Los judíos británicos tienen razones para temer al Partido Laborista de Corbyn

Enlace Judío México e Israel.- El líder de la oposición ha llamado “hermanos” a los terroristas de Hamás y desesperó incluso a los sionistas locales.

DOVID EFUNE

Lord Jonathan Sacks no es conocido por lanzar acusaciones. Entonces, cuando el ex gran rabino del Commonwealth intervino respecto a Jeremy Corbyn, líder del opositor Partido Laborista de Gran Bretaña, la gente tomó nota.

La semana pasada el Rabino Sacks describió a Corbyn como “un antisemita” que ha “dado apoyo a racistas, terroristas y traficantes del odio.” Sacks llamó a un comentario de Corbyn “la declaración más ofensiva hecha por un político británico prominente desde el discurso ´Ríos de Sangre´ de Enoch Powell de 1968,” una feroz diatriba anti-inmigración. El Rabino Sacks se estaba refiriendo a la descripción de Corbyn en el año 2013 de los “sionistas” británicos: “Ellos no quieren estudiar la historia y . . . no comprenden tampoco la ironía inglesa.” El domingo, el Rabino Sacks duplicó la apuesta, diciendo a la BBC que la perspectiva de Corbyn como primer ministro era un “peligro” para la judería británica.

En julio, 68 prominentes rabinos del Reino Unido habían escrito una carta abierta al Guardian acusando a la dirigencia del laborista de ignorar a la comunidad judía y del antisemitismo “severo y generalizado” que está plagando el partido. Poco después, en una medida sin precedentes, los tres principales diarios judíos del país publicaron historias de portada conjuntas describiendo el potencial de un gobierno liderado por Corbyn como una “amenaza existencial para la vida judía” en Gran Bretaña.

Algunos miembros del propio partido de Corbyn han sido implacables. Un día después que fueron publicados los comentarios del Rabino Sacks, el laborista veterano Frank Field renunció al grupo del partido en el Parlamento por la cuestión. Otra miembro prominente del partido, Margaret Hodge, confrontó furiosamente a Corbyn en julio y lo llamó un “racista y antisemita.” Docenas de otros líderes del partido han expresado indignación por el tema.

Pero Corbyn y sus acólitos han hecho caso omiso y se han involucrado en campañas concertadas para debilitar a sus críticos.

Un portavoz del Partido Laborista llamó “absurdos y ofensivos” a los comentarios del Rabino Sacks. El partido pone a la Srta. Hodge bajo investigación. Los laboristas que participaron en una protesta en marzo por el antisemitismo fueron acusados de intentar calumniar al líder del partido y fueron amenazados con la expulsión del partido por medio de un proceso conocido como “deselección.” Una carta respaldada por miles de partidarios de Corbyn acusó que la reunión fue obra de un “grupo especial de interés muy poderoso.” Por su parte, Corbyn afirmó en una entrevista: “No soy de ninguna manera un antisemita, nunca lo he sido, y nunca lo seré.”

Sus acciones y palabras cuentan una historia muy diferente. Estuvo asociado durante mucho tiempo—involuntariamente, dice él, con el negador del Holocausto Paul Eisen. En el año 2012 aprobó un mural que describía grotescamente a los banqueros judíos, y no dio marcha atrás hasta principios de este año. Él fue durante mucho tiempo miembro en grupos de Facebook que describían conspiraciones antijudías.

Su peor punto ciego, sin embargo, es su falla en distinguir entre crítica a las políticas israelíes y un odio irracional y minuciosamente fanatizado a Israel. Es una obsesión que lo ha llevado a alinearse con los que se oponen a la idea de la autodeterminación judía en el Levante, tanto como con los que han hecho de la destrucción de Israel su propósito, e incluso con los que han asesinado o defendido el asesinato de israelíes y sus partidarios.

En el año 2010 Corbyn organizó un evento en el Día del Recordatorio del Holocausto en el cual el gobierno israelí fue comparado con los nazis. En el año 2012 él apareció en la televisión iraní para celebrar la liberación de terroristas palestinos por parte de Israel en un doloroso intercambio de prisioneros con Hamás. Él se refirió a los terroristas que retornaron como “hermanos.”

Tal vez la revelación más espantosa surgió el mes pasado: En el 2014 depositó una ofrenda floral en las tumbas de terroristas involucrados en el asesinato de atletas israelíes en las Olimpíadas de Verano de Múnich en 1972. En el evento fue fotografiado de pie al lado de un líder del Frente Popular para la Liberación de Palestina, un grupo con una historia de 50 años de terrorismo en Israel y en el exterior.

Más ofensivos son sus esfuerzos por redefinir el antisemitismo en una manera que da un lugar cómodo para que prospere su marca propia del odio más antiguo del mundo. Cuando su partido buscó establecer una definición de antisemitismo, Corbyn se aseguró inicialmente de excluir léxico aceptado comúnmente formulado por la Alianza Internacional de Recordación del Holocausto, o IHRA, una organización educativa intergubernamental de 31 miembros. El léxico omitido nombra como antisemita la demonización, deslegitimación y uso de dobles raseros contra Israel.

El martes, cuando el tema amenazó con destrozar al Partido Laborista, el partido votó a regañadientes por aceptar la definición plena. La decisión incluyó una declaración que protege la libertad de expresión de los críticos de Israel, la cual fue criticada seriamente por prominentes grupos judíos.

El propio Corbyn, sumando insulto a la injuria, presionó, según se informa, por una declaración que permita a los miembros del partido referirse a “Israel, sus políticas o las circunstancias en torno a su fundación como racistas.” Pero el órgano gobernante del partido lo anuló.

El domingo el ex primer ministro laborista, Gordon Brown, había pedido que el partido “apoye unánimemente, inequívocamente e inmediatamente” la definición de antisemitismo de IHRA. Brown tiene razón. Las acciones del partido no alcanzan tanto la unanimidad como falta de equivocación. Corbyn no es quien para negociar con los judíos o darles lecciones sobre las formas de intolerancia que ellos deben o no soportar. Esto no sería tolerado con respecto a cualquier otro grupo minoritario.

Es una mancha vergonzosa sobre el Partido Laborista que éste haya elevado a Corbyn dentro de una elección para liderar al país. En esta etapa sólo una revuelta partidaria o una derrota punitiva para el Partido Laborista en las urnas puede restaurar una sensación de comodidad para la comunidad judía en el Reino Unido.

Hasta ese momento, una nube oscura penderá sobre los 270,000 judíos de Gran Bretaña y el país entero descripto a menudo como el aliado más cercano de Estados Unidos.

 

Dovid Efune es editor en jefe y CEO del Algemeiner, un diario con sede en New York.

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

 

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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