Tiro al aire / El miedo, el perdón y otras cosas

Enlace Judío México e Israel.- Las brujas no existen, pero….

Hasta para quien no es religioso, como yo por ejemplo, han sido en verdad terribles estos diez días después de Rosh Hashaná, el Año Nuevo Judío. Y es que aunque uno sea laico, imagínense el miedo que da el saber que seremos juzgados en unos días en base a lo que hicimos, lo que no hicimos, lo que quisimos hacer y no hicimos, y lo que en verdad somos. Y aunque no estemos seguros de dónde vinimos (yo no lo sé), y hacia dónde vamos, (menos lo sé), de todas maneras pensamos que tal vez sí, que tal vez “alguien”, lo llaman Dios, y hasta da miedo escribirlo en minúscula, está mirándonos, pues Él es nuestro Juez, y con Él no hay engaño posible que valga.

SHULAMIT BEIGEL EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO.

Es invisible, dicen, pero sin embargo, ve todo lo que hacemos y tiene preparada ya su lista para los pecadores como yo, o tal vez como usted, o usted, o usted, que hemos hecho cosas que quisimos hacer pero que Él no quiso que hiciéramos. Y tal vez sea cierto también que existe ahí debajo de la tierra un infierno, lleno de fuego y humo, aunque nadie haya regresado para contarlo.

Es por eso y otras muchas cosas, que por unos días, ya nos quedan pocos, solo tres, deberíamos recapacitar acerca de qué es lo más importante en nuestra vida, y hacer un Jeshbón Nefesh (la cuenta con uno mismo, con nuestra alma). Porque además, como todos sabemos, las brujas no existen. Pero de que vuelan, vuelan.

Siempre hay una salida para los culpables: o por lo menos eso creemos.

Yo, personalmente, no le tengo miedo a nada, o a casi nada, excepto a las enfermedades, a los terroristas, a los terremotos y temblores, a los vampiros, a los gatos negros y a mi esposo. A veces.

Pero esto no es algo nuevo. Al miedo me refiero. Al mío y al de la humanidad. Toda la historia está llena de creencias, leyendas y mitos que han aterrorizado a los hombres, (y a las mujeres), y sembrado en ellos terribles inquietudes. Eso es normal. ¿Pero por qué debo temerle a un pobre gatito negro que nada me ha hecho? (Todavía).

Para todos aquellos que como yo, sufren de la enfermedad del miedo y otras variantes de las denominadas científicamente “culpas”, sobre todo en estos días antes de Yom Kipur, les aseguro que no deben preocuparse, pues éstas son milenarias y además, siempre podemos hacer las kaparot, maravilloso invento judío, ritual controversial de expiación simbólica, practicado la noche antes de Yom Kipur, revoloteando una gallina tres veces encima de nuestra cabeza, pasándole así a ella (pobrecita), nuestros pecados. ¿Qué más podemos pedirle a la vida?

Eso sí, el ave debe ser blanca, para simbolizar la purificación del pecado. “Y si tus pecados fuesen escarlata, pasarán a ser blancos como la nieve”. (Yeshayahu 1:8). Yo no sé de qué color son los míos, pero espero en verdad que el color no sea importante.

Si no hay un gallo o una gallina, se pueden usar otros animales (palomas no), hasta un pescado sirve. Así que si son pecadores, hagan lo siguiente: agarren al ave o al animal con la mano derecha, reciten el texto correspondiente del libro de plegarias, y agiten el pájaro sobre la cabeza tres veces. El ave será luego sacrificada de acuerdo con el procedimiento halájico, (el cuerpo colectivo de reglas religiosas judías derivadas de la Torá escrita y oral), y luego se obsequiará ésta a los pobres como caridad, mientras que las vísceras serán desechadas en un lugar donde los pájaros las puedan encontrar. Muchos realizan todo el rito únicamente con dinero. El problema es que algunas personas somos pobres y no tenemos gallinas.

Como ven, de gallina en gallina, de animal en animal, siempre hay una solución para que podamos seguir pecando.

¿Existe o no existe? Ese es el dilema.

¿Quién es el atrevido que aún duda de la existencia de Dios? Eso estaba bien en otras épocas, cuando éramos hippies y marxistas y nos pasábamos la vida discutiendo si Dios existe o no.

Los tiempos han cambiado. Y como dijo Voltaire, si Dios no existiera habría que inventarlo.

El mismo Einstein dijo que no podía aceptar que Dios concibió el mundo como un juego de azar, con lo cual lo legitimó desde la ciencia misma. Y para que no les quedaran dudas a todos esos ateos que aún seguían titubeando, les aseguró que la existencia de dios no era para ser probada, pues sobrepasa al mundo científico, que está más allá de la ciencia.

Pero yo me pregunto, si existe y si es tan poderoso, ¿por qué a la hora que mi mamá estaba en Bergen Belzen El miraba hacia otro lado? Llevo preguntándomelo toda mi vida y esto no me ha llevado a nada. Hoy alguien escribió que según Yeshayahu Leibowitz, (Riga, 1903 – 1994) químico, filósofo y escritor israelí, “Dios no se durmió durante el Holocausto, porque Dios no duerme, ni tampoco está despierto. Dios no es kupat jolim, (servicio médico), que hay que pedirle o reclamarle cosas”, es decir, que la fe no tiene nada que ver con los deseos. Yo no entiendo esto. Tal vez sea demasiado profundo para mí.

Pero en unos días es Yom Kipur, el día más sagrado para los judíos, y nadie quiere estar solo, sin Dios o algo que nos ampare y al que podemos recurrir cuando las cosas se ponen difíciles. Porque no somos una ley matemática, y si no lo aceptamos, nos las tendremos que arreglar totalmente solitos.

¿Cómo será el infierno?

Y para quien no lo sabe, y no es para asustar a nadie, la palabra Gehena viene del griego: Geena (Γεέννα), pero en hebreo viene de Gai Ben Hinnom (גהינום, valle de Hinón) que es el infierno o purgatorio judío. En el judaísmo el infierno es un lugar de purificación para el malvado, en el que la mayoría de los castigados permanecen hasta un año, aunque algunos están eternamente ahí por los pecados cometidos. El nombre derivó de un valle que está cerca de Jerusalén, la cañada de Hinón, identificada metafóricamente como la entrada al mundo del castigo en la vida futura. En las escrituras rabínicas, el Gehena como destino del pecador, es diferente a Sheol, el lugar donde habitan todos los muertos.
Así que a pedir perdón se ha dicho, por si acaso….

Las elecciones personales.

Cada día al despertar, por lo general, nos enfrentamos a elecciones personales entre lo que debemos hacer y lo que queremos hacer. Nos la pasamos realizando elecciones todo el tiempo, cada día, voy o no voy a esa fiesta, viajo o no, invierto o no, elecciones a veces equivocadas, otras veces no, enfrentándonos a la cotidiana carga de decisiones que más bien parecen rompecabezas, muchas veces influidas es cierto, por la fatalidad, la casualidad, el destino, o como quieran llamarlo, pero decisiones que debemos tomar y que se multiplican en un interminable desdoblamiento de nuestras alternativas y circunstancias.

Pero la verdad es que la vida desde que nacemos no sigue modelos determinados, aunque nuestras madres lo crean así, ni nuestras historias personales reflejan características pre determinadas por genes. O tal vez sí. Puede ser que Borges tuviera razón y que nuestra historia sea solamente como un sueño, que nos llega a cada uno con el último suspiro de nuestra respiración. Nadie lo sabe.

Ha sido un año difícil aquí en Israel y en otras partes del mundo. ¿Pero no son todos los tiempos difíciles? Un año parecido a un intricado laberinto, con tantas noticias como vericuetos, que nos han atolondrado los sentidos, incomprensibles muchas veces. Y llegó otro Yom kipur y aún estamos vivos. Hagamos entonces un “stop” en el camino, busquemos un silencio interior por un día aunque sea, llenémonos de buenos propósitos que envuelvan nuestras esperanzas y que puedan convertirse en algo bello, anulando tantas pesadillas destructoras. Estoy convencida que la cruda realidad y el desencanto de cada uno de nosotros puede revertirse, convirtiéndose en el comienzo de algo bueno…

Yom Ha’Dín (Día del juicio).

Y por último. Recibí un sobre aparentemente inocente hace dos días. Como no soy abogada, ni policía, ni política, y ni siquiera ex Presidenta de Israel, lo abrí sin mayores temores. Entonces mis ojos recorrieron el inesperado contenido de una bellísima tarjeta, cariñosamente dirigida a mi persona, es decir a Shulamit Beigel que decía: “Tenemos el agrado de desearle un Gmar Jatimá Tová para el próximo año 5779, siempre y cuando pague y cancele la cuenta que nos debe”.

Que sean inscritos en el libro de la vida, les desea Shulamit Beigel.

 

 

 

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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Shulamit Beigel: Llegué de Israel a México a la edad de siete años. La primaria y la secundaria las hice en el Colegio Hebreo “Tarbut”. Mis recuerdos de aquella época son excelentes. Mi primer trabajo como periodista, lo hice recortando periódicos en la Embajada de Israel, en el departamento de prensa, a cargo en aquel entonces, de Sergio Nudelstejer. La prepa, fue en la Escuela de la Ciudad de México, en Campos Elíseos, que me permitió conocer otra gente y otros aspectos de la vida mexicana. Estudié y me gradué en antropología y en letras, en la universidad de las Américas, en Cholula. La maestría, en Antropología, fue en la UNAM. Antes de incursionar a la universidad viví en Teloloapan, Guerrero, haciendo trabajo de comunidad y siendo jefa de organización campesina para varias instituciones gubernamentales. Viví varios años en Israel. En esa época, los ochentas, fui productora de Ariel Roffe y Erika Vexler para Televisa desde Medio Oriente. Tuve una columna que se llamaba “Burbujas” en el periódico israelí en español Aurora, otra, “Al Margen” en la revista Semana, que ya no existe. Viví cuatro años en Caracas, cuando mi ex esposo fue sheliaj del KKL. Actualmente vivo entre Londres y Venezuela, he dejado de creer en la política y mi pasión es la literatura, el cine y la música. Confieso que ya no tengo grandes respuestas ante la vida, pero que soy muy feliz.