Enlace Judío México e Israel – Una investigación del historiador Daniel Kersffeld recorre la presencia de esta comunidad en el país andino y muestra cómo su legado contribuyó a forjar el país.
ANDREA BONZO
Fueron refugiados ilustrados, emprendedores, cuyo legado perdura hasta el día de hoy. Huyeron de Europa en medio de las persecuciones nazis y terminaron en Ecuador, un país que apenas podían ubicar en el mapa y en el que se convirtieron en actores protagónicos de su desarrollo y modernización.
Esta historia poco conocida la cuenta el académico argentino Daniel Kersffeld en el libro “La migración judía en Ecuador. Ciencia, cultura y exilio 1933-1944”, recientemente publicado por la Academia Nacional de Historia del país andino.
El trabajo es la primera investigación sobre la historia del judaísmo en Ecuador y, según cuenta su autor en esta entrevista con Infobae, tiene entre sus objetivos recuperar la memoria de las personalidades judías —entre las que había científicos, ingenieros y vanguardistas— que brindaron un aporte decisivo para forjar el Ecuador moderno.
— ¿Por qué tantos judíos eligieron a Ecuador como destino para refugiarse de las persecuciones en Europa?
— Para los años en los que se produce la inmigración judía en Ecuador, entre el final de los años ’30 y hasta mediados de la Segunda Guerra Mundial, Ecuador era uno de los pocos países que aún permitía la inmigración. Otorgaba facilidades, visas. Así que en esa época, después de la Noche de los Cristales Rotos en Alemania y Austria (los linchamientos y ataques contra judíos llevados a cabo por las tropas de asalto nazis junto con la población civil, N. del R.) y la aprobación de las las leyes raciales en Italia (ambos procesos ocurridos en el año 1938), Ecuador termina siendo uno de los pocos países en los que estas personas podían refugiarse.
— ¿Cómo se explica que Ecuador siguió recibiendo a refugiados judíos, mientras la mayor parte de los países cerraba sus puertas?
— Porque aquí había poca inmigración, no había un problema con la inmigración judía. Como durante los años anteriores la inmigración judía se había dirigido sobre todo a EEUU, Brasil, Argentina, para los ecuatorianos no era un elemento que generara controversia. Donde sí podemos encontrar un problema es en el año 1938, cuando se instala un gobierno que, por presión de los comerciantes que se veían amenazados, buscó aprobar una ley para expulsar a los judíos, pero finalmente se dio de baja antes de que se promulgara. Finalmente lo que prevalece fue un sentimiento de apertura.
— Tal fue así que, de acuerdo a lo que usted escribe en el libro, Ecuador se convirtió en un “país santuario” para estos refugiados.
— Sí. Lo único que se puso como condición fue que los judíos se dedicaran a la agricultura. Pero lo que ocurrió en la práctica es que esto nunca se cumplió porque no eran judíos campesinos, como por ejemplo muchos de los que fueron a la Argentina. En el caso de Ecuador fue básicamente una inmigración urbana, incluso de las grandes ciudades europeas. En muchas casos se fraguaban los documentos. O para no tener ningún problema vivían un año en el campo y luego se mudaban en las ciudades para instalarse. Esa fue la única condición que se les puso.
— ¿Cuántos fueron?
— No hay datos exactos. Yo en el libro planteo que, según una investigación de la universidad Hebrea de Jerusalén, fueron alrededor de 3500. Es un dato importante, si se toma en cuenta por ejemplo la inmigración a países como México, donde fue mucho menor. Ademas, si bien parece un número bajo, al mismo tiempo es notable la cantidad de profesionales, científicos, hombres y mujeres vinculados a la cultura que hubo en ese grupo.
— ¿Esa concentración de intelectuales y profesionales fue una peculiaridad solo ecuatoriana o se dio también en otros países?
— Se dio en todos lados, pero lo que llama la atención aquí es la concentración en un numero reducido. Lo que me llamó mucho la atención es que la inmigración tuvo este componente que va desde la clase media para arriba. Quienes estudian estos fenómenos lo explican con el hecho de que fue una inmigración tardía, incluso cuando había ya comenzado la guerra. Si uno lee las cartas que escribían estas personas, se da cuenta que ellos pensaban que no les pasaría nada con el nazismo porque eran profesionales con mucho reconocimiento. En este sentido, la Noche de los Cristales Rotos y las leyes raciales fueron un fuerte llamado de atención. Eso es una buena explicación de por qué tantos profesionales e intelectuales terminaron en Ecuador.
— Y sin embargo, usted en su libro escribe que la presencia de esta “masa crítica e intelectual” de judíos en Ecuador fue olvidada. ¿Por qué ocurrió?
— Ahí hay dos procesos. Por un lado, la inmigración de Ecuador a Estados Unidos, entre los años 40 y 50. Una buena parte decidió ir a EEUU o volver a Europa y una pequeña cantidad decidió volver a Israel. Ahí se produce una sangría importante. Mi impresión es que no se hizo adentro de la propia comunidad judía el esfuerzo necesario para recuperar esta memoria. Y tampoco lo hicieron los gobiernos ecuatorianos, hasta que llegamos al punto que las nuevas generaciones no tienen idea de quiénes fueron estas personalidades, que en algunos casos murieron hace poco. Faltó quienes recuperaran esa memoria y la pudieran transmitir a las nuevas generaciones.
— ¿Qué impacto tuvieron estas personalidades en el país? Usted escribe que gracias a su aporte Ecuador logró diversificar su economía, ampliar sus horizontes.
— Estamos hablando de una inmigración altamente calificada. Algunos de estos inmigrantes eran expertos en sus áreas, personas muy insertadas en empresas, universidades, laboratorios. Llegaron a un país más tradicional, con un estilo más provinciano, si se quiere, con poco contacto con el exterior. Debe haber sido un golpe muy fuerte, para las dos partes. Pese a las dificultades que experimentaron todos estos inmigrantes —un nuevo idioma y entorno, el desarraigo, las penurias— muchos encontraron la manera de seguir adelante. Y uno hoy ve que mucho de lo que hicieron todavía perdura. Introdujeron nuevas técnicas, nuevas herramientas o nuevas miradas. Eran innovadores, vanguardistas. Llegaron al Ecuador y en algunos casos encontraron condiciones para explotar esa mirada. Ahí me parece que también hubo por parte de las autoridades la suficiente atención para que pudieran aprovecharlas y desarrollar eso que traían consigo. Las aportaciones fueron enormes. Y uno las puede ver en todo momento por mas que no esté consciente.
— ¿Algún ejemplo?
— Por ejemplo hubo varios arquitectos de origen checo, bien vanguardistas. Hicieron edificios públicos por pedido de varios gobiernos. El Estadio Olímpico, el mas importante de Ecuador, está hecho en base a planos de uno de estos arquitectos, Oscar Etwanik (o Etwanick).
— Un capítulo del libro esta dedicado a los laboratorios LIFE, fundados por un grupo de empresarios y científicos italianos, y cuyos primeros lotes sirvieron para curar enfermedades que afectaban a los ecuatorianos. ¿Cuál fue la historia de esta empresa?
— LIFE sigue siendo una de las principales empresas en Ecuador, a punto tal que es una empresa de capital nacional y cuyos medicamentos para el ciudadano común y corriente siguen siendo una garantía. También es un logro que esta empresa siga existiendo y sea tan reconocida a nivel social. No hay herederos, pero sí quedaron los viejos trabajadores. Y todavía queda el recuerdo de esta empresa y quedó como memoria histórica de esos trabajadores. Uno ve que este legado permanece, está vivo, está presente esta huella.
— ¿Esa política de acogida tiene algún eco en el Ecuador de hoy, un país que, tal como subraya la presidenta electa de la Asamblea General de la ONU María Fernanda Espinosa Garcés, es el Estado latinoamericano que recibe la mayor cantidad de refugiados?
— No creo que haya relación con el hecho que sea el país que recibe la mayor parte de refugiados. Históricamente recibió a refugiados colombianos y ahora a muchos venezolanos y antes a los haitianos y cubanos. Lo cierto es que llamativamente hay una relación entre lo que ocurrió en los años 30 y lo que ocurre desde hace algunos años. Pese a todos los problemas y las limitaciones de un país chico, Ecuador suele mantener una política aperturista en cuanto a problemas migratorios ya sea que se trate de guerras en Europa o problemas sociales y políticos de países de la región. Es algo que ha mantenido históricamente pero no hay relación de un proceso de uno con el otro.
Fuente: infobae
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