca o casi nunca lo logramos. En ocasiones releemos un libro, escuchamos una melodía conocida o vemos varias veces la misma película y nos parecen diferentes, porque nosotros hemos cambiado; inclusive, “la obra de arte no lo dice todo por sí misma; el espectador la enriquece, la recrea, la reinterpreta”, comenta el conocido pintor/escultor Arnaldo Cohen.
“El hombre está moviéndose tan rápidamente en estos días, que cuando alguien dice que algo no puede hacerse, generalmente es interrumpido por alguien que ya lo está haciendo.” (7)
La información publicada semanalmente en el periódico The New York Times equivaldría a 700 años de conocimientos anteriores a los actuales medios de comunicación masiva; datos sobre cualquier tema que a nuestra generación nos llevaba años y años conseguir, hoy cualquier persona que entre a internet –desde un niño de cuatro o cinco años de edad– la obtiene inmediatamente.
Los seres humanos somos muy afortunados en poder experimentar este cambio y estar conscientes de ello, gracias a lo cual podemos enmendar fallas, modificar conductas, limar asperezas, reinventar nuevos capítulos de nuestra vida, caer y levantarnos una y otra vez, planear nuevas experiencias, contar con la oportunidad de seguir adelante sin tener que arrastrar errores del pasado y, sobre todo, tener la facultad de perdonar y ser perdonados.
La historia del hombre, su libre albedrío y su responsabilidad individual surgieron a raíz de un cambio de conducta: la desobediencia de Adán y Eva al mandato Divino de no comer del árbol del fruto prohibido.
¿Acaso existe algo en el universo que pueda permanecer estático y no experimentar los efectos del movimiento? ¿Qué le esperaría al hombre/mujer si no hubiera posibilidad de cambio?
“Permanentemente es común saber de nuevos avances y descubrimientos que pasan a ocupar preponderantes lugares de lo cotidiano”, menciona Mario Suli. “En la última década tan sólo, y gracias al Creador, nos tocó ser testigos de cambios tan grandes como positivos con base en tanto desarrollo en áreas como la química, medicina, farmacología, computación, comunicación, transporte y tanto más. Promedio de vida que, en el corto lapso de una centuria, ya van duplicándose… En tres años, sabremos de viajes espaciales para todo público. En forma drástica el mundo ha cambiado y en gran parte hacia lo mejor.” (8)
Y no sólo eso; se anuncian avances sorprendentes –y en un futuro muy cercano– tales como prolongar sanamente la vida humana, construir coches voladores, etcétera, etcétera.
Bien decía Freud –parte en serio y parte en broma–: “No hay duda de que la civilización ha evolucionado. Ahora queman mis libros; en los tiempos de la inquisición me hubieran quemado a mí”.
Concluyo con una frase del destacado escritor Marcelino Perelló que puede conjugar las dos posturas mencionadas en nuestro artículo y con la que nos define a los seres humanos: “SOMOS ALGO CAMBIANTE Y ALGO PERMANENTE… SOMOS ALGO ESENCIALMENTE MISTERIOSO”. (9)
Bibliografía:
(1) Marcos Aguinis. El orgullo de ser judío. Conferencia brindada por el doctor Aguinis en la Universidad de Tel Aviv del 15 de mayo de 2008. Kesher, 1 de septiembre de 2008.
(2) Ibídem.
(3) Andrés Becerril. Reportero/cronista del periódico Excélsior. El secuestro es un antiguo mecanismo de negociación.
(4) Nos quejamos de nuestros jóvenes. Kesher, 1 de junio de 2008.
(5) Tamara Manzo. Tres profetas, su tiempo y su profecía. Expresiones, Comunidad Ashkenazí, junio de 2008.
(6) Victoria Schussheim. Columnista de Excélsior.
(7) Harry Emerson Fosdichk (clérigo estadounidense).
(8) Mario Suli. Jag Sucot. Kesher, 15 de octubre de 2008.
(99) Marcelino Perelló. Columnista de Excélsior.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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